Compartir:

Ser adultos es manejar mayores complejidades y ambigüedades, manteniendo una relación armónica con uno mismo.

Cumplimos 18 años y muchas puertas se abren, desde poder obtener una licencia de conducir, comprar bebidas alcohólicas o viajar fuera del país sin la autorización de tus padres, como también votar, enlistarte en el ejército o ser penalmente responsable por tus actos. Todo esto porque, para el Estado, el individuo se considera mayor de edad desde que cumple ese número de años.

Aunque popularmente se crea que esa edad tiene que ver con algún desarrollo biológico o con alguna tradición social, lo cierto es que el mundo vio la necesidad de definir un rango de edad para lo que se considera un menor de edad e implícitamente terminó decidiendo lo que es un adulto. Esto en el contexto de la Revolución Industrial y la creciente preocupación por el trabajo infantil, el cual ya existía en las sociedades agrícolas en las que toda la familia contribuía con el trabajo en el campo; sin embargo, al mudarse a las ciudades e incorporarse a la industria eventualmente fue necesario separar y proteger al menor de edad.

Pero mucho ha pasado desde el siglo XIX y mucho más ha cambiado la sociedad en las últimas 2 generaciones. Yo, a los 17 años, ya trabajaba y mantenía mi casa como quizás muchos de los lectores. Mientras que mis hijas, incluyendo la que es mayor de edad, hoy todavía viven en lo que podría considerarse una burbuja, mantenidas por sus padres, económicamente dependientes.

En nuestra cultura los chicos cumplen 18 años pero siguen viviendo con sus padres mientras cursan sus estudios universitarios (y a veces de 4to nivel) y, generalmente, hasta que se casan, lo cual en promedio sucede hoy hasta los 33 años en caso de los varones y 27 en el de las mujeres.

Por supuesto que vivir bajo el mismo techo no se limita a eso pues los padres usualmente siguen siendo responsables por su alimentación el costo de su educación, salud, vestimenta y otros gastos, los cuales continúan incrementándose conforme su vida social se expande. ¿Cómo puede considerarse alguien adulto si aún depende económicamente de sus padres y, por tanto, no está enteramente listo para cargar con las consecuencias de sus actos?

 

 

Verdades sobre la adultez

La ciencia ha determinado que antes de los 25 años la corteza prefrontal del cerebro humano no termina de desarrollarse y, siendo que es esta área del cerebro la que permite el pleno razonamiento y la toma de decisiones con base en el análisis de las consecuencias, es bastante razonable concluir que la adultez no podría suceder antes de esa edad. Hasta entonces los individuos tomamos las decisiones mayormente con base en impulsos de la amígdala, es decir de manera emocional, como es usual entre adolescentes y jóvenes.

La incoherencia que veo es que a pesar de seguir siendo tratados como niños en el ámbito de las responsabilidades, pretenden ser tratados como adultos en los derechos.

Y lo uno no puede ir sin lo otro. Como sociedad nos hemos acostumbrado a retrasar cada vez más la transferencia de responsabilidad que les corresponde. Por un lado, quieren tener total libertad para decidir de su tiempo, a qué hora salen y a qué hora vuelven, dónde van y con quién, qué hacen o dejan de hacer, pero sin la responsabilidad de las posibles consecuencias y no siempre la disposición a pagar por ellos.

Libertad sin disciplina y estructura no es una buena receta y aunque las leyes y el Estado no hayan todavía ajustado la definición de adulto a la nueva realidad ciertamente las familias y particularmente los padres sí podríamos aplicar el sentido común y beneficiar a nuestros hijos con una definición más práctica y justa de la adultez.

Acabamos de celebrar a la madre y al padre, por lo que veo una excelente ocasión para plantearnos si nuestro rol es retrasar la entrada de nuestros hijos al mundo real. No parece que a nosotros nos fue tan mal empezando a enfrentarlo más temprano.

 

 

Escrito por: Pablo Moysam D.
Twitter: @pmoysam
Spotify: Medio a Medias.

 

Compartir: