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Para muchos la pandemia (coronavirus) ha convertido este tiempo en un año inútil. ¿Es eso cierto o será según el enfoque que damos a nuestra vida?

Quizá hayas pensado que este año 2020 va a ser «un año perdido». Porque muchos de nosotros nos encontramos ahora en esta situación:

  • Nos han cambiado los planes en el trabajo (tal vez hayas perdido el que tenías).
  • En la familia hemos tenido que ajustarnos a las circunstancias producidas por la pandemia. La enfermedad nos ha pasado factura, a veces de forma muy próxima y cruel.
  • Deberemos esperar un tiempo a llevar a cabo nuestros objetivos: viajes, encuentros, mejoras…

Da la sensación de que es un año entre paréntesis, en el que nuestra vida se paralizó. El golpe personal y económico es generalizado.

Es difícil poner en marcha nuevos proyectos, tanto en el plano personal como en el familiar, social o profesional, porque vemos que hay dificultades que lo impiden: el riesgo de contagio, la inexistencia de una vacuna contra el coronavirus…

En muchos países, hay una lógica obligación de mantener distancia de seguridad entre personas y las medidas sanitarias han cambiado drásticamente nuestro modo de relacionarnos con los demás.

Esto hace que sea difícil pensar en emprender algo, en cualquier aspecto de la vida, desde el noviazgo hasta la puesta en marcha de un negocio.

 

 

¿Qué ponemos en la balanza?

¿Habremos perdido este año de nuestra vida? ¿Será el 2020 un año sin valor o, lo que es peor, con balance negativo?

No tiene por qué ser así.

La eficacia de este año dependerá del sentido que demos a nuestra vida.

Para alguien que solo piensa en «mi tiempo», solo para mí y para mi beneficio, efectivamente estar en una situación en que es difícil -por no decir imposible- hacer lo que más nos apetecería, lleva a pensar que este será un año negativo.

Lo mismo ocurre si nuestra meta en la vida es algo material (dinero o placeres de los sentidos, por ejemplo).

También es un año decepcionante para los que solo buscan la gloria profesional o la ambición desmedida: los que tienen profesionalitis, que es una «inflamación» de la profesión como fin último de la vida.

 

 

¿Cómo hacer para no perder este año?

Da a tu vida un sentido trascendente: pregúntate por qué y por quién haces las cosas. Vivir por la familia y por hacer el bien a los demás ya es un gran paso, pero la situación de pandemia nos coloca a todos en la tesitura de pensar a fondo qué sentido damos a nuestra vida. Es el momento, si somos creyentes, de plantear qué lugar damos a Dios en nuestro caminar.

Cuando uno cree en Dios de verdad, confía en Él y ve el tiempo como un don. También el 2020 es un regalo que deberé saber manejar. La fe lo cambia todo: el enfoque que damos a nuestro trabajo, a nuestro amor, a nuestra salud…

Los clásicos hablaban de la brevedad del tiempo como un lamento. Es una queja fruto de la condición humana, que ve que el tiempo se esfuma: tempus fugit, el tiempo huye, se escapa, no podemos detenerlo.

Pero San Pablo le da la vuelta a este tópico: Tempus breve est!, ¡el tiempo es breve!, dice en la carta a los Corintios, para animarles a aprovechar el tiempo y a darle sentido de eternidad.

San Josemaría también invita a reflexionar: «El tiempo es un tesoro que se va, que se escapa, que discurre por nuestras manos como el agua por las peñas altas. Ayer pasó, y el hoy está pasando. Mañana será pronto otro ayer. La duración de una vida es muy corta. Pero, ¡cuánto puede realizarse en este pequeño espacio, por amor de Dios!».

No importa que sea mucho o poco, lo importante siempre es saber qué hacemos con el tiempo de que dispongamos.

Nunca un año será «un año perdido» si nosotros damos valor de eternidad a cada minuto de nuestra vida.

Tal vez este 2020 sea menos movido y más costoso. Pero es un tiempo del que disponemos también para hacer cosas grandes si nuestro horizonte está en lo que de verdad importa. Mafalda tiene una frase sensacional:

«El tiempo es oro. ¿Por qué no perdemos el suyo?»

Nuestra perspectiva sobre el año del coronavirus puede cambiar si recordamos algo esencial: la vida es un tiempo para amar.

 

 

Escrito por: Dolors Massot, vía Aleteia.

 

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