Algunos padres tienen conductas tóxicas, las que perjudican seriamente el crecimiento de su hijo y su salud emocional. ¿Eres un padre tóxico?
Existen algunas formas de educar que no son necesariamente límites sanos, sino que perjudican el crecimiento y autoestima de nuestros pequeños.
¿Eres un padre tóxico?
A continuación veremos algunas de las acciones que tienen la apariencia de límites, pero no lo son:
Genera miedo
Esta es una de las formas más comunes de atemorizar a los niños, la cual es empleada por padres irritables, muy impulsivos y que gritan en exceso; sin embargo este tipo de enseñanza pone en riesgo la confianza del niño.
Culpar constantemente
Existen padres que culpan a sus hijos por cada cosa que sale mal, lo cual provocará en el niño la sensación de que merece ser castigado constantemente. Lo mejor es indicar con exactitud cuales son las acciones que deben corregirse.
Ridiculizar
Al burlarte de tu hijo por algo que hace mal o por alguna característica física solo estamos aumentando su tristeza sin ofrecer ninguna solución. Considera esto, si tu eres quien incomoda a tu hijo con acciones y palabras, es equivalente a tener a su propio acosador (bully) en casa.
Dar las mismas órdenes en exceso
Suele suceder que, en el afán de que nuestros hijos no olviden determinado límite, lo repetimos incansablemente; esto es erróneo porque lo que sucederá es que el niño dejará de escuchar y simplemente no hará caso.
Sermones innecesarios
Al irnos por las ramas en lugar de enfatizar directamente lo importante, logramos algo semejante que con el punto anterior: los pequeños se acostumbran a ese momento y simplemente esperan que el sermón termine para continuar con lo que estaban haciendo.
Exceso de sanciones
Castigos reiterados o muy prolongados en el tiempo, surten un efecto negativo ya que al niño dejan de importarle y no llega al análisis de la situación que generó el castigo. Lo mejor es procurar que los castigos sean el último recurso y como consecuencia de algo previamente hablado, recordando que deben tener un tiempo de duración razonable acorde a la edad y severidad de la falta.
Escrito por: Andrea Velasco, Psicóloga. Correo: andreavelasco.psicologa@gmail.com
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