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El papa Francisco pidió a los profesionales de la salud “un esfuerzo por tratar a los enfermos como personas y no como números”.

En una audiencia que concedió el pasado viernes 17 de mayo a miembros de la Asociación Católica de Trabajadores de la Salud, con motivo del 40 aniversario de su fundación, el Santo Padre valoró los progresos médicos que han permitido identificar y curar un gran número de enfermedades y dolencias.

Al mismo tiempo, explicó que la transformación en empresa de los servicios sanitarios, “que ha puesto en primer plano las necesidades de reducción de costos y de racionalización del servicio, ha cambiado fundamentalmente el enfoque de la enfermedad y del paciente mismo, dando una preferencia a la eficiencia que no pocas veces ha dejado en segundo lugar la atención a la persona, que necesita ser entendida, escuchada y acompañada, tanto como necesita un diagnóstico correcto y un tratamiento efectivo”.

El Papa, alabó los esfuerzos de esta Asociación “por defender y promover la vida. Empezando por aquellos que están más indefensos o que necesitan asistencia porque están enfermos o son ancianos o marginados. O porque se asoman a la existencia y piden que se les reciba y se les cuide”.

Problemas éticos

En su discurso, Francisco llamó la atención sobre los avances de la ciencia médica, sobre los avances tecnológicos que han permitido mejorar los diagnósticos y tratamientos, “planteando, sin embargo, problemas éticos cada vez más fuertes”.

De hecho, “muchos creen que cualquier posibilidad ofrecida por la técnica sea de por sí moralmente factible. Sin embargo, en realidad, cualquier práctica médica o intervención sobre el ser humano debe evaluarse cuidadosamente para saber si realmente respeta la vida y la dignidad humanas”.

En este sentido, defendió el derecho a la objeción de conciencia, derecho que “hoy se pone en tela de juicio”.

Explicó que ese derecho, “en los casos extremos donde la integridad de la vida humana esté en peligro se basa, pues, en la necesidad personal de no actuar de manera diferente a la propia convicción ética. Pero también representa una señal para el ambiente sanitario, en el que uno se encuentra, así como para los pacientes y sus familias”.

“La elección de la objeción, sin embargo, cuando sea necesaria, debe hacerse con respeto, para que no se convierta en motivo de desprecio o de orgullo lo que debe hacerse con humildad, para no generar en quien os observa un igual desprecio, que impediría la comprensión de los verdaderos motivos que os empujan.”, señaló.

Abiertos al diálogo

Por el contrario, abogó por el diálogo, “especialmente con aquellos que tienen posturas diferentes, escuchando su punto de vista y tratando de transmitir el vuestro, no como alguien que sube a una cátedra, sino como el que busca el verdadero bien de las personas”.

El Papa, no obstante, no sólo tuvo palabras para los pacientes, también reconoció que las condiciones laborales de los profesionales sanitarios no siempre es la idónea. “En un entorno donde el paciente se convierte en un número, vosotros también corréis el riesgo de serlo y de ‘quemaros’ por los turnos de trabajo demasiado duros, por el estrés de las emergencias o por el impacto emocional”.

Finalmente, exhortó a los profesionales sanitarios “a ser fieles a la oración y a nutriros de la Palabra de Dios: siempre con el Evangelio en el bolsillo, al alcance de la mano: cinco minutos, se lee, para que entre en nosotros la Palabra de Dios. Que os inspire el ejemplo de constancia y dedicación de los santos. Muchos de ellos han servido con amor y desinterés a los enfermos especialmente a os más abandonados”.

Por lo tanto, “es importante que los profesionales de la salud tengan garantías adecuadas en su trabajo, reciban el reconocimiento adecuado por las tareas que realizan y puedan usar las herramientas adecuadas para estar siempre motivados y capacitados”.

Vía Aciprensa

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