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Desde su creación hace ya casi 100 años Disney ha realizado muchos cambios, y la realidad es que no todos para bien.

Disney es un emporio de entretenimiento fundado hace casi 100 años con la idea de ofrecer contenido de fantasía a niños de todas las edades, al inicio con dibujos animados en cortos y largometrajes, luego con parques de diversiones y línea de cruceros y hoy con varios estudios de cine y televisión, como: ABC, ESPN, FX, National Geographic, Pixar, 20th Century, Lucasfilm y Marvel, bien como servicios de contenido en línea como Disney+, HULU y Star+. Su audiencia es de miles de millones de personas.

Es indudable que la marca es inmediatamente asociada con diversión para los más pequeños, no sólo por la variedad y calidad de sus personajes e historias originales, sino por la experiencia inolvidable que han logrado construir para la familia entera con cada uno de sus productos y servicios. Pero como todo gigante de medios, Disney se ha dejado contaminar cada vez más de la visión progresista que permea a toda la industria, alejándose de los valores familiares tradicionales que la caracterizaban.

Hace unos años empezaron introduciendo personajes amanerados en sus películas, series y cortos, sea por la vía de forzarlos sin valor agregado alguno para la trama o modificando personajes existentes para que desplieguen un perfil sugestivo, pero que no se declaraban explícitamente como homosexuales o transexuales. Más tarde la orientación fue manifiesta y claramente la intención era representar a personas GLBT en más y más proyectos, aunque las cifras oficiales en el mundo indican que esa población es en promedio apenas 1%.

 

 

La decisión de Disney

Un reporte de GLAAD, una ONG activista por los derechos de esos grupos, admitió que los medios sobre representan a su comunidad en hasta el doble de la realidad, influenciado la percepción del público sobre cuán común es que alguien sea homosexual, mientras que un informe de Gallup -una de las más prestigiosas encuestadoras en EEUU- indica que las personas sobre estiman la cantidad de homosexuales en hasta 5 veces la realidad.

Con ese contexto, Disney eligió este año entrar frontalmente en una batalla contra la inocencia de nuestros hijos cuando se vio forzada por sus propios empleados y el lobby progresista a pronunciarse sobre un proyecto de ley que el Estado de Florida abanderaba.

HB 1557 es una ley, ya aprobada, que proponía restringir el adoctrinamiento de niños menores a 5 años, impidiendo que se les hable sobre orientaciones y preferencias sexuales en centros educativos, dejando a sus padres la decisión de cuándo y cómo hablarles de temas sensibles como aquel.

Inicialmente, Disney no se pronunció, como de hecho nadie en la industria esperaría que un conglomerado mediático opine sobre legislación y política, pero algunos de sus empleados y figuras prominentes criticaron a la dirección de la compañía por no hacerlo, lo que la empujó a criticar el proyecto de ley y luego activar iniciativas internas para aumentar la introducción de personajes gay en sus películas y series, bien como abolir el uso de términos como “niños y niñas” o “damas y caballeros” en los saludos que su personal da en parques, hoteles y cruceros.

Es sorprendente que una empresa supuestamente dedicada al entretenimiento de menores de edad, que debería mantenerse alejada de ideologías y enfocarse en contar historias inocentes y crear experiencias positivas para su audiencia, decida incursionar en una batalla cultural contra sus propios clientes.

 

 

Efectos

La actitud tomada por Disney ha desatado el rechazo de millones de familias alrededor del mundo, que están cancelando suscripciones a servicios streaming, viajes y visitas a parques que, en otras épocas, usaban el lema «EL LUGAR MÁS FELIZ DE LA TIERRA».

Las autoridades también están tomando cartas en el asunto, como revertir leyes en el Estado de Florida, donde Disney opera parques de diversiones, estudios, hoteles y cruceros, que hasta ahora significan exoneración de impuestos y hasta la capacidad de gobernarse a sí mismos en materias como seguridad, sin sujetarse a las autoridades regulares.

En lo legislativo, Disney también corre el riesgo de perder la titularidad de derechos de autor en varias de sus propiedades una vez que los mismos han expirado más de una vez en las últimas décadas y la casa del ratón había conseguido siempre que se los prorroguen unos años más.

Pero la prueba de fuego es para las familias que una vez más deberán elegir entre continuar apoyando y financiando a empresas que trabajan contra nuestros hijos, que atentan contra su inocencia y se convierten en lugares peligrosos o sacrificar la ilusión y asombro de los más pequeños en favor de protegerlos de contenidos y experiencias inadecuadas para su edad.

 

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Escrito por: Pablo Moysam D.
Twitter: @pmoysam
 Spotify: Medio a Medias.

 

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