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Suena el despertador y anuncia: ¡Es hora de despertar! Pero tu cuerpo se rehúsa. ¿A que te suena familiar? 

Ese es justamente el momento cuando mejor estás durmiendo, y automáticamente aplastas el botón de “snooze” con la disculpa –piensas- de que te costó mucho quedarte dormido la noche anterior y te mereces esos 10 minutos extra.

Al rato, nuevamente el reloj está gritando “es hora de empezar, ¡venga, levántate ya!” Pero te das cuenta que aún tienes tiempo para ducharte y estar listo a tiempo, así que 10 minutos más, ¿por qué no? Sin darte cuenta, vas cayendo el este circulo vicioso de acostarte tarde, despertar como zombi e ir por la vida haciendo todo a medias.

¡Dejemos de dormitar!

“Cuando suene la alarma levántese inmediatamente”, aconseja la doctora Sabra Abbott, PHD en neurología e investigadora del Northwestern Memorial Hospital de Chicago. “Probablemente gane 10 minutos más de sueño, pero despertarse varias veces en la mañana concluye en un ‘sueño fragmentado’ que produce el efecto que usted se sienta como drogado, en lugar de repuesto y con energía para enfrentar la nueva jornada”.

Está comprobado científicamente que dormitar y levantarse tres veces antes de salir de la cama hace que nuestro cuerpo retome su ciclo de sueño (lanzando al cerebro nuevas dosis de melatonina y adenosina). Cuando finalmente nos levantamos nos sentimos cansados, bostezando y aun con sueño.

Si, por el contrario, nos proponemos levantarnos en cuanto suene la alarma y, sin pensarlo dos veces, salir de la cama, lograremos recomponer el reloj biológico del cuerpo que con sus dosis de dopamina, cortisol y adrenalina, nos da ese empujón que necesitamos en las mañanas. “Si lo necesita, instale su alarma 20 minutos más tarde –añade Abbott- pero no se despierte a medias”.

A las personas que –como yo- necesitamos ocho horas bien dormidas, Abbott recomienda meterse a la cama más temprano. “Con solo adelantar media hora el tiempo de prepararnos para dormir, podemos mejorar mucho nuestro ciclo natural del sueño”. Y al levantarse abra las ventanas, “no hay nada como los rayos del sol para cambiar el chip de nuestro cerebro de ‘dormido’ a ‘despierto’” –continua la doctora Abbott-. 

Un estudio publicado en el Sleep Health Journal (Diario de la Salud del Sueño) demuestra que estar expuestos a la luz natural durante el día nos ayuda a conseguir un sueño más profundo y reparador durante la noche.

Si a nivel biológico esta rutina de despertarnos a una hora puntual y acostarnos a una hora adecuada cambia nuestra vida, a nivel psicológico sus consecuencias son también positivas. Levantarnos en cuanto suena el despertador estimula nuestro estado de ánimo porque tenemos la seguridad de haber triunfado en la primera gran batalla del día.

Más consejos de expertos

Profesionales en la ciencia del sueño y los buenos hábitos diurnos recomiendan:

  • Tomar agua en vez de café: “Después de 8 horas en la cama, nuestro cuerpo está deshidratado. Un vaso grande de H2O estabiliza el organismo y nos da energía”, asegura Kerry Axelrod en el Diario Médico de Nutrición.
  • Tender nuestra cama y arreglar el cuarto antes de salir: Según Julie Morgenstern, autora del libro “El manejo del tiempo de adentro hacia afuera” (Time Management from the Inside Out), “El simple hecho de tender tu cama y mantener tu habitación en orden produce calma y te quita el sueño por completo… El orden exterior produce a su vez el orden interior necesario para establecer prioridades en nuestro horario, nuestras rutinas, o ante los imprevistos de día”. 

Por María Paula Riofrio
La Vida es Bella

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