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Para muchos padres resulta imposible pensar en criar sin castigar. Y es que la mayoría hemos crecido sabiendo que las orejas de burro son un infaltable a la hora de las pataletas.

Lo cierto es que en estos tiempos el castigo es simplemente un recurso añejo, de aquellos que pueden tener un efecto en el corto plazo, pero ninguno en los años venideros. Tres destacadas profesionales nos cuentan su mirada y coinciden en que el amor, la conexión y el ver una oportunidad de crecer detrás de cada mal rato, pueden hacer la diferencia.

1. Dona Matthews, Doctora en educación diferencial y escritora canadiense

Para esta destacada psicóloga y escritora canadiense la actitud es el aspecto clave en la buena crianza de los niños. “Los padres que tienen una actitud de afecto y amor frente a sus hijos, y una mirada de grandeza hacen la diferencia” señala.  A su juicio los problemas son las mejores oportunidades para aprender y crecer, y es precisamente en esos momentos cuando debemos acompañar a los niños en lugar de castigarlos. “Los castigos no funcionan de la misma forma en que lo hacen la reafirmación positiva, la atención y la conexión”, asegura Matthews quien ha escrito una serie de libros con el fin de ayudar a los padres en el camino de la crianza. En ellos, afirma con diversos estudios que los castigos no tienen efectos en el largo plazo, como sí lo tienen el poder conectarse con los niños y entender qué está pasando en ellos cuando quieren llamar nuestra atención.

Para Matthews, quien también es bloguera en temas de crianza (psychologytoday.com y donamatthews.wordpress.com) y trabaja con familias y niños desde 1985, existen varias formas de enfrentar pataletas o momentos de estrés. Aquí nos entrega algunos consejos:

• Toma un respiro profundo y trata de impedir cualquier impulso de castigo.
• No seas intimidador. Recuerda que son más chicos que tú y que cuando una persona parece más fuerte que otra, el enojo conlleva a la violencia.
• Mantente presente y conectado. Lo último que un niño quiere cuando está fuera de control es sentirse aislado de tu presencia. Los “time out” o “ratos de silencio” parecen una buena forma pero no funcionan en el largo tiempo.
• Ve el problema como una oportunidad de aprender. Trata de poner el mal comportamiento de tu hijo en una perspectiva como una gran oportunidad para ayudarlo a aprender algo.
• Fíjate qué más puede andar mal. A veces los niños saben perfectamente qué están haciendo y tratan de hacerte enojar para llamar la atención. Puede haber un mensaje detrás que el niño no sabe cómo comunicarlo.
• Sé delicado al corregir. Trabaja con la situación pero hazlo sin exponer ni humillar a tu hijo frente a otros.
• Busca una consecuencia lógica al actuar. Cuando piensas que es necesario un castigo para que los niños aprendan, recuerda que ellos, al igual que los adultos aprenden mejor cuando son respetados, valorados y escuchados.

2. Trinidad Aguilar, profesora y Directora del colegio Kopernikus de Frutillar.

Esta educadora explica que los castigos no cumplen con la verdadera función de educar, sobre todo si no van acompañados de una buena conversación. “Un castigo vacío y sin explicación, no logrará el propósito para el que fue ‘creado’, que es que no se repita una situación. Siempre detrás de una conducta que no nos parece adecuada hay una razón, probablemente ese niño no tiene las herramientas para hacértelo saber de otra manera o te provoca para tener atención. Si yo como adulto no hago el ejercicio de intentar leer detrás de esa acción, no voy a resolver el problema de fondo y no voy a poder ayudar a ese niño”, señala.

Agrega, además, que castigar no significa prescindir de reglas claras o que no se le pueda decir que no a un niño cuando nos parece que es incorrecto lo que está haciendo, pero ello debe ir acompañado de una conversación. “En lugar de castigar y cerrar la conversación con esa ‘orden’ de parte del adulto, es mejor marcar esa acción que no corresponde y reflexionar junto con el niño al respecto”, señala Trinidad. Y explica que lo importante es también dar tiempo suficiente al niño para que pueda hacer la reflexión contigo. Por lo general inmediatamente después del problema, su mente y su cuerpo están demasiado agitados como para realmente escuchar y lograr reflexionar, en ese caso es mejor esperar, darle tiempo y luego buscar el momento para conversar.

3. Andrea Figueroa, profesora y psicopedagoga

Esta educadora del Colegio Everest cree que los castigos simplemente están obsoletos para los tiempos en que vivimos. “Pretendemos educar a niños íntegros que logren ser empáticos, respetuosos y con capacidad de diálogo. En este sentido el castigo no permite que exista un pensamiento reflexivo frente a las acciones que realizan los niños, muchas veces lo que provoca un castigo, es un sometimiento o sumisión, el niño no realiza tal o cual acción por miedo, sin una mayor reflexión sobre el objetivo que está a la base. Luego cuando son adolescentes no son capaces de tomar buenas decisiones debido a que no poseen las herramientas necesarias para reflexionar sobre su comportamiento”, señala.

También a la hora de educar, recomienda tener una postura de ‘apostar por nuestros hijos’. “Rick Lavoie, educador dedicado a las necesidades educativas especiales, habla de ‘ponerle fichas’ a los hijos, al igual que en un juego de póker, entre más fichas tiene mi hijo, más herramientas podrá utilizar para desenvolverse. Si nunca le enseño a resolver problemas o a establecer una conversación, nunca lo podrá hacer”. Es por lo mismo que el recurrir al castigo, no genera un aprendizaje significativo, sino más bien un ‘adiestramiento’, sin razonamiento de base, no le estoy dando “fichas” a mi hijo, sino le estoy quitando la oportunidad de aprender”, explica. Para lograr un manejo adecuado de situaciones de estrés, Andrea recomienda dos libros que pueden ser una excelente ayuda: Hijos con personalidad… raíces y alas de Alexander Lyford-Pyke, Marianella Ciompi y María José Soler, y Niños con pataleta, adolescentes desafiantes de la Dra. Amanda Céspedes.

Por Priscilla Heiss, vía Aleteia

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