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La vida tiene una parte de misterio que nadie puede descifrar. Hay que aceptarlo. así que disfruta de la vida, dando vida.

 

“La medida del amor es amar sin medida”, es una de mis frases favoritas de San Agustín, de esas que uno escucha frecuentemente, fáciles de decir, pero difíciles de ponerlas en práctica, hoy, en un mundo donde existe la presión social de ponerle medida al amor, inmediatamente luego del matrimonio.

Recuerdo cuando hicimos los esponsales con mi esposo, fue la primera vez que escuchamos este tipo de comentarios: “¡No se apresuren!, Disfruten la vida”. Yo, habiendo soñado con tener hijos casi toda mi vida, sentí una presión grande, porque después de nuestro matrimonio viajaríamos con mi esposo a realizar estudios en el extranjero entonces nos aconsejaban que nos dedicáramos ese año por completo a la universidad, porque tener un hijo, en un país extraño al nuestro y solos, era un completo desafío.

A mí desde luego, nunca se me ocurrió, que debiéramos aplazar el nacimiento de nuestra primera hija, aún, sabiendo que nos iba a costar muchísimo esfuerzo, cada mes esperábamos con mucha ilusión que llegara nuestro primer bebé.

Nosotros efectivamente “queríamos disfrutar de la vida”, y pensábamos que la mejor manera de disfrutar de la vida era con la vida misma. Y, así lo hicimos, recuerdo con mucha ternura, los primeros meses junto a mi esposo e hija, disfrutando de este maravilloso amor, recuerdo como la vida nos estaba regalando un crecimiento personal que ni la mejor universidad nos podía aportar.

 

Fecundidad espiritual en el matrimonio

Consiste en pensar en el ser amado, sentirlo, elevarlo con nuestro deseo a la mayor perfección de que sea capaz, llevarlo en nuestro corazón y hacernos uno con él.

 

«Esta fecundidad espiritual encuentra siempre cauces por los que discurrir y, si la naturaleza le niega el despliegue más propio del amor matrimonial, la transmisión de la vida, tomará la forma de hijos adoptivos, o acogidos, o simplemente volcará en los demás en las mil formas que él sabe modelar», expresa Javier Vidal-Quadras, en su libro: «Amar se escribe contigo».

 

El problema de los números

Otra presión social donde comienzan los comentarios de los matemáticos del amor, que pareciera que no han entendido la grandeza de dar vida y es que amar sin medida también es “no poner número al amor” ni por arriba ni por abajo. Los hijos no son números y se piensan uno a uno.

Cualquier número en materia de amor es imprudente y más cuando se trata de la transmisión de la vida.

Pero es importante también recordar que nadie debe cifrar el amor de nadie en un número, porque nadie vive en la conciencia del otro; hay que ser muy cauto y no juzgar nunca, pero esta verdad no ha de cegar el principio que lo propio del amor es la fecundidad.

La vida tiene una parte de misterio que nadie puede descifrar. Hay que aceptarlo. Ni en este siglo de las seguridades somos capaces de controlarlo todo.

 

 

Consejo

El escritor Javier Vidal-Quadras aconseja: Los recién casados deben poner lo esencial primero. Abrirse al amor sin condiciones y no juzgar el futuro con las capacidades del presente, que, cuando llegue a su vida ese hijo tempranero, su amor de padre y de madre les mostrará el camino a seguir con una nueva lucidez y competencia.

 

Lo propio del amor es la fecundidad.

 

Escrito por: Lorena Sánchez, Licenciada en Periodismo Internacional y MSc. En Matrimonio y FamiliaSección.

 

 

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