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El amor de verdad: El vídeo anti-San Valentín que triunfa en Instagram. Conoce más y saca tus propias conclusiones.

Un vídeo que habla sobre el amor de verdad se hace viral en la red social… El post de Instagram que contiene el vídeo comienza así: «No puedo evitar que no me guste la palabra amor». Sin duda, una afirmación dura y que a primera vista puede sorprender. Pero lo que escuchamos y vemos en el vídeo después… da sentido a todo.

Desde siempre San Valentín me ha parecido una fiesta un poco cursi y empalagosa. No puedo evitarlo, porque la palabra ‘amor’ y todo lo que rodea a esta celebración, ha adquirido una serie de connotaciones bastante irreales. Cuando pensamos en amor nos viene el color rosa, lo asociamos a algo femenino, corazones y pelis románticas.

Y es verdad, no me voy a poner en plan hater. San Valentín tiene muchas cosas buenas. Celebrar el amor siempre es algo bueno, y en mitad de esta sociedad tan llena de malas noticias, esto siempre es una buena noticia. Pero también es cierto, que el marketing de las rosas y los chocolates -y Hollywood- ha convertido la palabra amor en algo que simplemente no es.

Es como creer que la vida siempre va a ser perfecta. Siempre nos va a ir bien, siempre vamos a estar alegres, siempre vamos a disfrutar… Si nos vendieran esa imagen de la vida la compraríamos sin dudarlo, pero a la vez sería más grande el golpe al darnos cuenta de que esto no es real.

Y eso es lo que en el fondo quiere transmitir este post sobre el amor en Instagram. Un vídeo que ya tiene 40 mil reproducciones y que se ha compartido miles de veces. La voz en off de Javier González (@javinambauan) -aquí el que escribe- nos cuenta precisamente esto. Que el amor no es solo lo que pasa en San Valentín o en las películas de Jennifer Aniston.

En el amor no son solo celebraciones -que también-. En el amor no existe solo esa primera etapa de enamoramiento -que es preciosa-. Después del «y comieron perdices», sigue la historia. Y es aquí donde se demuestra el verdadero amor y la verdadera fidelidad. Cuando uno empieza a conocer de verdad a la otra persona, con sus debilidades, sus pecados, su historia y esas cosas que no te gustan y que nunca te gustarán.

En la vida pasan cosas que uno no quiere que pasen. Vienen momentos duros y difíciles. Y es aquí, donde surge el amor de verdad. Cuando se sufre, cuando uno es capaz de sacrificarse, de perdonar, de pedir perdón… de seguir adelante en las crisis más grandes. Porque además son estas las que nos enseñan y nos ayudan a crecer en el amor.

Amar es una decisión

Siempre se lo digo a mi prometida. Cuando nos conocimos la quería muchísimo, estaba enamoradísimo y no dejaba de pensar en ella. Ahora la cosa ha cambiado… claro que sí. Porque tiene que cambiar. Hoy, después de años, la quiero muchísimo más que antes. Y no solamente por todos los momentos increíbles que hemos pasado juntos, sino también por esas guerras en las que hemos combatido juntos y hemos salido victoriosos.

El amor es una decisión de cada día. Es elegir querer a esa persona y a ninguna más. El día de San Valentín, el día de tu boda, el día que nacen tus hijos…. y también cuando tengas 60 años, la piel se haya arrugado y la rutina sea difícil de combatir.

No es fácil desde luego. Es un ideal. De hecho, es el más grande ideal que existe, y por eso no siempre llegamos. No somos perfectos y así es como debe ser. Y para el que siga un poco dubitativo todavía, yo en mi infinita debilidad, te cuento que hace 2.000 años un hombre decidió querernos hasta el extremo y dio su vida por sus amigos. Por ti y por mí.

Ese fue el mayor mensaje de amor de la historia. Un mensaje que ha sobrevivido siglos para que tú sepas que aunque nosotros seamos incapaces de querer de esta forma -aunque San Pablo sea muy exigente-, Él sí que es capaz. Fue capaz durante los latigazos, durante los insultos, durante el abandono de sus amigos, durante los clavos y la corona… y muriendo en la cruz. Ese es sin duda el amor más grande. Olvidarte de ti, y morir por el otro.

Así que hoy, mañana y pasado… feliz no San Valentín.

 

 

Escrito por: Javier González García, Aleteia.

 

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