El Cardenal Peter Erdo, relator general del Sínodo Extraordinario dedicado a los “Desafíos pastorales de la familia en el contexto de la Nueva Evangelización”, que se celebra en el Vaticano desde el 5 al 19 de octubre, recordó que el matrimonio sacramental nunca podrá disolverse por voluntad de los propios contrayentes.
Fundándose en los contenidos del Instrumentum laboris, fruto también de las respuestas dadas en el cuestionario elaborado por la Secretaría del Sínodo, el Cardenal Erdo afirmó en una entrevista concedida a la revista italiana Rossoporpora y publicada el 2 de octubre que “podemos retener que la mayoría de los católicos del mundo sabe que el Matrimonio sacramental es indisoluble por voluntad de los propios contrayentes. No es una relación en el tiempo, no se puede disolver”.
“En relación a esto hay un gran acuerdo, no por motivos teológicos abstractos, sino bíblicos y de Catequismo de la Iglesia”, añadió.
Durante el Sínodo de la Familia, la tarea del Cardenal Erdo será moderar y recoger las aportaciones que surgirán del debate entre los padres sinodales, para cuyo desarrollo, invita a “ser fieles al método usado durante el Concilio Ecuménico Vaticano II, con argumentos teológicos grandes y profundos cuyos resultados se ofrecieron a la vida de la Iglesia”.
“Debemos comunicarnos con los hombres y mujeres de hoy porque los valores del Evangelio no solo se acepten, sino que sean atractivos, capaces de hacer nuestra vida feliz. El gran desafío es éste”, subrayó.
El Cardenal Erdo tiene 62 años, ha sido Arzobispo de Esztergom-Budapest y primado de Hungría. Desde 2006 es Presidente de la Conferencia Episcopal Europea.
En referencia a la polémica desatada sobre la administración del Sacramento de la Comunión a los divorciados vueltos a casar, -propuesta por el Cardenal alemán Walter Kasper para el Sínodo-, el Cardenal Erdo explicó que “éste no es el tema central del debate”.
En la Iglesia Católica, las personas divorciadas vueltas a casar tienen un acceso diferente al Sacramento de la Comunión con respecto al resto de fieles, solo puede darse de modo espiritual. El motivo es que durante el matrimonio los cónyuges hacen un pacto con Dios, y Dios hace un pacto con ellos, creándose un sacramento indisoluble, dentro del cual no tiene sentido alguno una segunda unión.
En esta línea y según los datos obtenidos del Cuestionario enviado a las conferencias episcopales para la elaboración del Instrumentum Laboris del Sínodo en referencia a todos los ámbitos de la familia, el Cardenal Erdo explicó que “en la mayoría de los países, tales divorciados no piden nada”.
“En muchos países –explicó-, es rarísimo que los divorciados vueltos a casar quieran volver a la comunión. Muchos divorciados celebraron su primer matrimonio en la iglesia, pero luego no se preocuparon de frecuentarla. Y por tanto, para ellos, la cuestión de la readmisión a los Sacramentos no es algo importante, ni les supone un problema. En algunas regiones incluso, los divorciados vueltos a casar no saben siquiera que no pueden acercarse a ciertos sacramentos”.
Para el Cardenal Erdo, el debate desatado acerca de este Sacramento y las personas en segunda unión, encuentra su explicación en “personas de 40 años o más empiezan a conocer verdaderamente la fe, quizá a través de los amigos”.
“Son personas bautizadas, que celebraron su primer matrimonio en la iglesia, y después, desde el punto de vista católico se quedaron parados ahí. Nunca fueron realmente practicantes. Divorciados y vueltos a casar, después de un recorrido de acercamiento a la fe, comienza a comprender que su situación matrimonial no es compatible con el redescubrimiento de la fe”, señaló.
Desde el punto de vista pastoral, el Purpurado indicó que esta es una oportunidad para explicar el verdadero valor del matrimonio, reflexionar sobre el pasado, y sobre los motivos del desafío matrimonial. “Puede darse que, profundizando en su historia, se descubran motivos reconocidos por la Iglesia como elementos potenciales de declaración de nulidad del primer matrimonio. Si fuera así, la sucesiva sentencia eclesial de nulidad del primer matrimonio no será solo un acto oficial, formal para poder considerar válida la segunda unión, sino una verdadera y propia liberación psicológica y pastoral”, afirmó.
Para el Cardenal Erdo, el principal enemigo de la familia es la tendencia actual de convivir sin estar casados. Se trata de “un problema global que estadísticamente es el más relevante de todas las cuestiones”. “La gente ya no se casa. En Hungría, más del 50 por ciento de las parejas, de cualquier edad, convive sin forma alguna de institución, ni religiosa ni civil”.
“El matrimonio y la familia no son solamente una realidad espiritual, si no que tienen una incidencia en la sociedad: por tanto, queriendo o no, asumen un papel institucional importante”, remarcó.
Por último, el Cardenal Erdo indicó que la competencia del Sínodo será hablar del matrimonio en el contexto de la evangelización, “un tema muy importante, comprobado por la realidad de los hechos”. “En muchos continentes las familias se han convertido en el núcleo operativo parroquial, hacen el trabajo caritativo y el anuncio entre los no creyentes”, concluyó.
Vía: ACI/EWTN Noticias