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Para que la sociedad avance requiere de un verdadero equilibrio entre hombres y mujeres.

La RAE define al equilibrio de 8 formas diferentes, las que se aplicaban para hoy son: situación de un cuerpo que, a pesar de tener poca base de sustentación, se mantiene sin caerse; ecuanimidad, mesura y sensatez en los actos y juicios.

La primera me parece completamente acertada en relación a la lucha del 8 de marzo, porque la lucha contra el machismo o el sistema patriarcal parecería que tiene poca base o sustentación, sin embargo, este deseo “femenino” inagotable, para algunos no entendible, está ahí sin caerse y cada vez sonando más y más.

Hoy mi intención no es explicar el feminismo y su cuarta ola que empezó en el 2017 con el #metoo, sino, invitarlos a revisar los movimientos que plantean diferentes grupos de mujeres, aquellos que van justo de cara al sistema económico, más allá de si hombres y mujeres ganan lo mismo, sino, al hecho de que todos somos iguales desde nuestras diferencias y que debe haber una conciencia social que nos mueva a buscar que todos lleguemos a ganar lo mismo o a ¿valer lo mismo?

 

 

Diferentes formas de lucha feminista

En el libro Tsunami, de Editorial Sexto piso, se plantean diferentes formas de lucha feminista, dejando claro que ya no basta solo ser feminista para proclamarse en lucha, sino, que hay que trascender el término porque no es lo mismo la lucha de una mujer blanca que una mujer negra o una mujer indígena, también aclara que no podemos quedarnos inmóviles en un discurso que enfrenta hombre y mujeres, si no, que estamos llamadas a un discurso que evoluciona con las propias necesidades y cambios socioeconómicos.

Desde lo socioeconómico nos encontramos con todas las desventajas que pueden tener los sistemas patriarcales como el nuestro, traducción de sistema patriarcal: tipo de organización social en el que la autoridad la ejerce el varón jefe de familia, dueño del patrimonio, del que formaban parte los hijos, la esposa, los esclavos y los bienes. La familia es, claro está, una de las instituciones básicas de este orden social.

Entonces desde lo socioeconómico nos encontramos un sistema repartido entre hombres, con instituciones que funcionan como “guardianes de lo establecido” y hombres que dirigen subordinando todo aquello que se relacione con lo femenino, débil, por fuera de la norma, poco productivo, por eso un sistema patriarcal no contempla el sentir, la diferencia o la espontaneidad, por el contrario, ataca a aquello que pueda irse de sus límites o poner en duda lo que siempre ha sido absoluto.

La educación y un verdadero equilibrio

Amable lector, ¿puede usted darse cuenta que dentro del sistema patriarcal, la mujer es un objeto? Si usted se fija la mujer es parte del patrimonio, por ende, queda a voluntad de la “cabeza de familia”, el padre o el esposo, la vida de esa mujer. Durante muchos años hemos sido educados así ¿de qué igualdad podemos hablar si las mismas mujeres nos consideramos propiedad de la familia?

Entre las razones que engrosan los números de feminicidios está que cada vez para los hombres, cada vez es más difícil respetar las decisiones de sus parejas o sus “mujeres”. Para muchos hombres entender la libertad de la mujer puede ser enloquecedor, porque no fue educado para verla como una igual que pueda escoger, resolver o decidir libre, lo más lamentable es que a la misma mujer también le puede costar sentirse libre.

Caminar hacia un equilibrio implica mirar desde adentro el peso que han tenido las palabras de afuera en mí, comprender que no hay manera de sacarme de la cabeza y la piel lo que me ha sido enseñado, sino, solo cuestionarlo, abrir los oídos, para escucharme y escuchar al resto, sentir el peso de las palabras que yo mismo le doy al otro. Caminar hacia un equilibrio, además, de mi propio equilibrio implica reconocerme en el grupo y ser parte de él, sin perderme para mantener mis ideales y necesidades como prioritarias.

 

 

Escrito por: María del Carmen Rodrigo, Psicóloga Clínica. IG: @mariadelcarmenrodrigoh / Celular: 0983319545.

 

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