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La época de invierno o invernal está por llegar, y uno de los males que trae consigo es el síndrome de ojo seco.

El síndrome de ojo seco es una enfermedad multifactorial de las lágrimas y la superficie ocular, que resulta en síntomas de disconfort, trastorno visual, e inestabilidad de la película lagrimal con daño potencial a la superficie ocular. La aparición de esta patología puede estar relacionada a varios factores ambientales, y en época de invierno, a las condiciones climáticas propias de esta temporada.

Las bajas temperaturas en la Sierra, y el calor clásico de las ciudades y playas de la región Costa, provocan que en el invierno se presenten mayores variaciones de síndrome de ojo seco, así como otras enfermedades posteriores.

Entre los principales síntomas de esta enfermedad están el ardor ocular leve, moderado o intenso, que aumenta con el pasar de las horas; una mayor necesidad de parpadeo; visión borrosa; enrojecimiento del ojo; sensación de arenilla; fotofobia, que es la molestia o intolerancia a la luz brillante; y dolor ocular.

Ante el incremento en los casos de síndrome de ojo seco por la llegada del invierno en el Ecuador, detallamos a continuación las principales precauciones que las personas deben tomar para evitar su aparición, y en caso de padecerlo, los tratamientos a los que podrían acceder.

 

 

Precauciones ante el ojo seco

Entre otras cosas, el síndrome del ojo seco en invierno es más frecuente debido a los fuertes vientos, especialmente en ciudades frías, que provocan resequedad en la lágrima natural del ojo, ocasionando sequedad ocular.

La problemática se agrava cuando las personas pasan mucho tiempo en ambientes interiores en los que está encendida la calefacción, pues esto vuelve al espacio más seco. Lo cierto es que, a pesar de que es imposible evitar ciertos factores propios de los meses de invierno, la ciudadanía sí puede tomar una serie de precauciones que ayuden a prevenir el ojo seco:

Anticiparse a los cambios climáticos

Se recomienda siempre el uso de protector solar y llevar consigo una sombrilla para proteger los ojos, tanto de la lluvia como del sol.

Usar gafas

El uso de este accesorio es fundamental para resguardar a los ojos de los efectos del viento y los rayos de sol. Si la persona tiene la posibilidad de adquirir gafas cuyas lunas tengan filtros UV, el beneficio y la protección ocular es aún mayor, también se puede optar por el uso de gorras y/o sombreros.

 

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Evitar vientos fuertes y corrientes de aire

Los vientos, por lo general, conllevan el levantamiento de polvo y otros factores contaminados, que pueden afectar la visión. Asimismo, el aire acondicionado, cuyo uso es muy frecuente en la Costa, puede generar resequedad en los ojos.

Una alternativa viable es para la prevención de esta afección es el uso de humidificadores, que contribuirán a contrarrestar la sequedad ambiental.

Mantener una buena higiene ocular

Esto implica varios aspectos, como evitar llevar las manos a los ojos y limpiar las glándulas lagrimales de los párpados con jabón neutro.

Acudir a consultas oftalmológicas frecuentes

La prevención del ojo seco y de otras enfermedades visuales es posible si se visita al menos 1 vez al año a una consulta oftalmológica. Esto es incluso más importante si el paciente padece enfermedades de base como la diabetes, hipertensión, el hipertiroidismo y/o hipotiroidismo, pues todas ellas incrementan las probabilidades de padecer ojo seco.

 

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Tratamientos para el ojo seco

Previo a iniciar un tratamiento para el ojo seco, es esencial que un especialista diagnostique la enfermedad. No es recomendable que el paciente se autodiagnostíque por los síntomas que presente, y mucho menos que se automedique sin la guía de un oftalmólogo.

Una vez determinada la existencia de esta patología, el médico determinará el tratamiento adecuado según el cuadro presentado por el paciente. La persona debe seguir al pie de la letra el tratamiento establecido por su oftalmólogo, y no descuidarse de los controles en consulta, así como del plan educacional generalizado sobre el uso de gafas, gorra y protector solar.

Tratamientos más comunes

Entre los tratamientos más comunes para el síndrome de ojo seco destacan:

Aplicación de compresas calientes

En el ojo, existen glándulas de Meibomio, cuyas aberturas se encuentran cerca de la base de las pestañas. Cuando estos orificios se obstruyen, el aceite, que es fundamental para evitar que la película lagrimal se evapore demasiado rápido, no puede hacer su trabajo, provocando ojo seco.

Cuando se presenta este caso, una opción para abrir las glándulas obstruidas es la aplicación de compresas calientes (a una temperatura de 42°C) sobre los párpados.

Uso de lágrimas artificiales

Estas son recetadas en casos leves, pues aportan a la lubricación del ojo y disminuyen el malestar ocasionado por la resequedad ocular. Estas gotas lubricantes deben utilizarse permanentemente, según las indicaciones del médico.

 

 

Uso de tapones lagrimales

Los tapones permiten que las lágrimas permanezcan en la superficie del ojo por más tiempo. Son pequeños dispositivos estériles que se insertan en uno de los puntos lagrimales internos, y sus efectos generan un alivio casi inmediato a los síntomas del ojo seco.

Tecnología de luz pulsada

Uno de los más innovadores tratamientos para el ojo seco es el de luz pulsada, también conocida como “luz fría”. Destellos de esta luz se aplican en la región del pómulo y la zona temporal del paciente, estimulando las glándulas de Meibomio para ayudar a recuperar sus secreciones.

El número de sesiones de este moderno tratamiento estará determinado por el oftalmólogo, pero cada sesión dura pocos minutos, y progresivamente se logrará que la película lagrimal recupere su estructura normal, y en consecuencia, los síntomas relacionados al ojo seco desaparezcan.

 

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Fuente: Dra. Elvia Lalaleo, especialista de la Clínica Andes Visión.

 

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