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La crianza se puede definir como el proceso de promoción y apoyo al desarrollo físico, emocional, social, financiero e intelectual desde la infancia hasta la edad adulta.

La crianza o educación, requiere mucha habilidad y paciencia y es un constante trabajo. El potencial cognitivo, las habilidades sociales y la función de comportamiento que adquiere un niño durante los primeros años dependen fundamentalmente de la calidad de las interacciones con sus padres. Por ejemplo, un reciente estudio sugiere que la mala crianza puede pasar a las siguientes generaciones de la familia. Los investigadores descubrieron que hay más probabilidad de que los hijos sean problemáticos cuanto más difícil haya sido la infancia de los padres.

Esto significa que los padres tienen un papel único en el que no se les puede sustituir. Como está reconocido en varias resoluciones de la ONU, la familia tiene la responsabilidad primordial en la crianza y en la protección de los hijos. Y para el pleno y armónico desarrollo de su personalidad deben crecer en un ambiente familiar, en una atmósfera de felicidad, amor y comprensión.

Papás y mamás por igual

La mayoría de hombres y mujeres han aspirado siempre a ser los mejores padres para sus hijos, pero algunas circunstancias de la vida pueden hacerlo algo desafiante. La vida laboral y familiar influyen cada vez más la una a la otra.

Un inconveniente es que la mayoría de programas que pretenden mejorar las habilidades de crianza están dirigidos a las madres. No obstante, estudios muestren que aquellos niños, cuyos padres participan de forma activa en sus vidas, son menos rebeldes y se adaptan mejor a la sociedad. Por lo que también se debería llamar a los papás a participar de dichos programas.

Es así que ya no se puede decir que hombres y mujeres vivan en “esferas separadas”, aunque el cambio en los roles de género ha sido desigual. Prácticamente las mujeres han obtenido mayores logros que los hombres en la esfera pública. La participación femenina en el mercado laboral ha crecido mucho más que la participación masculina en las labores domésticas y en el cuidado de los hijos.

Debido a estos cambios desiguales, las mujeres hoy en día tienen que afrontar con frecuencia “una doble carga”. Tras sus horas de trabajo remuneradas se espera que también asuman las responsabilidades en el hogar.

Conclusión

Los padres necesitan ser más conscientes de cómo influye la interacción padre-hijo en el desarrollo del mismo. Muchos crearán familias como aquella en la que crecieron. A menudo esto ocasionará que se prolonguen modelos dañinos de familia.

Los papás pueden involucrarse más en la educación de sus hijos y en el cuidado del hogar. Esto no los hará más o menos masculinos, al contrario, crea y proyecta una imagen positiva hacia sus hijos.

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