Las mejores tácticas pueden parecer contraintuitivas, pero aquí tenéis 3 estrategias con las que empezar para charlar con tu hijo adolescente.
Tenía un grave problema cuando mi hija era pequeña. No había forma de que se callara. No dejaba de hablar ni debajo del agua. Hablaba sin cesar de todo y de nada y a mí me volvía loca. Sin embargo, yo me repetía: “Mira el lado bueno, al menos nunca tendrás que preocuparte por que no te cuente sus cosas”.
Y entonces llegó la adolescencia. No se me entienda mal, no es que de repente se volviera introvertida ni nada por el estilo. Sigue hablando sin parar, de todo, menos de las cosas importantes. Puede pasarse 45 minutos seguidos describiéndome Vines (vídeos de 5 a 10 segundos que tienen obsesionados a los niños de su edad), pero cuando le pregunto qué sucede con cierto problema con una amiga o con cierto examen suspenso, ella se cierra como un refugio antiaéreo.
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Al principio era frustrante, hasta que empecé a tomármelo como un desafío. ¿Cómo podía conseguir que mi hija compartiera sus preocupaciones importantes en vez de guardárselas para sí?
Probé métodos distintos, algunos de los cuales terminaron en fracaso total (alerta de spoiler: las adolescentes se reirán en tu cara si propones compartir un diario de secretos mamá-hija) y otros lograron un éxito moderado (una tarde de compras siempre afloja la lengua, pero es económicamente insostenible como plan a largo plazo). Sin embargo, por fin he encontrado unos cuantos métodos contrastados para conseguir que mi adolescente me hable, y ninguno de ellos implica sacar la tarjeta de crédito.
Abre camino con un cumplido
Nada cierra tanto a un adolescente como las críticas, ya sean reales o percibidas. Incluso si empiezas expresando una preocupación y una oferta de ayuda, lo que tu adolescente escucha es una crítica. A continuación, una conversación real que tuve con mi hija adolescente:
-Yo: Parece que tus notas de ciencias han bajado mucho porque te faltaban entregar tareas, ¿quieres que te ayude a encontrar una forma de organizar tus deberes mejor para que no se te olvide cuándo entregarlos?
-Mi adolescente: (con los ojos en blanco) UFFFF MAMÁÁÁ, ya he hablado yo con mi profesora de ciencias y ella ha dicho que podría compensarlo en los seminarios, y esta semana he entregado todas las tareas. ¡¿Por qué siempre haces como si todo lo que hago estuviera mal?! (se encierra en su cuarto de un portazo).
He aprendido a abordar esta situación de forma diferente. Encuentro alguna tarea o examen bien hecho de cualquier clase con la que tenga dificultades y le hago un cumplido por ello. Y ya está. No hace falta más para que acepte alegremente mi halago y luego me diga que su nota es más baja en ese momento por el motivo que sea. Solamente así me dice que existe un problema y que está dispuesta a escuchar propuestas para solucionarlo.
Haz preguntas abiertas
Las chicas adolescentes con su drama de adolescencia son un cliché muy manido, pero no por ello falto de verdad. Estoy aprendiendo que las chicas adolescentes no son malvadas o crueles por naturaleza, sino que en realidad son increíblemente amables, compasivas y protectoras (a veces un poco sobre protectoras). El drama no es algo que ellas creen por malicia. Es un resultado directo de aprender a manejarse con unas relaciones sociales cada vez más complejas e importantes.
Las relaciones entre pares adolescentes se convierten en un punto crucial de sus vidas. A nivel de desarrollo, están ganando independencia y emancipándose de sus padres. Socialmente, están intentando abrirse camino por el mundo de las interacciones de la post-infancia y aún pre-adultez, al mismo tiempo que gestionar un maremoto de hormonas cambiantes. Es algo difícil de ver y recuerdo lo difícil que fue vivirlo. Los adolescentes se vuelven más celosos de sus propios círculos sociales, lo cual dificulta iniciar una conversación sincera sobre ello.
Así que lo mejor es dejar de iniciar la conversación. En vez de sacar el tema de un amigo en concreto o de una dinámica específica, pregunta sobre una actividad o una clase que creas relevante. Si tu adolescente está teniendo problemas con un chico en su equipo de deporte, no preguntes por el muchacho, pregunta sobre el último entrenamiento o partido. Quizás algunas conversaciones resulten en un callejón sin salida, pero con el tiempo tu adolescente se abrirá sobre qué le sucede. Y si es él o ella quien abre el tema, es que no está a la defensiva.
Charlar en el coche
Ir en el coche tiene algo que hace que los adolescentes se sientan infinitamente más cómodos. Podría ser el hecho de que la atención principal del padre o madre está en la carretera o que ellos saben que hay un destino que pondrá un fin inevitable a la conversación pero, sea por lo que sea, mis mejores conversaciones con mi hija han tenido lugar en el coche.
Aunque siempre son inesperadas y espontáneas; las que he intentado planificar estratégicamente no llegan a ningún puerto. Lo mismo con las conversaciones en las que cometo el error de apagar la radio. Parece ser que la música de fondo hace que los adolescentes se sientan más cómodos para hablar. Sin excepción, cuando mi hija y yo vamos a algún sitio y pone la radio a todo volumen, de repente se transforma en la cotorra preadolescente que era y me pone al día de todo lo que sucede en el colegio, con sus amigos y con sus hermanos. El coche es como un entorno mágico que desbloquea al adolescente, siempre y cuando no intentes forzar la situación. Solamente entrad en el coche, poned música, dad una vuelta y que suceda la magia.
Cada adolescente es diferente. Puede que descubras que algunos de estos consejos funcionan para ti o que ninguno lo hace. Para ti y tu adolescente, lo que despierte la conversación quizás sea ir a confesaros juntos o dar un paseo. La cuestión es seguir probando maneras nuevas y diferentes de darle a tu adolescente la oportunidad de hablar contigo, en lugar de exigirle respuestas. Después de todo, como padres, debemos tratar de modelar una relación con Cristo lo mejor que podamos y si hay algo que Él nunca hace, es exigir respuestas. Él espera y escucha, espera y escucha. Mientras tu adolescente sepa que le amas y le sigas dando oportunidades, con el tiempo aceptará uno de esos acercamientos.
Vía Aleteia