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¿Te conoces realmente, cuando se trata de emplear el dinero? ¿Y sabes cómo es tu pareja?

Para Bethany y Scott Palmer, consultores financieros, la manera de realizar las inversiones económicas es crucial para no arruinar el amor. Si bien esto no es la primordial, vale la pena leer sus orientaciones para –al menos– no cometer ciertos errores básicos y prevenir algunos disgustos. De hecho, las cuestiones económicas son uno de los grandes motivos de divorcio.

Falso ahorrador

Es una persona a la que nunca le va a faltar dinero, puesto que en su mente está la forma de preservar lo que ya tiene. Esto, sin embargo, hace que esté demasiado pendiente de las rebajas. Solo compra cuando se le indica que aquel producto va a estar más barato y eso le satisface interiormente. ¿Por qué decimos que está “demasiado pendiente de las rebajas”? Porque hay momentos en la vida en los que uno debe ser generoso, es decir, debe dar dinero sabiendo que será empleado en algo material pero para provecho de otros. El “falso ahorrador” se convierte en un egoísta porque no contempla ese tipo de gastos.

En el amor, el peligro de querer ser muy ahorrador es que un tipo de persona así se muestre tacaño a la hora de volcar la generosidad en el corazón de otra persona.

Gastador

Prefiere vivir el momento, generar recuerdos con experiencias únicas aunque cuesten mucho dinero y haya que pedir un crédito para llevarlas a cabo.

Le encanta mostrar a los demás que les caen bien y lo hace a través de cosas físicas. Si va a tu casa, es fácil que llegue con algo que indique que ha pensado en ti: unas flores, un libro, un adorno, etc. Es de los que pagan una ronda al grupo si van a un bar.

En su contra, diremos que este tipo de personas no suelen ser conscientes de lo mucho que gastan. Eso implica, a veces, que siente muy cerca la tentación de mentir para justificarse ante su pareja por los gastos que ha hecho.

Amante del riesgo

Le fascinan las ideas nuevas y las posibilidades poco exploradas. Es visionario, emprendedor y siempre «sigue su intuición».

Si uno es amante del riesgo, ha de mostrar responsabilidad. Puede llegar a obrar ciegamente si algo le parece óptimo, y no percatarse de los riesgos que esto implica. En el caso de llevar a cabo proyectos, hay que ceñirse a un calendario de acciones y un presupuesto para contemplar todos los escenarios posibles.

Las personas amantes del riesgo suelen ser impacientes y no escuchan todo lo que deberían. Hay que advertirles de cómo son para que se conozcan antes de que sea demasiado tarde. Sobre todo, debe cuidar su comportamiento para con la familia y los amigos, si no quieren perder su confianza o lamentar daños.

Buscador de seguridad

Planea minuciosamente para que todo salga según el plan previsto. No deja nada al azar. No es aburrido, pero nunca pondrá su tarjeta de crédito en riesgo si antes no tiene claro cómo va a cubrir ese gasto para cuando el banco reclame el pago.

El peligro de un buscador de seguridad es que se convierta en un buscador de certezas, alguien que no llega a dar el paso definitivo porque nunca tiene estudiado suficientemente el asunto y teme arriesgarse.

Despreocupado

No se preocupa por el dinero sino principalmente por las relaciones. Tienen suficiente con ir viviendo, el dinero no le apasiona y ni le motiva.

Un peligro es que sea despreocupado por lo que hace su pareja o sus socios con el dinero. Por ejemplo esto puede constituir un serio problema por falta de control sobre la persona que lo gestiona en el caso de las actividades conjuntas de la pareja.

Vía: Aleteia

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