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Basta un pequeño esfuerzo para conservar en la pareja el deseo del comienzo de la relación amorosa. Aprende cómo hacerlo.

¿La sexualidad puede desarrollarse plenamente de verdad en una pareja a largo plazo? ¿No desgasta el tiempo esa vitalidad tan poderosa del comienzo de la relación? Algunas parejas lo afirman, como Brigitte y Pierre, que añoran “esos benditos tiempos” en que les bastaba compartir un momento íntimo para que sus cuerpos se incendiaran.

Hoy en día, tienen el sentimiento de haber tocado techo con su sexualidad al conocer ya, según dicen, todos los gestos y las caricias que les resultan placenteros. Este puede ser uno de los obstáculos, pero no el único, para seguir encontrando interés –¡y placer!– en esos momentos de intimidad carnal, que nacen también de la fantasía y el ingenio.

 

 

Pequeñas separaciones permiten buenos reencuentros

A veces, con el paso de los años, puede desarrollarse un cierto pudor que pone a los esposos en dificultades ante la idea de atreverse a realizar ciertas caricias: “Es probable que mi esposo/a me vea como demasiado sensual y, por lo tanto, indecoroso/a”. Pero ¿qué cónyuge afectuoso/a se extrañaría de unas caricias ofrecidas desde el respeto y la ternura?

Una promiscuidad demasiado grande es otro escollo en la armonía sexual para los esposos. Puede parecer contraintuitivo, pero el deseo se alimenta de una cierta distancia. La vida cotidiana se encarga, por lo general, de poner un poco de distancia en la pareja a través del trabajo profesional, el trabajo doméstico, la gestión de la vida familiar, etc. Pero los niños lejos del nido y la llegada de la jubilación, por ejemplo, tienden a aumentar el tiempo que la pareja pasa junta. Y es una ventaja encontrarse los dos solos, siempre que se cuide el no estar siempre pegados el uno al otro. Las pequeñas separaciones generadas por actividades diferentes permiten crear esa pequeña falta tan necesaria para facilitar buenos reencuentros.

 

 

No perder el impulso

Ninguna pareja puede evitar perder “impulso”. Pero hay que estar atentos para no dejar que se instale la abstinencia. Incluso si el deseo no está en su nivel más alto, es importante mantener esos acercamientos carnales íntimos. Sin duda, hace veinte o treinta años, Brigitte y Pierre no se habrían planteado esta cuestión, pero los tiempos cambian y hoy, por mediación de los medios de comunicación, la imagen de una pareja feliz pasa por una “sexualidad placentera”.

Pero es cierto que una vida relacional y sexual satisfactoria genera bienestar, serenidad y bondad, que hacen de la vida conyugal un refugio donde vivir bien. Y no olvidemos que la sexualidad es una dimensión unitiva, como recordaba san Juan Pablo II.

 

 

Escrito por: Edifa, vía Aleteia.

 

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