Se dice mucho que los profesionales de la salud pueden volverse fríos o acostumbrados al trato con el paciente a tal punto de deshumanizarlos. Sin embargo, siempre hay dos caras de la moneda.
La fatiga por compasión se puede dar en el personal sanitario que trata diariamente con pacientes que experimentan traumas, dolores o sufrimiento: físico, psicológico, social o espiritual. Además que precisan de un profundo cuidado. Es un tipo de estrés resultante de la relación de ayuda terapéutica, de la empatía y del compromiso emocional con el paciente que sufre y padece.
Factores principales que contribuyen al desarrollo de la fatiga por compasión
- Nada o poco cuidado propio.
- Trauma no resuelto en el pasado que puede relacionarse con el de algún paciente.
- La incapacidad para controlar los factores estresantes dentro del cuidado.
- La falta de satisfacción en el trabajo realizado.
¿Cómo identificar si estás atravesándola?
- Reexperimentación: revivir, recordar con una gran carga emocional.
- Evitación y embotamiento psíquico: actitudes de distanciamiento tanto físico como afectivo de las personas, no sólo pacientes.
- Hiperactivación: estado de tensión, alerta permanente y reactividad.
- Cambios bruscos en el estado anímico.
- Episodios de ansiedad
- Trastornos del sueño
- Agotamiento
- Sentimiento de abrumación
- Sensación de impotencia o fracaso
¿Cómo tratarla?
- Estar atentos a los síntomas negativos que se puedan estar presentando.
- Realizar actividades que generen placer y disfrute.
- Tener hobbies
- Utilizar técnicas de relajación o respiración (yoga, mindfulness, ejercicio físico, etc.)
- Tener una alimentación sana y equilibrada
- Dormir adecuadamente
- Trabajar sobre los sentimientos, sensaciones y percepciones que se generan durante y después de las interacciones que se tiene con el paciente.
- Tener dentro de la oficina objetos que te recuerden tu vida, tales como fotos de tu familia, obras de arte que te gusten, certificados o cualquier objeto visual que te ayude a recordar tu propia vida. Es decir que sean un recordatorio constante de que tienes una vida independiente del lugar de trabajo y de la labor que realizas.
- Contar con el apoyo, la supervisión y el acompañamiento de otros profesionales o de personas con las cuales se puedan compartir aspectos del trabajo o la labor que se realiza.
Por: Psic. Cl. María José Barredo S.
Máster en Cuidados Paliativos y Psicoterapia
mjosebarredo@gmail.com