Compartir:

Les contaré sobre algo que me sucedió hace poco y donde la frase: «la señora de la charla», se volvió muy edificante.

“Tú eres la señora de la charla”, así me identificó la amiga de la cumpleañera mientras nos presentaba para integrarme a la reunión. Había pasado un mes del evento con el Dr. Bernardini en la UEES, pensaba que la gente ya lo habría olvidado. Al contrario, no solo que no se habían olvidado, sino que fue tema de conversación durante un largo rato con algunas de las asistentes.

Mientras repasábamos los temas que más les había interesado de las charlas y me explayaba comentando lo relevante que es para el país que se empiece a hablar sobre la transformación social que implica la Nueva Longevidad, en mi mente retumbaba la palabra “señora”, como un gran eco entre montañas gigantes.

Hasta ese día, en situaciones parecidas me habían dicho “la chica” como mucho y antes de eso “la niña”; pero “señora”, es una palabra mayor. No lo dijo en tono de burla. Lo dijo con un respeto y admiración del que me sentí agradecida. Sin embargo, algo resonó internamente en mí. Una alarma se prendió desde entonces. Esa persona me devolvía una imagen nueva sobre mí que no conocía, que no tenía incorporada, porque mentalmente estaba en otro lugar.

Ser tratada como una señora y no como una chica, alguien joven, con todas las connotaciones que trae consigo esa palabra en nuestra cultura, es un momento fundacional; la invitación a entrar a un mundo nuevo, al mundo de la gente mayor, de la gente grande de verdad.

 

 

La señora de la charla…

Esta anécdota me permite reflexionar sobre la naturaleza cambiante de nuestra identidad. El “yo” no es inmutable, a medida que pasa el tiempo y nos exponemos a situaciones de todo tipo, algo cambia en nosotros. El filósofo griego Heráclito decía que «nadie se baña dos veces en el mismo río». Una expresión que se utiliza con frecuencia para ilustrar la idea de que todo en el mundo está en constante cambio y que, al igual que el agua de un río fluye continuamente, las circunstancias y las personas también cambian constantemente. Por lo tanto, aunque parezca el mismo río, el agua y la experiencia no son las mismas en cada momento.

Así nos ocurre a las personas con nuestro envejecimiento. El paso del tiempo que no es posible ocultar a pesar del adoctrinamiento por parte de las costosas campañas multinacionales que promueven los productos anti edad. Envejecer es algo natural, como sucede con los árboles, los animales y las cosas de este mundo en general. Ser viejo es una construcción social que nada tiene que ver con la edad.

Mi YO de hoy no se siente aún tan grande. Mi YO de hoy todavía me pregunta ¿Qué quiero ser cuando sea grande? Me reta a pensar en mi futuro, a seguir en la búsqueda de nuevos aprendizajes, retos, proyectos hasta el final de mis días.

Tengo la clara convicción de que esa es la actitud que hay que cultivar para llevar el paso de los años de la mejor manera posible, incluso a pesar de los cambios y achaques naturales que sucedan en el cuerpo.

¿La señora de la charla?, ¡claro que sí!, ¡bienvenida!, pero también la señora que aprende y desaprende, que se proyecta hacia el futuro con la alegría y el optimismo de alguien que ama la vida y sus desafiantes contingencias.

 

 

Escrito por: Psic. Alexandra Landázuri Savinovich, Directora de GuiArte, comunidad virtual para personas mayores.
Web page: https://guiarte.ec/
Instagram: @guiarte.ec – bit.ly/3QbSgsc
Facebook: @guiarte.ec – https://n9.cl/guiarte
Twitter: @guiarte_ec
Mail: guiarte.ec@gmail.com

 

Compartir: