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Nuestros hijos ya son «nativos digitales”, y si no orientamos su introducción en el mundo virtual, ellos no podrán hacerlo. 

La educación de una persona siempre será de tipo analógico. Hace falta aprender en familia lo importante de la vida, interactuar con los demás, atender a los sentimientos, mirar a los ojos, sentirse querido, saber sorprender, imaginar, ayudar, etc.

Así, atendiendo a los intereses del niño, se puede enseñar algunas cosas más, cuando su cerebro está preparado. Los niños aprenden con las relaciones personales. Entonces, ¿cuándo y cómo introducir al niño en este mundo virtual? 

La Academia Americana de Pediatría hizo unas recomendaciones sobre este punto, dirigidas a los gobiernos, colegios, etc. En ellas aconseja, por ejemplo, no usar tabletas en niños menores de dos años.

Cuidado con el tiempo de pantalla

Se ha comprobado que un exceso de pantallas dificulta la interacción social, el saber mirar a los ojos y comprender, el lenguaje gestual, el manejarse bien con los demás.

De los dos hasta los cinco años se pueden usar pantallas un máximo de dos horas diarias, pero con contenidos adecuados, y con unas normas concretas que regulen su uso. Siempre son los padres los que deben guiarles, hablar y verlo con ellos, cuidando que puedan jugar al aire libre, estudiar y descansar lo suficiente.

Para los mayores de seis años hay que establecer un plan concreto en familia, con un tiempo de ejercicio físico y un cuidado del sueño. Esto significa no usarlas dos horas antes de acostarse. Por eso, cada familia es la protagonista y debe establecer su planning, pero con sentido común, estando muy atentos para respetar sus ritmos naturales, su desarrollo cerebral, y su sueño reparador.

Los pediatras también alertan por la frecuencia de “calmar” a los niños con pantallas para que nos dejen tranquilos. No es bueno para ellos, puesto que interfiere con el buen desarrollo cerebral, se habitúan, y cada vez requieren mayores estímulos, porque lo sensorial sigue una ley de tolerancia y rendimientos decrecientes. Por eso pueden crear conductas adictivas, muy relacionadas con la recompensa que producen.

Así aprenden los niños

El niño aprende cuando lo nuevo lo interioriza sobre lo que ya sabe, cuando lo relaciona con ello, y cuando establece un vínculo afectivo. Si no, no puede aprender, y los padres, o el profesor, van dando estructuras sobre las cuales construir lo nuevo. Todo ello es posible gracias a la plasticidad sináptica neuronal.

Cuando la mente está un mínimo estructurada, se puede introducir el mundo digital, con algunas premisas. Pero antes, lo que puede hacer es retrasar el desarrollo y la maduración del niño. Impedirle aprender de las percepciones y vivencias, que forman una base de experiencias vividas, y son vitales para construir las primeras estructuras neuronales y sinápticas, que le servirán durante toda su vida.

Para recibir información, procesarla y valorarla, y luego gestionarla, es preciso tener formación. No todo vale, ni es saludable en la red. Hay que saber ser críticos y filtrar. Por eso, los hijos estarán “desarmados” sin formación.

Inger Enkvist, experta sueca en educación, ya lo afirmaba hace muchos años, antes del boom de la tecnología. Las habilidades digitales son más bien un tipo de aprendizaje profesional, que se puede adquirir o perfeccionar en cualquier momento de la vida, pero no ayuda especialmente al desarrollo intelectual, ni a la capacidad de pensamiento del niño.Debemos cuidar su uso con los más pequeños, y ser coherentes con nuestro ejemplo.

 Vía LaFamilia.Info

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