Compartir:

Una generación sobre servida es aquella que no está 100% lista para afrontar los retos con los que se podrían enfrentarse a diario.

La generación sobre servida…

Cierro este ciclo de artículos sobre ciertas características de las nuevas generaciones, millenials y particularmente centennials, de acuerdo a lo que el Dr. Tim Elmore, experto en liderazgo juvenil, define en su libro “Generación iY: sobre abrumada, sobre conectada, sobre protegida y sobre servida.

En meses anteriores cubrí ya las primeras tres características. Ahora concluyo con la que, quizás, pasa más desapercibida. Para ello, me remito a mi propia experiencia con mis hijas y las docenas de adolescentes y jóvenes adultos con los que he trabajado por años. Hace poco en una reunión una joven graduada ya de la universidad, tuvo marcada dificultad en conectar su computador a un sistema de proyección y cuando su laptop se quedó sin batería, parecía desconcertada cuando le pregunté si tenía respaldo en la nube del archivo que iba a presentar.

No fue solamente su desconocimiento de cuestiones básicas, que uno supondría que un profesional con título universitario debe conocer, sino su inhabilidad para buscar soluciones.

Al parecer, estas cuatro características de las nuevas generaciones han disminuido -entre otras- su capacidad para razonar y comprender, en gran parte porque están mal acostumbrados a que todo o mucho se les da hecho.

Como padre de familia me cuestiono esto con preocupación, mirando en retrospectiva las ocasiones en que resolví en vez de enseñar y explicar.

Cada vez que corremos a servirlos hasta en la más sencilla tarea, bien sea acercarles algo que ellos perfectamente podrían conseguir usando las dos piernas que tienen o solucionando algo que su intelecto (y su destreza en internet) podría dilucidar, sustraemos una oportunidad de aprendizaje y auto suficiencia.

La próxima vez que necesiten algo, recurrirán cómodamente a alguien más, en lugar de gestionarse ellos mismos. No estoy abogando por dejarlos a su suerte, sino contra el escenario en que toda labor les resulte descomunal.

 

 

¿Por qué los sobre servimos?

Así también, cuando prevenimos, a toda costa, que nuestros hijos experimenten dolor y sufrimiento, estamos privando a sus cerebros de la calibración necesaria para distinguir entre algo verdaderamente terrible de algo que es apenas no tan bueno. Y sin esa calibración, explica el Dr. Jordan Peterson, afamado psicólogo y conferencista, tienden a creer que todo lo que no resulta como les gusta es terrible.

He ahí la clave: calibración. Son las experiencias que vivimos las que moldean nuestro comportamiento y actitud. Una es respuesta cuando he sido protagonista activo, otra diferente cuando he sido actor pasivo. Mi hija mayor se quedó tubo bajo hace como un mes y me llamó pidiendo ayuda, era de noche, no muy tarde. Salí a buscarla, había escogido un lugar seguro e iluminado para detenerse, por lo cual la felicité. Pero su herramienta estaba en mal estado y se rompió apenas intenté aflojar la primera tuerca.

 

 

Fuimos a buscar otra y cuando la conseguimos dejé que vaya a tomarse un café con una amiga mientras yo terminaba de cambiar la llanta. Error.

Perdí la oportunidad de enseñarle a hacerlo ella misma, alcancé a explicarle la secuencia de tareas y cómo usar el gato mecánico, pero no el proceso mismo de cambiar el neumático hasta el final. Simplemente le resolví el problema, como muchos padres tendemos a hacer. A veces, es más fácil hacerlo uno mismo, pero perdemos de vista las consecuencias de esas decisiones.

No queremos hijos sobre abrumados por el aparente tamaño de las adversidades e incapaces de enfrentar y hallar soluciones por sí mismos. Tampoco queremos jóvenes sobre protegidos quejándose por cada obstáculo o criterio contrario, angustiados u ofendidos por opiniones con las que no comulgan. No queremos una sociedad sobre conectada que no consigue establecer vínculos humanos, sino que recurre a la seguridad del anonimato en las redes donde las habilidades empáticas se reemplazan por emojis. Y mucho menos queremos una generación de ciudadanos sobre servidos que van por el mundo creyendo que su sola existencia les merece una consideración especial de todos y que el mundo está para servirlos a ellos.

Los jóvenes exigen, demandan, dan muchas cosas por sentado. Nosotros los padres o como adultos de referencia podemos dar ejemplo para que aprendan a lidiar con las complejidades de la vida, no huirles; a reconocer el fracaso y usarlo a su favor para intentarlo de nuevo, no derrumbarse; a desarrollar habilidades interpersonales para convivir exitosa y armoniosamente con otras personas, no resentirlas; a valerse por sí mismos para adquirir auto estima y respeto, no sentirse desvalidos ni agraviados. Como suele decir el polémico activista Charlie Kirk, el respeto no es un derecho, tienes que ganártelo.

 

 

Escrito por: Pablo Moysam D.
Twitter: @pmoysam
Spotify: Medio a Medias.

 

Compartir: