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Unas festividades marcadas por la crisis migratoria, ¿qué podemos rescatar en estas fechas de la Sagrada Familia?

La Navidad de este año está marcada por la tremenda crisis migratoria hacia Estados Unidos y hacia Europa. ¿Qué sentido tendrá esta fiesta para aquellos que pasarán la Noche Buena en campamentos de refugiados o en las calles?

La primera Navidad

Cuentan los Evangelios que Jesús nació en la aldea de Belén, dentro de una gruta donde los pastores guardaban su ganado (Lucas 2,1-7), y que después unos sabios de Oriente –los llamados Reyes Magos– fueron a adorarlo (Mateo 2,1-12).

Pero, cuando el rey de Judea, Herodes, se enteró, temió que ese niño fuera a arrebatarle su reino y por eso mando matar a todos los niños de esa comarca. Advertidos de esto por un ángel, José y María, huyeron a Egipto para proteger a Jesús, el niño Dios (Mateo 2,13-18).

De este modo, desde su propio nacimiento, Jesús y su familia vivieron la experiencia del rechazo, porque no hubo “lugar para ellos en la posada” (Lucas 2,7) y porque sintieron el dolor de ser arrancados de su tierra por la migración forzada.

Hoy tampoco hay posada

El fenómeno migratorio es muy variado, y las experiencias de acogida a los migrantes y refugiados son muy diversas. En bastantes casos, el recibimiento es muy bueno.

Pero es una realidad que la llegada de emigrantes, de prófugos, de los que piden asilo o de refugiados “suscita en las poblaciones locales con frecuencia sospechas y hostilidad”. Y viene el temor de que surjan convulsiones en la paz social, o se pierda la identidad o la cultura, que se acaben los empleos o que aumente la criminalidad. (Cfr. Francisco, Mensaje, 5 ago. 2013)

Un cambio de actitud hacia los migrantes

La migración es un fenómeno que ha acompañado toda la historia de la humanidad y ha dado lugar a grandes culturas y también ha conllevado enormes problemas sociales.

La migración ilegal, es decir, la llegada no ordenada de migrantes a los lugares con mejores posibilidades de paz y de trabajo, conlleva una serie de problemas de vivienda, alimentación y seguridad.

Y eso hace que en los lugares fronterizos se tenga –en general– un mal concepto de las personas que llegan así. Pero para construir una mejor sociedad, se requiere –según explica el Papa– “la superación de los prejuicios y preconcepciones en la evaluación de las migraciones”.

En este ámbito concreto, los medios de comunicación y las redes sociales tienen un papel relevante y de mucha responsabilidad, pues tienen la capacidad de “desenmascarar estereotipos y ofrecer informaciones correctas”, en las que habrá que denunciar “los errores de algunos”, pero también “describir la honestidad, rectitud y grandeza de ánimo de la mayoría”. (Ibídem)

Un consuelo espiritual

Desafortunadamente, esta noche de Navidad, muchas personas se encontrarán solas y lejos de sus familias. Para ellos están especialmente dirigidas las siguientes palabras del papa Francisco.

“Queridos emigrantes y refugiados, ustedes ocupan un lugar especial en el corazón de la Iglesia, y la ayudan a tener un corazón más grande para manifestar su maternidad con la entera familia humana. No pierdan la confianza ni la esperanza. Miremos a la Sagrada Familia exiliada en Egipto: así como en el corazón materno de la Virgen María y en el corazón solícito de san José se mantuvo la confianza en Dios que nunca nos abandona, que no les falte a ustedes esta misma confianza en el Señor.” (Mensaje, 3 sep. 2014)

Celebramos el nacimiento, la natividad, del Dios que se hizo niño, del Dios que al hacerse hombre quiso identificar su vida con la existencia de los migrantes. Que en esta noche tan especial sepamos compartir con ellos nuestra cena, nuestras plegarias o nuestros buenos deseos, y sobre todo, que nos demos la oportunidad de cambiar nuestros estereotipos sobre ellos, pues en su mayoría son buenas personas.

Por: P. Luis-Fernando Valdés
@FeyRazon   lfvaldes@gmail.com
http://www.columnafeyrazon.blogspot.com

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