Marzo es el mes en que se recuerda el Día Internacional de la Mujer y también el Día del Niño por Nacer que, además coincide con la fiesta de la Anunciación, en que celebramos el misterio de la Encarnación, cuando Dios se hizo hombre. Un mismo mes para recordar a la madre y al niño.
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Pero a pesar de esto, cada vez menos los niños son bien recibidos en las familias de Ecuador y del mundo, en parte porque ya no se trata de familias en todos los casos, sino parejas que dicen no querer tener hijos, por lo que usan anticonceptivos o los abortan cuando son concebidos. La triste realidad del mundo actual es que las parejas ya no se casan y si se casan no tienen hijos, quizás un gato; pero si deciden concebir no tienen más de uno. Las excusas son múltiples: que el dinero no alcanza para darles a todos la vida que queremos para ellos, que el mundo es muy violento o hay mucha maldad, que el planeta no aguanta un ser humano más. En el colegio de mis hijas, que también fue el mío hace muchos años, un profesor de ciencia les dijo hace poco que el ser humano es un parásito del planeta porque sólo consume y no aporta nada, supuestamente.
¿El resultado? La tasa de natalidad en Ecuador ya cayó por debajo de la llamada tasa de reposición, es decir la cantidad mínima de hijos por mujer en edad fértil que un país debe tener para ser sustentable. Dos generaciones atrás, las mujeres en Ecuador daban a luz en promedio a casi 6 hijos, hoy 1.8, el mínimo es 2.1. Así, la población ecuatoriana ya está envejeciendo y si seguimos así, en 15 años empezará a reducirse. No hay la tal sobrepoblación, al contrario, todos los países de Europa, Norteamérica y algunos de Asia ya presentan tasas de natalidad menores a 2.
¿Y cuál es el efecto en la reducción de la tasa de natalidad en un país? Menos niños significa que la edad promedio de la población va aumentando, es decir envejeciendo; por lo tanto, el sistema de seguridad social se ve perjudicado: Menos jóvenes trabajando y aportando y más personas de la tercera edad jubilados que ya no aportan, pero reciben beneficios. Poco a poco la seguridad social se desfinancia porque entra menos dinero por un lado y sale más por otro. También, menos jóvenes significa que escasea la mano de obra, lo cual afecta la productividad de las empresas y termina encareciendo productos y servicios, generando inflación. Cuanta menos población haya en un país, menos consumo y por ende contracción económica, también menos ahorro e inversión, todo lo cual redunda en menos crecimiento o inclusive reducción.
Pero los efectos no son sólo materiales. Menos población reduce además la posibilidad de nuevos científicos, deportistas, pensadores y artistas nacionales. La identidad cultural del país está en juego.
El 25 de marzo, Día del Niño por Nacer, las familias ecuatorianas ratificamos el derecho constitucional a la vida, consagrado en la Constitución en la sección sobre derechos de niños y adolescentes; el artículo 45 claramente dice que se reconoce la vida desde la concepción y manda al Estado a protegerla y brindarle todos los cuidados. Pero como sabemos, la Corte Constitucional en 2019 despenalizó el aborto en casos de violación por la presión de grupos de feministas que ahora, 6 años después, están exigiendo que el aborto sea libre en todos los casos, tal y como advertimos entonces.
Ayer una muy buena amiga me compartió esta historia, dos bebés en el vientre de su madre están conversando, uno le pregunta al otro :
“¿Qué crees que haya después del parto?”
¿Después del parto? ¿estás loco? -dice el 2do ¡no hay nada después del parto!
Entonces el 1ro insiste “¡Claro que tiene que haber vida después del parto, esta ha de ser solamente una preparación para la siguiente, allá creo que debe haber más luz, quizás sea posible caminar con estas piernas o comer con nuestras bocas, talvez tengamos otros sentidos que no podemos comprender ahora!”
Ja ja ja-se ríe el 2do irónicamente ¿caminar, comer? Mira, te explico, para eso está el cordón umbilical, así nos alimentamos, es un hecho científico. Y hay una razón para que no sea tan largo, es porque aquí es donde debemos estar. Estamos hechos para vivir aquí. Si fuese verdad que hay vida después del parto, ¿por qué nunca nadie ha regresado para contarlo? Después del parto no hay nada, se acaba la vida, es el fin de nuestra historia.
“No me convence” -dice el 1ro “pero de ley conoceremos a mamá y ella nos cuidará”
Pero el 2do lo mira y dice: todavía crees en mamá, si de verdad existiera ¿dónde está? ¿por qué no podemos verla?
El 1ro responde “está en todas partes, alrededor nuestro, conectada a nosotros, vivimos en ella y por ella, sin ella no existiría este mundo”
El 2do se resiste: si no la veo, lo lógico es que no existe
“Cuando haces mucho silencio” -dice el 1ro “si te quedas muy quieto es posible escucharla, sentir su presencia”.
Pablo Moysam D.
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