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Invitemos a los pequeños a explorar el colorido mundo de las verduras y frutas.

Escenario común: van en familia a cenar a casa de unos amigos de tu esposa/o y sirven sopa de brócoli, ensalada de verduras al vapor con pollo a la plancha, jugo de fruta fresca y de postre pudín de yogurt, frutas y chía. Todo esto lo comes, pero hay un problema, los niños también están invitados, y empieza la pataleta ¿te suena familiar?

Seamos el ejemplo

Muchos niños se rehúsan a comer verduras, no importa cuán bien o mal hayan comido de pequeños. Hay un momento en el que la mayoría de niños parecen creer que las verduras son algo horrible que no deberían existir y no hay poder humano que los haga cambiar de idea.

Acostumbrar a un niño a comer verduras desde pequeño será muy valioso para él y para sus padres. Así evitarán los malos ratos en casa o en lugares públicos. Pero, ¿cómo enseñamos a comer algo que los adultos tampoco consumimos? “Se aprende con el ejemplo”, dicen, por ello es importante incluir las verduras en nuestra dieta diaria y pensar en nuevas formas de servirlas. Hace poco vi lo que parecían papas fritas, pero en realidad eran zanahorias cortadas en bastones y cocinadas al horno. No me encantan las zanahorias, sin embargo, en esa presentación sin duda me interesó probarlas.

Explorar lo desconocido

En los primeros años, cuando los bebés están descubriendo el mundo, se abre un abanico de posibilidades que los padres deben aprovechar para desarrollar costumbres y gustos. Actualmente existen algunas tendencias, como el Baby Led Weaning (BLW), este método propone incorporar sólidos en la alimentación del bebé motivándolo a que use sus manos para explorar y alimentarse.

En mi experiencia docente, el niño más quisquilloso se anima a hacer o a probar algo si se lo involucra en el proceso. Incluso prueba frutas si primero tiene la oportunidad de explorarlas o hacer algo más con ellas que solo comerlas. Esto puede variar desde realizar formas o arte utilizando alimentos con texturas, hasta motivarlos a pelar, cortar, picar y manipularlos. De esta forma, se familiarizarán con los alimentos para aceptarlos con mayor apertura.

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Exigirles probar alimentos nuevos es nuestro deber como adultos, pero existen formas para que no se torne en algo obligatorio o que termine en una larga negociación con los niños. Para esto pueden hacer lo siguiente:

  • Motivarlos a que prueben un poco del alimento nuevo, aunque no se lo coman todo.
  • Hacer un balance entre lo que les gusta y no les gusta para que no se sientan torturados a comer un plato entero de eso que no les es grato.
  • Hablarles de las consecuencias que conlleva una mala alimentación.
  • Indicarles que, así como deben bañarse para poder salir a jugar, también deben comer para poder continuar su día.
  • Sin duda muchas veces se llegará al punto de “¡si no comes no te levantas de la mesa!”, pero intentemos siempre ser astutos e ir por las buenas para evitar que la hora de la comida se torne en un mal rato para los niños y los familiares.

Por Claudia Rivera
Licenciada en Educación Inicial Bilingüe

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