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El suicidio es uno de los grandes problemas de la sociedad, por ello es fundamental que estemos preparados para identificar conductas suicidas.

El suicidio es el acto autoinfligido para causarse la muerte en forma voluntaria, deliberada,
en el que intervienen sucesivamente el deseo suicida, la idea suicida y el acto suicida en
sí; según la Organización Panamericana de la Salud, cada año más de 703.000 personas
se quitan la vida tras numerosos intentos, lo que corresponde a una muerte cada 40
segundos; otros datos que se deben tener en cuenta sobre el tema, son los siguientes:

  • Es una de las diez causas principales de muerte en los países; y en la población joven se encuentra entre las dos o tres primeras causas de muerte.
  • Se suicidan más del doble los hombres que las mujeres (12,6 por 100 000 hombres frente a 5,4 por 100 000 mujeres).
  • En 2019 fue la cuarta causa de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años en todo el mundo.
  • El Ecuador se encuentra entre los 10 países con mayor incidencia de muertes autoinfligidas en jóvenes a nivel mundial, según un informe del MSP del 2021.
  • Por cada acto de suicidio se estiman alrededor 10 a 20 intentos autolíticos.

Comencemos entendiendo lo que significa un comportamiento suicida, el cual se refiere a las acciones tomadas por alguien que está considerando o preparando la causa de su propia muerte, va desde la ideación en sus diferentes expresiones, pasando por las amenazas, los gestos e intentos, hasta el suicidio propiamente dicho; la presencia de cualquiera de estos indicadores (ideas, amenazas, gestos e intentos) debe considerarse como un signo de alto riesgo en el individuo que los presenta.

 

 

¿Qué detona las conductas suicidas?

Contrario a lo que se piensa, la existencia de un motivo no desencadena habitualmente un acto suicida de forma inmediata, suele iniciarse con una serie de señales en su comportamiento frente a los otros o situaciones, lo que debe ser una alerta para los padres y cuidadores de dar la atención necesaria y buscar soporte profesional, a continuación enumero otras conductas que deben ser tomadas en cuenta:

  • Comportamientos inadecuados o impulsivos, cambios en la alimentación o sueño.
  • Pérdida de interés en actividades habituales, en la escuela o trabajo.
  • Aislamiento de amigos y miembros de la familia.
  • Uso excesivo de alcohol y drogas, toma de riesgos no necesarios.
  • Descuido de la apariencia personal.
  • Dificultad para concentrarse por excesos de ideas o pensamientos invasivos.
  • Sentimientos de querer morir, expresar verbalmente: «Me quiero matar» o «me voy a
    suicidar», indicios verbales como: «Ya voy a dejar de ser un problema» o «si algo me
    sucede quiero que sepas».

 

 

¿Qué podemos hacer para prevenir el suicidio?

Puedes preguntarte, cómo podemos hacer aquellos que estamos cerca de personas que presenten algún tipo de señales como las mencionadas en el párrafo anterior, o como es la forma más efectiva de prevenir el suicidio y el comportamiento suicida, ante estas dudas, la respuesta sugerida será, como primer punto el reconocimiento y la intervención temprana, así como también:

  • Crear un ambiente de confianza, en donde hablar de las emociones sea validado, mostrando empatía y comprensión.
  • Mantener una comunicación abierta, evitando dar respuestas como “eres un dramático”, “estas exagerando”, “ya te va a pasar”, “es falta de voluntad”.
  • Crear espacios dentro de la dinámica de familia en donde podamos conocer cómo se encuentran cada uno de los miembros, en los medios que se rodean.

Generalmente, la prevención del suicidio no suele abordarse en su totalidad de forma adecuada, ya que aún existe falta sensibilización para considerarla como un problema de la salud pública y por el “tabú” o la estigmatización existente en muchas sociedades que impide tratar aun abiertamente temas relacionados a la salud mental.

Teniendo en cuenta todos los puntos mencionados, el enfoque en el trabajo debe ser en los factores de protección, los cuales son: recursos o condiciones que cuentan las personas o colectivos que disminuyen la probabilidad de padecer un determinado problema de salud, son aquellas circunstancias que permiten aumentar la capacidad de afrontar situaciones de riesgo o vulnerabilidad.

El compromiso para formar estos factores de protección, debe iniciar no solo en las familias, sino incluyendo los profesionales de la salud pública y toda área en la cual el ser humano se relaciona desde temprana edad, incluir dentro de las escuelas temarios en gestión de las emociones, habilidades sociales o la importancia de los límites, ayudará a que los niños empiecen a tener estrategias de afrontamiento frente a situaciones o conflictos que se puedan presentar en el transcurso de su desarrollo.

 

 

Escrito por: Psi. Paulina Gaibor Espinosa. Celular: 0991183942.

 

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