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¿Más comunicados o peor conectados? Te cuento cómo curarte del «phubbing» y rescatar tus relaciones.

La gente está ignorándose en situaciones sociales a un nivel nunca antes visto… y lo peor es que ese desaire social no solo pasa desapercibido, sino que está normalizado, e incluso le han dado nombre phubbing.

Se está haciendo parte de nuestras interacciones sociales normales. Y, cuando alguien se siente ofendido por ese desprecio, el que lo está cometiendo cree que no está haciendo nada malo.

 

 

Un comportamiento socialmente aceptado

El phubbing es un neologismo inventado por investigadores sociales para describir un comportamiento cada vez más frecuente y cada vez más ignorado en las interacciones sociales: el ignorar a la persona que tenemos delante para mirar nuestro teléfono.

El término proviene de dos palabras inglesas phone snubbing (algo así como desaire por el teléfono) que sumadas dan phubbing.

Como dije anteriormente, el problema de este comportamiento no es que esté muy extendido y que tenga una cierta «tolerancia» entre pares.

Es que cuando alguien se siente mal frente a ese comportamiento y se lo recrimina a quien lo hace, el que lo está perpetrando, el que está ignorando deliberadamente a quien tiene a su lado para mirar su teléfono, no siente que esté haciendo nada moralmente reprochable.

Y, cuando se siente interpelado, mira a quien se queja como si estuviera pidiendo algo totalmente imposible: la atención plena y constante en una conversación.

Un problema creciente

La dificultad entonces estriba en que cada vez nos cuesta más la interacción social directa y constante. Una conversación de uno a uno sin distracciones parece cada vez más difícil e inaccesible para muchísima gente.

¿Por qué parece cada vez más difícil? Porque nuestro sistema nervioso tiene una norma ineludible: «Úsalo o lo pierdes». Y nuestra atención, nuestra capacidad de escuchar y estar presentes en una conversación no es una excepción a la regla. Si no usamos nuestra atención, cada vez nos cuesta más fijarla y sostenerla.

En los últimos años, los creadores de aplicaciones para celulares se fueron dando cuenta de esto. Fueron reduciendo cada vez más la cantidad de atención necesaria para los contenidos que generan. Si un reel, un tiktok, un video no captura la atención del usuario en cinco segundos, entonces aparece el peligroso swipe (deslizar) y hacemos “desaparecer” el video.

Este «deslizar» nuestra atención hacia la novedad se convierte entonces en la actividad principal de nuestra interacción social. Si algo no captura mi atención, lo «deslizo». Lo «anulo» mediante el gesto de mover un dedo.

Y si la persona que tengo adelante no captura mi atención, pues tomo el teléfono para hacer swipe en mi teléfono y hacer desaparecer a la persona aburrida que tengo enfrente.

 

 

¿Cómo afecta el phubbing a nuestras relaciones?

De acuerdo a la investigación de John Gottman, dos de los predictores para el divorcio y dificultades en la relación con nuestros hijos son el desprecio y la actitud evasiva. Y el phubbing es ambas.

Es tanto una actitud evasiva (si no quiero estar contigo puedo sumergirme en mi teléfono) como un desprecio (antes que hablar contigo y prestarte atención tengo otras muchas cosas que me interesan más).

Si estas actitudes se mantienen en el tiempo, lo más frecuente es que tengan una tendencia a empeorar y a volverse inmanejables, en lugar de mejorar y volver a la zona de control.

El sistema involucrado en este tipo de comportamientos es el sistema límbico (¡es el sistema que controla nuestra motivación y nuestra vida afectiva!). Atrofiar o interferir con el sistema límbico puede llevar a consecuencias muy graves en nuestra capacidad de relacionarnos con nuestros afectos.

¿Cómo afecta el phubbing a mi salud?

La salud mental es una cosa seria. Y estando involucrado el sistema que regula nuestra motivación, cualquier precaución es poca. El problema del uso y consumo de celulares es que son «necesarios» (ya no se concibe andar sin celular por la vida) pero son completamente invasivos, hasta el punto que no nos dejan relacionarnos normalmente con las personas a las que más amamos.

La novedad es lo que regula nuestra atención: nos sentimos atraídos hacia lo que es novedoso. Cuando encontramos algo novedoso, nuestro cerebro genera dopamina, que es un neurotransmisor responsable del bienestar: nos sentimos «bien» por ver algo novedoso.

Pero aquí viene la parte complicada: una vez que pasa la «novedad» no volvemos a nuestro equilibrio emocional, sino que quedamos un poquitín más abajo, por debajo de nuestro equilibrio.

Y, por lo tanto, buscamos más novedad: y nuestro celular es una fuente aparentemente inagotable de novedad. Pero cuanta más novedad consumimos, más necesitamos, y cada vez quedamos más «abajo» emocionalmente. Se convierte entonces en un circuito adictivo, en un problema que, de no cortarse, nos puede llevar fácilmente a la depresión y a la falta de motivación.

¿Cómo sé si soy un phubber?

Casi todos somos phubbers. Es una conducta que está tan universalizada y tan normalizada que pasa desapercibida. Por eso, se vuelve cada vez más difícil de erradicar.

