Para tener una adecuada calidad visual, es necesario que los que usan lentes sepan cuándo revisar la graduación de los mismos.
La graduación visual es aquella que permite conocer con exactitud la calidad visual de una persona, es decir, la nitidez con la que percibe los objetos a corta, mediana o larga distancia.
Cuando un paciente acude al optometrista para una consulta, y este último establece que necesita usar lentes, utiliza la dioptría (una unidad de medida) para determinar la capacidad de refracción de las lunas, o en otras palabras, la “potencia” que tendrán para corregir el defecto visual de la persona.
Quienes presentan dificultades para ver bien deben considerar que los chequeos visuales son sumamente importantes, sea que visiten a un especialista por primera vez, o inclusive para quienes ya usan lentes y han sido previamente diagnosticados con algún defecto visual como miopía, astigmatismo, o hipermetropía.
Lo indicado se debe a que las personas con lentes, en varias ocasiones, asumen que su medida se mantendrá y que sus lunas estarán bien graduadas permanentemente; sin embargo, deben saber que esto no es real, y que existen algunas molestias que pueden empezar a sentir, que indican que la graduación ya no es la correcta.
5 señales de que los lentes están mal graduados
A continuación las 5 señales más frecuentes de que los lentes están mal graduados, así como los aspectos más relevantes del chequeo visual que recomienda realizarse para tratar este problema:
1. Poca nitidez
Esta es una de las señales que más desapercibida pasa, porque muchos pacientes no se dan cuenta de que su visión se torna más borrosa con el tiempo, por lo cual es importante que si notan que están haciendo mucho esfuerzo para leer en distancias cortas y lejanas, consulten a su optometrista.
2. Dolores de cabeza frecuentes
Este es un síntoma que, además de alterar el estado de ánimo y, muy posiblemente, el desempeño en ciertas actividades, puede alertarnos de que algo no anda bien con nuestra vista.
Producto del sobreesfuerzo visual que los lentes con graduación equivocada demandan, las personas suelen sufrir serios dolores de cabeza.
3. Mareos
Estos pueden estar ocasionados ante la imposibilidad de poder enfocar bien los elementos, así como el excesivo esfuerzo ocular y la visión borrosa.
Si al usar sus lentes para realizar actividades, como: leer (en papel o en pantalla), coser, llenar crucigramas o hacer manualidades, la persona presenta ligeros mareos, es muy probable deba modificarse la graduación de sus anteojos.
4. Movimientos de cabeza para encontrar el enfoque correcto
En la mayoría de los casos, este síntoma se presenta porque la distancia pupilar y/o la altura del lente no están alineadas con la pupila o párpado del paciente, por lo cual la persona realiza movimientos de cabeza orientados a enfocar con claridad los objetos o la imagen que desea ver.
5. Lagrimeo y ojos rojos
Si bien estos son síntomas comunes de afecciones como la fatiga visual, también se asocian a los lentes mal graduados, principalmente debido al esfuerzo excesivo y a la poca claridad visual.
Los ojos rojos pueden deberse a múltiples factores como la dilatación de vasos sanguíneos ante una alergia o contaminación ambiental (humo, vapores o exposición a productos químicos); pero si el enrojecimiento es común y persistente, puede ser signo de que los ojos están haciendo un esfuerzo extra que debe ser valorado por un especialista.
Chequeo visual ante estas señales
Lo más importante ante cualquiera de los síntomas antes mencionados es acudir a un chequeo visual para valorar la medida actual de los lentes y descartar cualquier otra enfermedad causante de estos síntomas. El examen visual es un proceso estándar y sin dolor, en el que el especialista evalúa al paciente para brindarle el diagnóstico real de su visión.
Este examen se lleva a cabo en varias fases:
- Primero, al paciente se le plantean una serie de preguntas para conocer su estado de salud general y el motivo principal de la consulta.
- Luego, el optometrista hace una valoración general de la visión del paciente, tanto de cerca como de lejos.
- Posterior a ello, se pasa al examen visual computarizado, que a través de un equipo denominado autorefractor, toma parámetros visuales que contribuyen a la obtención de un buen y acertado diagnóstico.
- Más adelante, se pasa a la retinoscopia, una prueba que sirve para medir el poder refractivo del ojo, interpretando la luz reflejada en su retina.
- Seguido de ello, el profesional efectúa preguntas adicionales, con el objetivo de determinar la medida exacta del paciente.
- Finalmente se realiza una biomicroscopía, que es una exploración que se realiza con una lámpara de hendidura, y que permite mirar la superficie del polo anterior del globo ocular, con el fin de revisar el estado exterior del ojo.
Fuente: Dr. Alejandro Lalama, Jefe de Optometría de Óptica Los Andes.
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