En esta oportunidad compartimos un nuevo artículo que habla acerca del propio valor de cada mujer, exaltando su vida y esfuerzo diario.
En mi propio valor…
Si tan solo la recuerdo, era tan dulce y frágil, era tan soñadora y tierna, tenía sueños, tenía experiencias. Era llanto y era vida, Era cálida entre sus brazos. Tan solo ella era magia. Tan sólo ella creaba vida, tan sólo era yo siendo una niña…
Durante muchos años, la mujer fue separada de su propio entorno, fue olvidada, obligada y obstinada; el sistema la invalidaba, difícilmente esas mujeres hayan vivido un verdadero amor propio firme y duradero, probablemente esas mujeres no fueron fieles a ellas mismas, porque tenían que obedecer a un sistema poco justo para ellas.
Es importante por ello preguntarnos:
¿Hoy en día esas mujeres existen?
¿Existe aquella mujer que no es fiel a su palabra?
¿Existe aquella mujer que se alinea para encajar en un lugar o posición, en contra de sus deseos?
¿Actualmente vive la mujer invalidada por ella misma?
¿Está viva la mujer que aún cree que no merece ni vale lo suficiente?
¿Sigue viva aquella niña que tuvo que cambiar sus sueños?
¿Hoy la mujer permite pasar por un filtro de aceptación externo?
Te invito a reflexionar estas interrogantes, con el fin único de clarificar tu auto – concepto, y auto – reconocimiento, ya que desde esta aceptación total y plena es que empieza el verdadero amor y transformación.
La realidad actual
Hoy, aunque se nos haga complejo el reconocerlo, siguen esas mujeres estando vivas dentro de cada una, aún estamos atrapadas y no por otros, sino por nuestra propia mente, aquella que a veces olvida nuestro verdadero valor, amor y respeto. Y se centra en
satisfacer afuera lo que adentro no acepta, es justamente en ese momento que cada una se pierde, en aquel torbellino de prejuicios y de etiquetas injustas que cada una se auto impone, sabiendo, en lo más profundo de nuestro ser, que esto no es totalmente cierto, y etiquetamos nuestra belleza, inteligencia, decisiones, procesos y resultados, porque estamos programadas para ello, es poco probable que alguien se haya preocupado en programarnos a ser compasivas, amorosas y consideradas en cada palabra que lanzábamos hacia nuestro propio ser.
No hablo de lo que le decimos al resto, hablo de lo que nos decimos a nosotras mismas y es justamente ahí, donde hoy debemos sustituir, esa conversación poco valiosa para salir de las realidades de cada una. Cada mujer vive su propia historia y es creadora de ella, no obstante, es poco común darte esos espacios de reconocimiento por aquello que estás viviendo y que estás procesando, hoy todos centran una mirada en el resultado, sin valorar el proceso.
Tal vez no encajes
Las corrientes de una nueva era de trabajo, de redes sociales y la inmediatez de cada cosa, hace que ahora veamos menos el valor que llevamos dentro, sino más bien, vemos aquello que hizo falta, aquello que no encajo, aquello que no fue aplaudido o etiquetado con likes.
Y esto crea una mujer más vulnerable y más enmascarada, porque falsamente se cree que ahora debemos ser la antítesis del pasado, hoy queremos erradicar a la mujer del pasado generalizando la creencia de la autosuficiencia, control emocional y poder absoluto; siendo esto una verdad a medias, porque mientras más queramos crear este perfil falso de una mujer, más vulnerables nos volvemos a abusos, bullying, enfermedades psicológicas y catastróficas, llegando a tener finales infelices.
Las tendencias del mundo respecto al valor propio de una mujer
Hoy el mundo está llevando una propuesta de perfil de mujer falso, el cual consiste en tener una mujer con una armadura sólida que puede con todo y con todos, y muchas veces hemos caído en ello, por ego, soberbia y orgullo, para dejar clara la cinta que somos poderosas, y es justamente ahí donde nos perdemos, perdemos esa fragilidad natural de no poder con todo ni con todos, porque simplemente nadie humanamente puede, perdemos nuestra vulnerabilidad, porque expresar las emociones nos convierte según la visión externa en personas débiles.
Por lo dicho entonces ahora somos acumuladoras de emociones convirtiendo esto en una bomba de tiempo para nuestros cuerpos, perdemos el sentido de querer recibir amor de manera pura, respetuosa y pacífica, más bien, se convierte en una competencia por quién encaja mejor su exterior para obtener una relación y ser aceptada por una pareja. Todo esto se funde en una pérdida constante de nuestra persona, en querer ser hacia los demás más firme, siendo infieles con nuestra propia esencia y sueños.
En fin, hoy probablemente la mayoría sigue estando atrapada por ello, olvidando dónde está el verdadero valor de existir, llorar, amar y crear, sin importar el resultado, hoy el valor del presente se pierde por encajar en sueños hipotéticos e inalcanzables del futuro, creando frustraciones dentro de un círculo vicio.
Ahora es el espacio de encontrar ese valor que se nos ha perdido de uno u otro modo, para poder encajar en nuestros propios sueños, limitaciones y sobre todo en la certeza de que: “El primer amor… eres tú”.
Escrito por: con amor Janeth Once. Correo: info@janethonce.com
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