Justificamos nuestro comportamiento y comprendemos el comportamiento de los demás. Las interacciones personales son aburridas y exigen un recurso cada vez más escaso: la atención.

Para saber si soy un phubber, necesito evaluar estos aspectos:

  • Frecuentemente, estoy llevando dos conversaciones: una en persona y otra en el teléfono. Casi con seguridad estoy haciendo muy mal ambas.
  • Llevo mi celular a reuniones sociales. Pongo mi celular cerca del plato o en un bolsillo accesible «solo por si acaso». Y no hace falta tomar el celular y encenderlo. El solo hecho de tenerlo cerca y con las notificaciones encendidas hace que decaiga mi capacidad de atención a la conversación presente.
  • Sencillamente, no puedo estar más de 10 minutos sin mi teléfono. Aquí el phubbing se suma a otro acrónimo, el FOMO (Fear of Missing out). Un buen equivalente en español sería MAPA (Miedo A Perderme Algo). Hace que, aun no teniendo mi celular cerca, mi atención esté dividida, pensando en que podría estar pasando algo importante y yo perdiéndome de las novedades.

 

 

¿Cómo combatir el phubbing?

Un buen diagnóstico es un buen comienzo de una recuperación. Si ya me di cuenta de que estoy haciendo phubbing, entonces tengo que buscar el modo de combatir la conducta nociva. En este artículo te cuento algunas estrategias bastante efectivas para combatir la adicción al celular.

Pero con el phubbing específicamente podemos hacer cuatro cosas hoy mismo, cuatro cosas que nos van a devolver nuestra conexión emocional y nuestra capacidad de atención, especialmente nuestra capacidad de atención en circunstancias sociales.

Haz una zona sin celulares: puede ser el comedor o el living de la casa, O puede ser un espacio de tiempo (desde las 19:00 hasta las 23:00 se apagan los celulares). Tenemos que tener un tiempo, un lugar, un espacio seguro para nuestras comunicaciones personales. La hora de la comida principal (almuerzo o cena) es ideal para este tipo de restricciones: 0 pantallas en estas horas.

Déjate el teléfono. Cuando salgas a hacer algunas cosas (las compras, o tomar el té con un amigo, o visitar parientes) deja el teléfono deliberadamente para tener toda la capacidad de atención concentrada en la persona o tarea que vas a realizar.

Desafíate. Proponte metas alcanzables y mensurables que te permitan dejar de depender tanto del teléfono. Desinstala las aplicaciones más usadas (especialmente las redes sociales y los juegos) «ayuna» de WhatsApp o de aplicaciones que consuman tu atención por un tiempo y ofrece a Nuestro Señor el sacrificio que eso implica por las almas del purgatorio, por ejemplo.

Pide ayuda. Si esto te resulta insoportable, si tienes dificultad hasta para hacer estas tres sencillas cosas que te describí en los puntos anteriores, pide ayuda: a tu sacerdote, a tu esposo, esposa, padres, hermanos o amigos, a un psicólogo o psiquiatra de confianza. A cualquiera que creas que te puede dar una mano.

¿Cómo ayudo a alguien cercano que es víctima del phubbing?

Como esta conducta está tan extendida y justificada – y como es muy difícil admitir que tenemos un problema de conducta -, entonces es importante comprender que al señalar esto a quien está haciendo phubbing, este pueda ponerse a la defensiva.

Por eso, tendremos que ser extraordinariamente pacientes, y tratar de ayudar a la persona desde el amor y la paciencia y no desde la irritación o la acusación.

Sé un buen ejemplo. Si el otro está usando problemáticamente el teléfono y yo le pido que no lo utilice, sería una actitud muy contraproducente que se lo diga con el teléfono en la mano. Mi conducta tiene que ser modélica de lo que quiero obtener del otro.

Exige y alienta. Si una persona con la que convives está haciéndote phubbing o haciéndoselo a otro, es necesario decírselo, sin irritarse, tantas veces como lo esté haciendo. Si logra «desprenderse» del teléfono, elógialo y reconoce su logro.

Sé comprensivo. Si bien el phubbing no es una adicción en sí misma, sí es un uso problemático de la tecnología. Romper un hábito tan arraigado lleva tiempo y no se va a solucionar en el primer pedido. Tendrás que armarte de paciencia y prepararte para un proceso largo de abandonar la conducta indeseable.

Nuestra salud mental es un delicado equilibrio, y cuando algo la amenaza con tanta fuerza, tenemos que reaccionar. Nuestras relaciones personales dan sentido a nuestra vida, y cuando el mismo sentido de nuestra vida está en riesgo porque un dispositivo las domina y las ahoga, entonces es el momento de pensar seriamente si no deberíamos quitar de nuestra vida ese dispositivo: mejor llegar al Cielo incomunicados que ir al infierno con nuestros perfiles de redes sociales llenos de likes.

Pidámosle a Nuestro Señor la fortaleza para sobreponernos a estas tentaciones aparentemente tan difíciles de manejar: Él, que puede hacer un Cielo nuevo y una tierra nueva, ¿No nos va a ayudar en nuestra necesidad?

 

 

Escrito por: Andrés D’ Angelo, vía Catholic-Link.

 

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