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A los más grandes y a los que son un poco menos grandes…a todos, creo que nos pasa lo mismo: cuánto te cansa que te tiroteen con el mensaje de que «hay que soltarlo todo» y que hay que «reinventarse»… ¿Ahora? ¿Justo ahora? ¿Después de todo lo que hice?

Yo creo que hay algo de verdadero y de útil en frases mal entendidas, que estaría muy bien charlar porque sí, de verdad son útiles para nosotros. El verdadero cambio de mentalidad no implica transformarse en alguien nuevo sino, en obligarnos a ser alguien que nunca fuimos.

Es decir, intentar cambiar el ADN emocional que nos mueve. Porque al final, somos lo que somos. Pero el error primogénito es que muchas veces, y por muchas razones distintas, llámese familia, historia, hemos sostenido personajes que no somos. Y ese sostener es justamente lo que nos agota, nos hace llegar hasta acá, rendidos.

Como pasaba hace tiempo atrás, con esa loca idea de que los hombres no lloramos. Tuvimos generaciones enteras de hombres que tenían que ser fuertes y sostener algo que no eran…generaciones de hombres que se volvían fríos para que nadie los lastimara, para que nadie se acercara. Como muchas mujeres eran obligadas a ser amables… amables para que nadie las rechazara. Y creamos generaciones enteras de mujeres a las que se les dificultó poner límites.

Hay algo de la evolución que por suerte, nos lleva desde la humanidad toda a cierta libertad a la hora de ser quienes somos. No se me ocurre nada más valioso que podemos estar cultivando minuto a minuto. Nuestra autenticidad para nosotros. Y después de eso, viene el respeto por nuestra decendencia. Porque no hay nada más difícil a quienes son padres, abuelos, tíos, que entender que quienes vienen abajo son distintos a nosotros. Quieren cosas distintas y no son una extensión de nuestra historia.

Eso es el respeto. El bien entendido, el que empieza por casa- es decir, por nosotros mismos- y el que deriva en esa palabra tan buscada y añorada: la paz. La paz no es la planicie. La paz es no quedarse abajo (de-presión) ni quedarse arriba (ansiedas). Es tener picos con los que podemos convivir. Y podemos convivir porque nos respetamos y entonces, sabemos que cada decisión que tomemos está en resonancia con nosotros mismos. Más simple: estamos siendo coherentes. Y entones, la cosa fluye.

Que entonces, cada paso sea con respeto.

Diego Bernardini

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