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San Juan Crisóstomo la solía llamar “Iglesia en miniatura”. Pero, ¿qué significa decir eso? En realidad esto implica muchas cosas. Centrémonos en la familia como una comunidad de fe, que reza y vive el amor.

Primera escuela de vida cristiana

Ámbito donde los padres comparten con sus hijos el don de la fe y les descubren la belleza de lo que significa ser cristiano. Se ejercita de manera privilegiada el sacerdocio bautismal, junto con Dios, en la recepción de los sacramentos, en la oración y acción de gracias. Dando un testimonio de vida santa y renuncia, que se plasma en el amor por un ideal. Se vive la paciencia, el amor fraterno, el perdón generoso reiterado, y sobre todo, el culto divino por la oración y el ofrecimiento de la vida.

Origen, motivación y último destino

En los miembros de la familia se refleja la comunión que existe en Dios-Amor, uno y trino. Y es en esa comunión trinitaria que la familia tiene su origen.

Por ello, se la llama “cenáculo de amor”. ¿Qué es la familia si no hay amor? ¿Una “célula básica” de la sociedad? Si estamos hablando de una familia cristiana, con más razón, debe alejarse lo más posible de todo aquello que le impida vivir el amor. Los cónyuges y los hijos deben ser un testimonio de que Cristo es su centro y su vida. El matrimonio debe ser entendido como camino de santidad. Camino para superar egoísmos, y sumergirse en un “nosotros”, que es la comunión de un “yo” con un “tú”.

La familia comparte con Dios Padre el ser “colaboradores de Dios creador en la concepción y generación de un nuevo ser humano”, como nos lo señalaba muy bien el santo Juan Pablo II.

Llamados a vivir el amor

Todo ello nos muestra que estamos creados para el amor. Que sólo en el amor nos realizamos. Por lo tanto, la familia, con mayor razón, debe ser un ámbito en el cual padres e hijos estén llamados al amor. Al punto de participar del amor divino. Sí Iglesia, vive también de la Eucaristía. Ahí es dónde encuentra la protección y ayuda del Señor para enfrentar un mundo completamente hostil, que busca destruir a las familias. Es por medio de la Eucaristía que la familia se inserta en la comunión de toda la Iglesia.

Debería ser y expresar una fiesta del amor, siendo testimonio vivo de alegría para tantas personas que ya no saben vivir. Por ello la familia debe una y otra vez nutrirse del amor de Dios. Sólo así puede subsistir, protegida por la fuerza de la fe y congregada en el amor de Jesucristo. Sin esa unidad en el amor de Dios, es imposible que la familia sea estable y permanezca firme. Todos los miembros de la familia han de vivir el amor, como don que viene del Espíritu Santo.

Por: Pablo Augusto Perazzo

Mg. en Educación

augustoperazzo@gmail.com

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