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Hay diferencias marcadas entre lo que es un conflicto conyugal y lo que representa la violencia familiar… te invitamos a conocerlas.

¡Yo lo provoqué!, ¡Fue mi culpa!, ¡Estoy segura que va a cambiar!, ¡Ya me pidió perdón!, ¡Está realmente arrepentido!, ¡A mi mamá le pasó igual!, ¡Esa es la cruz que me tocó vivir! Son expresiones frecuentes de mujeres víctimas de violencia en su hogar, que sin darse cuenta, entraron en una espiral de gritos, humillaciones, abusos, los cuales se convirtieron en parte de su vida.

¿Qué podemos hacer? Necesitamos parar las agresiones e identificar, sin justificar, las conductas maltratadoras. Empecemos por diferenciar entre el conflicto conyugal y la violencia familiar.

 

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Conflicto conyugal

¡Conflictos vivimos todos!, porque la familia es el centro de formación y socialización donde conviven personas de diferentes edades, gustos y perspectivas; y dado que cada uno tiene un forma de relacionarse y ver la vida, existirán diferencias.

El conflicto se torna en violencia cuando se usa la fuerza, se ejerce dominio sobre la otra persona y se causa daño, para conseguir un fin y provoca temor en el otro.

En el Conflicto conyugal, al momento de una discusión, existen roles intercambiables, ambos tienen la capacidad de hablar, de aportar, de cambiar el lugar de ofensores a ofendidos según se desarrolle el problema. Se da una dinámica de ataque-defensa. Es decir que la persona se puede defender si se siente atacado, para discutir sobre lo ocurrido. Hay flexibilidad y diálogo. El sentimiento que predomina en la pareja es el enojo.

 

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La violencia familiar 

En la violencia familiar, no existe el diálogo, el agresor asume una conducta de poder sobre su pareja; sólo él tiene la oportunidad de hablar, de tener la razón y eso no cambia; es decir, que una sola persona predomina y la otra manifiesta una indefensión aprendida. El sentimiento que predomina en el victimario es de poder y en la víctima el temor.

Las mujeres víctimas de violencia, permanecen en silencio en presencia de su esposo, están a la defensiva, contra quien le pregunte si está pasando algo en su hogar, mantienen una actitud hiper vigilante hacia su cónyuge, tiende a aislarse de su familia, de sus amigas y presenta problemas recurrentes de salud. Tienden a caer en el pensamiento romántico que ella lo va a cambiar; o llega a creer lo que tantas veces le repite su agresor: que ella lo provocó.

Existe un ciclo que se repite en hogares que sufren violencia, el cual es preciso reconocer: Calma – Tensión – Explosión – Arrepentimiento – Reconciliación.

Todo empieza con una aparente CALMA, todo está bien en el entorno familiar, todo está tranquilo en casa; de pronto algo incomoda al agresor, esto puede ser una palabra, una actitud de su cónyuge y éste se desborda emocionalmente ACUMULANDO LA TENSIÓN, el agresor se vuelve hostil sin llegar a ser agresivo; por su parte, la mujer procura calmarlo, trata de complacerlo intentando que el malestar de él disminuya y así aliviar la tensión.

La realidad es que a pesar de sus esfuerzos por evitar los conflictos, la tensión seguirá creciendo, ya que no depende de lo que ella haga, sino de la percepción de poder y propiedad que el hombre tenga sobre ella.

De pronto el agresor EXPLOTA expresando su enojo en algún tipo de agresión, que puede ser sexual, física, psicológica o económica, durante minutos, horas, días e incluso semanas, causando terror en su pareja. En este punto ya no importa lo que la mujer haga o deje de hacer, será incapaz de controlarlo.

Luego, el agresor se ARREPIENTE, la agresión desaparece, se siente culpable, se muestra arrepentido, justifica lo ocurrido, dirá que no sabía lo que hacía, que estaba fuera de control, pide disculpas y promete que no volverá a ocurrir porque “la ama”, manipulando emocionalmente, buscando así el perdón de su esposa.

Aquí debemos estar atentos, porque el agresor se mostrará cariñoso, hará regalos, mostrará cambios positivos; esto refuerza en la esposa la idea que las cosas van cambiar y que él regresará a ser la persona de quien se enamoró, fomentando la creencia de que ella puede cambiarlo.

Entonces se da la RECONCILIACIÓN, donde por unos pocos días viven una aparente luna de miel. De pronto, todo el ciclo se vuelve a repetir una y otra vez, una y otra vez, afectando a la mujer a nivel psicoemocional, afectiva, cognitiva, relacional y ética.

 

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Podemos vencer a este gran mal

La violencia familiar se da en todos los estratos sociales, y en su gran mayoría lo callan por termor al agresor y por vergüenza con quienes la conocen. Sin embargo ésta suele presentarse desde el noviazgo con actitudes posesivas, violentas; que se dejan pasar pensando que es un comportamiento aislado, o que cuando se casen ella lo cambiará. ¡Eso no va a pasar!

Si esta es tu situación, es tiempo de reaccionar, hacer un alto, pedir ayuda, acudir a las rutas de auxilio tu ciudad, y buscar a un profesional con quien puedas identificar qué patrón de pensamiento instauraste en tu mente, producto de las experiencias vividas desde la infancia y el entorno donde te desenvolviste, además necesitas trabajar tu valía y tu autoestima. Eres una mujer valiosa, capaz de levantarte y afrontar la situación; porque el amor verdadero, no manipula, no exige y no agrede.

Seamos intencionales en nuestros hogares, educando a nuestros hijos e hijas con un respecto absoluto por el otro, fomentando el diálogo, los buenos modales y la ternura, para trasmitir a la siguiente generación un legado familiar de honor y de honra; y lo más importante es que empecemos con el ejemplo.

 

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Escrito por: Solange Blum de Vizhñay
Redes: @solangeblum
Email: solangeblum@enfoquealafamilia.ec
Directora de Enfoque a la Familia Ecuador
Master en Prevención y Tratamiento de la Violencia Familiar
Orientadora Familiar y Coach Profesional
Ingeniera en Comunicación Organizacional

 

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