Compartir:

La vida es el laboratorio perfecto para desarrollar la caridad y la empatía. ¿Te animas a hacerlo?

En los últimos tres años, la sociedad ha pasado por un sinnúmero de acontecimientos que definitivamente han generado una conmoción emocional en la psiquis de las personas, provocando cierto tipo de respuestas poco “empáticas” ante momentos de crisis. Esto da lugar a interrogantes, como: ¿Por qué los seres humanos cada vez muestran menos empatía o preocupación por el otro?, ¿Acaso se trata de una desensibilización ante escenarios catastróficos al no cumplir con la condición de “cercanía”?

Dichos cuestionamientos han movilizado el deseo de investigar si se trata de la pérdida de la empatía, o de algún tipo de mecanismo de defensa ante estímulos que podrían generar malestar. De acuerdo con esto, varios estudios concuerdan que las personas tienden a centrar la atención en sí mismas como una forma de autoprotección, de esta forma intentan escapar de situaciones amenazantes para su propia existencia. Sin embargo, este espíritu de supervivencia en varias ocasiones puede ser interpretado de manera negativa, ya que dejamos de lado esa calidad humana que se caracteriza en vivir en una sociedad integral, en la que se convive en unión y apoyo con los demás.

 

 

Empatía selectiva o falta de la misma

Asimismo, se puede observar una empatía selectiva, es decir, intentamos comprender el dolor del otro siempre que cumpla con la condición de ser “similar”, o que provengan de contextos con los cuales estamos identificados. Esta situación es preocupante, dado a que hay varios temas sociales como: desempleo, pobreza, enfermedades, inseguridad, entre otros. Parecería que, si no forman parte de nuestro panorama, no le damos la importancia adecuada.

Es aquí cuando nuevamente surge la pregunta: ¿Qué está pasando con la sociedad?; pues, no se trata de desconocimiento de problemáticas actuales, sino de un desinterés
que únicamente se torna interesante cuando sucede dentro del círculo cercano, o posee una afectación directa. De cierta forma, es como si se tratara de una búsqueda constante de sensaciones placenteras, y todo lo que quede fuera de ella, se lo descarta o simplemente no existe.

Es imposible no reconocer que la vida pospandemia indiscutiblemente alteró los mecanismos de defensa y estilos de afrontamiento del mundo. En un período de horror sanitario, político, económico y social, las personas tuvieron que encontrar salidas para evitar el impacto, generando un aislamiento de emociones que previamente sí eran relevantes.

Esta falta de empatía hacia los problemas de los demás definitivamente debe ser abordada de manera adecuada, para así lograr un manejo más afectivo, que permita preservar nuestra salud mental sin dejar de lado la importancia de validar y ser empático con el sufrimiento del otro.

En gran parte se debe al desconocimiento, o “ponerse en el lugar del otro”, expresión coloquial de la palabra empatía. Sin embargo, ¿Quién quiere ubicarse en los zapatos de alguien con sufrimiento?

Estrategias para ser más empáticos

La empatía se define como la capacidad de aprender a percibir, comprender y reconocer las perspectivas y sentimientos de la otra persona, más no se trata de sentir exactamente lo que alguien más está padeciendo.

Es por eso que, para lograr un mayor desarrollo de la empatía, es necesario crear mayor conciencia en nuestra sociedad sobre la importancia de aceptar que a veces el sufrimiento o los malos momentos son parte de la vida, porque no se puede huir de todo; las conversaciones incómodas y el miedo que se puede sentir cuando vemos problemas o dificultades en otras personas, nos ayudan a desarrollar estrategias de afrontamiento en las adversidades de la vida.

Para desarrollar la empatía debes conocer y aplicar lo siguiente:

  • Hay que comprender que la empatía es un proceso que no es el equivalente a la metáfora coloquial de ponerse en los zapatos del otro y absorber su dolor o malestar, sino que se trata de un proceso que facilita la compresión del sufrimiento ajeno sin sentirlo.
  • Escuchar activamente las experiencias de los demás.
  • Reconocer cuando el problema del otro puede sobrepasar la capacidad individual de escucha y provocar malestar.
  • Validar los sentimientos y procesos de afrontamiento de los demás desde su propia individualidad y tiempo.

 

 

Escrito por: Cristina Hidalgo Santos, Máster en Psicooncología y Psicóloga Clínica del Servicio de Psicología de SOLCA Matriz.

 

Compartir: