Compartir:

En cada uno de nuestros seis hijos, hemos pedido a Nuestro Señor que nos confíe el santo que deberíamos ponerle como nombre. Generalmente en los primeros meses ya le teníamos los nombres de cada uno; pero con nuestro tercer hijo a pocas semanas por nacer, aún no sabíamos cómo lo llamaríamos.

Un día nos encontrábamos viendo televisión y al pasar por diversos canales nos topamos con un reportaje sobre el Papa Juan Pablo II, hubo unos segundos de silencio entre los dos y en un momento ambos sentimos que debíamos ponerle Juan Pablo. Luego de siete años entenderíamos por qué Dios quiso que llevara ese nombre.

El 24 de febrero del 2015, con apenas seis años, Juanpi fue diagnosticado con un osteosarcoma en el fémur izquierdo. Nuestra angustia y dolor nos cubrió totalmente; no solo porque se trataba de un cáncer sino además porque no teníamos los recursos económicos ni un seguro privado para cubrir los gastos. Sin embargo, logramos que pueda ser atendido a través del Seguro Social en el Hospital de Solca.

En la segunda semana, luego de los primeros exámenes exploratorios, nos enteramos que Juanpi tenía metástasis en los pulmones y en dos costillas. Nuestra reacción de dolor fue terrible, a tal punto que juzgamos mucho la ausencia de Dios y no podíamos ni siquiera rezar el Padre Nuestro y el Ave María. Le pedimos a Nuestra Madre que nos abrace, que nos haga conocer que no estábamos solos y su respuesta fue inmediata.

Un mensaje de esperanza

Luego de unas horas una joven ingresó a Solca sin autorización hasta el piso de Pediatría rezando el Rosario. Cuando llegó donde Juanpi se acercó y le entregó una imagen de la Virgen con el mensaje que el 2 de marzo de ese año había entregado en Medjugorje: “Ustedes saben que tienen una Madre que los ama y que ha venido a traer amor.  Los miro en el Padre Celestial, miro sus pensamientos, sus dolores, sus sufrimientos y se los presento a mi Hijo.  No tengan miedo, no pierdan la esperanza, porque mi Hijo escucha a su Madre”. Desde ese momento supimos que Juanpi no estaría solo en este camino.

Varias veces preguntamos a Jesús “¿por qué?”, pero nos dimos cuenta que la correcta pregunta era “¿para qué?”.

En estas fechas estaba por llegar el Papa Francisco a Ecuador. Dos días antes de su visita al Santuario de la Divina Misericordia nos llamó un sacerdote amigo, ¡nos tenía 3 tickets para ingresar! Al llegar, la guardia privada del Santo Padre lo ubicó en primera fila, al pie del altar y cuando finalizó el encuentro, nuestro hijo recibió personalmente la bendición de Su Santidad. Juanpi decía: “la bendición del Papa fue mejor regalo que recibir un carro”.

santuario-divina-misericordia-papa-franciscoSu tratamiento parecía que mostraba una mejora, visualmente se veía que el tumor en la pierna iba disminuyendo, pero nosotros deseábamos poder llevarlo a Estados Unidos para que tenga una mayor oportunidad, pero a pesar de insistir no lográbamos conseguirlo.

Un sábado en la mañana, nos visitó una persona que no conocíamos y que forma parte de los Equipos de Nuestra Señora, movimiento de matrimonios al que pertenecemos. Nos dijo que había conseguido que la Teletón de Guayaquil nos apruebe una parte del tratamiento para Juanpi en la Clínica Universidad de Navarra; pero para poder llevarlo faltaba conseguir 50.000 euros. De rodillas le pedimos al Señor que, si era Su Voluntad que Juanpi viaje, entonces nos ayude en todo lo que debíamos hacer para que eso suceda.

