Te citan por redes sociales a comer con gente nueva en un lugar inédito. Son jóvenes innovadores en el mundo de la gastronomía.
El patio de una casa, el jardín de un edificio, la terraza de un condominio o cualquier lugar inédito, es el escenario perfecto para dar vida y sabor a Guayabera Pop-Up, un restaurante nómada que ofrece nuevas tendencias gastronómicas en Guayaquil. Hoy los encuentras en un sitio, pero mañana están en otro completamente distinto, presentando un nuevo menú y un diseño más sorprendente que el anterior.
Conquistan a sus comensales no solo por la estética de sus platos, sino por los sabores que combinan. Y cada ingrediente es la excusa perfecta para que Andrés Torres (24), Cristian Murrieta (25), Eduardo Gavilanes (24) y Luis Cerón (24) preparen algo nuevo al estilo Guayabera.
“Las personas nos contactan, hacen su reservación, pero no conocen el menú, mucho menos con quién se van a sentar”.
Esta propuesta gastronómica nació luego de una pasantía que Andrés, el chef principal, realizó en el Celler de Can Roca, en España. Conoció los pop-ups (restaurantes efímeros), le interesó el concepto y a su regreso empezó a mezclar ideas. “Quisimos poner algo diferente a lo que hay en el mercado, llamé a los muchachos les conté la idea y empezamos a armar todo”, recuerda Andrés.
Fue así que, en diciembre pasado, Guayabera se estrenó en el patio de una casa, con una simulación de Street food y sabores locales. “La guayabera es parte de la cultura guayaca, tal como lo es la gastronomía. Es elegante, pero a la vez es fresca y es de Guayaquil”, dicen al preguntarles el porqué del nombre de su propuesta.
Vivir la experiencia pop-up
Replican recetas, pero cada menú se cocina con un toque especial de los chefs.
“La idea es ofrecer una experiencia gastronómica diferente, que la comida sea rica, que esté bien elaborada, pero también recreamos espacios para entregar ambientes agradables y que las personas vivan la experiencia pop-up”, asegura Andrés. Este restaurante nómada permite disfrutar de un buen rato, en ambientes cálidos y con temáticas distintas que incluyen música, decoración y nuevas recetas.
Los detalles sobre el menú y la ubicación los mantienen ocultos hasta el final, lo que le agrega un toque de misterio a esta experiencia que se anuncia solo por redes sociales. “Creamos una expectativa a ciegas, las personas nos contactan, hacen su reservación, pero no conocen el menú ni el lugar, mucho menos con quién se van a sentar”, explica Luis Cerón, encargado de sala.
Bajo la modalidad shared table, característico de los pop-ups, se puede conocer gente nueva. Las personas comparten su mesa con desconocidos y disfrutan también de una buena conversación. Andrés nos explica que este concepto ayuda a cambiar el formato de socialización del guayaquileño. “Hemos visto todo tipo de reacciones: desde personas que marcan su territorio en la mesa, hasta profesionales de distintas carreras compartiendo cosas en común; todos se van contentos, de un momento a otro ves que la gente empieza a conversar”.
La empatía es importante
Los chefs se acercan a las mesas, conversan con los comensales, conocen sus nombres e incluso los invitan a la cocina. “En Ecuador hay una cultura pobre de servicio, pero nosotros queremos que el cliente conozca un verdadero servicio, nos ponemos a su nivel, que ellos tengan la atención que nosotros quisiéramos recibir”, indica Luis.
El cupo de cada pop–up varía entre 25 y 35 personas, para cuidar cada detalle de la noche. Hasta el momento han organizado siete pop-ups junto a Nathania Guerra, Christian Sánchez (diseñadores) y Juan Felipe Torres (producción – redes sociales), que son parte del staff.
Estamos pendientes de las próximas ediciones que presentará este restaurante nómada, que con mucha creatividad promueve una cultura de encuentro en Guayaquil y nuevas experiencias gastronómicas.
Por: María José Tinoco
mtinoco@revistavive.com