El inicio por ganar esta batalla

Comenzamos una campaña por redes sociales y en tres días conseguimos la cantidad que necesitábamos, a través de tantos buenos corazones que hasta hoy no conocemos. El 14 de agosto del 2015, con la bendición de Dios, Juanpi estaba viajando a España con mucha esperanza de conseguir ganar “esta batalla”, como él la llamaba.

Cada día ofrecía sus dolores, malestares, incomodidades, y varias veces repetía: “Jesús toma mis sufrimientos y súbelos a la cruz porque sé que te estoy ayudando a salvar el mundo”.

Juanpi nos enseñó a cargar la cruz con amor, con abandono a la voluntad de Dios, lo cual para nosotros era muy difícil poder entregárselo. Jesús le permitió vivir su enfermedad con una gran visión cristiana a pesar de sus siete años de edad.  Llegó a tener una intimidad con Él y la oración se volvió en algo cotidiano de su día. Como todo niño y ser humano tenía sus momentos de dudas y temores, pero solo la gracia de Dios podía permitirle vivir su enfermedad con amor y entrega.

Los casi siete meses que Juanpi estuvo en tratamiento en España no nos sentimos solos, Dios nos dio la gracia de aprender de nuestro hijo lo que es llevar una cruz tan grande con alegría. A pesar de sus dolores nunca dejó de sonreír; estamos seguros que Dios lo preparó espiritualmente para esta misión.

La misión de Juanpi

El 22 de febrero de este año Juanpi fue llamado por el Señor. Al inicio varias veces preguntamos a Jesús “¿por qué?”, pero al acompañar a Juanpi en su enfermedad nos dimos cuenta que la correcta pregunta era “¿para qué?”

No cabe duda de que Jesús le tenía una misión y que desde el inicio preparó el camino. Nos mostró por dónde debíamos ir y nos dio señales que nos hizo sentir que Dios y Nuestra Madre estaban con él. Puso a las personas que tenían que estar y todo se fue presentando en los tiempos de Él. Lo llevó a Navarra no para buscar su curación, sino para que sea un medio de conversión de mucha gente.

Durante el año que duró la enfermedad, muchas personas –incluso desconocidos– nos escribían o llamaban contándonos que habían vuelto a Misa, a coger el Rosario, habían dejado algún vicio por Juanpi y muchos comenzaron a visitar al Santísimo.

Cada día pedíamos por el milagro de la sanación, que no tenga mucho dolor, que la quimioterapia no le haga muchos efectos negativos; pero Juanpi a pesar de todo el sufrimiento que tenía se entregó completo a Jesús y vivió su enfermedad de la mano de María a quién llegó amar hasta el final, tal como lo hizo el santo Juan Pablo II.

 

LOS CAPELO HACEN PAUSA POR UNA BUENA CAUSA

Luis y Carola son parte de una iniciativa social que busca despertar la conciencia de los ecuatorianos sobre la donación de plaquetas para niños con cáncer. A esta campaña se la conoce como “Pausa por una buena causa”.

mi-historia-pausa-por-una-buena-causaEl proyecto, a cargo de jóvenes de la Universidad Casa Grande, nació a raíz de la historia de Juanpi para ayudar a los enfermos de cáncer en Solca y que no cuentan con un sustento económico para el tratamiento. “Queremos que se tome conciencia porque hay niños con cáncer que no tienen recursos para comprar plaquetas a donantes que viven de esto”, afirma Cristina Madero, una de las integrantes del grupo.

El objetivo de estos jóvenes, de la Universidad Casa Grande, es que la campaña permanezca en el tiempo para que más personas puedan hacer una pausa en su jornada para salvar la vida de un niño enfermo.

Si deseas participar con tu familia o si tienes una empresa y te gustaría incentivar a tus colaboradores a que se unan a esta iniciativa, puedes contactarlos en sus redes sociales.

Facebook: Pausa por una buena causa

Instagram: @Pausaporunabuenacausa

 

Por: Luis y Carola de Capelo

 

Compartir: