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Juan, Priscila, Juan Xavier (20) y Samantha (13) conforman una familia de cuatro. La paciencia en Dios y su fe en la Iglesia, han logrado mantenerlos unidos durante 21 años, a pesar de las pruebas que han enfrentado.

 

La historia de su familia

Priscila Tandazo y Juan Espinar se conocieron, por casualidad, en el cumpleaños de una mejor amiga en común. Un viaje juntos los acercó y, luego de tres años de conocerse y enamorarse, decidieron unir sus vidas para siempre.

Juan: Le pedí matrimonio el 24 de diciembre del 1996. Íbamos en el carro a visitar a mis papás. Recuerdo que había un atolladero horrible en la Caja del Seguro y no avanzábamos. Yo ya le había comprado un anillo y le tenía preparada una carta. No encontré mejor ocasión para darle la sorpresa. Cuando empecé a leer lo que le había escrito, Priscila comenzó a llorar a mares. Le di el anillo y lloró mucho más. Nos casamos dos años después. Su papá era muy estricto y no quería que tuviese novio. Yo lo conocí el día de la boda, él me la dio en el altar. En la actualidad, tenemos 21 años de casados.

 

 

¿Qué sintieron cuando nació Juan?

Priscila: Cuando me enteré de que estaba embarazada de Juan Xavier tuve un poco de miedo, la noticia nos cogió desprevenidos, pero, a medida que pasó el tiempo, tú comienzas a amar a esta personita que está dentro de tu vientre. Sentí mucha alegría, porque creo que cuando uno es más entrado en edad, disfruta más el hecho de que haya nacido un bebé. Tiene más conciencia de ellos. Estuvimos muy juntos todo el tiempo de la gestación. Se suponía que Juan Xavier iba a nacer por cesárea el 12 de mayo, que coincidía con el cumpleaños de mi hermano Xavier, quien tuvo cáncer al cerebro. Cuando me enteré de que estaba embarazada, decidí hacerle ese homenaje a mi hermano. Mi hijo se llama Juan por el papá y Xavier por mi hermano.

Juan: Estaba fascinado con que viniera. El día en que nació, yo estaba histérico, filmando todo el tiempo.

Priscila: Siete años después nace nuestra hija Samantha. Antes de ella, tuvimos una pérdida, y eso hizo que sea aún más esperada.

 

 

Creciendo juntos

Priscila: Entré a trabajar a los 18 años, cuando estaba estudiando periodismo. Me entrevistaron para varias áreas de una empresa.  En recursos humanos, confundieron la firma del gerente de servicio al cliente con la del jefe de marketing y me contrataron para relaciones públicas. Cuando se dan cuenta, me llaman, pero mi jefa peleó por mi puesto. Luego trabajé en la Bolsa de Valores de Guayaquil. A partir de una experiencia que tuve durante un viaje de trabajo a Nueva York, decidí iniciar mi propia empresa, Market Gate.

Juan: Priscilla arma la agencia de relaciones públicas, cuando nadie aún había hecho eso. Su agencia de ella es pionera en su área. Yo soy periodista. He trabajado y escrito en casi todos los medios de comunicación. Fui comentarista de cine, trabajé en relaciones públicas en la Orquesta Sinfónica de Guayaquil y, hace dos años, terminé de trabajar en Nobis como gerente corporativo de relaciones públicas. He tenido varios emprendimientos y también apoyo a la empresa de mi esposa, sobre todo, en temas editoriales.

 

 

Las primeras pruebas

¿Qué significa para ustedes el matrimonio?

Priscila: Para mí es como una gran empresa que hay que saber administrar. Así como cuando se va a ser papá o mamá, no te sientes preparado, pero te vas alistando en el camino.

Juan: Al inicio, nuestra relación era muy buena, pero sí teníamos ciertos conflictos, más por mi mal carácter. Con los años, eso se ha ido mermando y, con el tiempo, aprendes a ser más paciente. Admiro muchísimo la paciencia de Priscila. Así ella me ha demostrado que tiene un gran amor por mí.

P: Siempre trabajé en instituciones grandes que requerían mucho de mi tiempo, siempre estuve dedicándole mucho tiempo al trabajo:

“Primero debe estar siempre Dios, después tu esposo, tus hijos, tu trabajo y así…”.

 

Juan: Creo que ambos teníamos esas prioridades cambiadas. Yo también era un poco adicto al trabajo. Llega un momento en el que te das cuenta de que eso no es lo principal.

 

Priorizar  la familia

Priscila: Nosotros no estábamos cercanos a Dios. Llegamos hasta a firmar el divorcio en el 2009. Ya no nos soportábamos. Fui donde el padre Alfonso, luego, donde el padre Enrique. Eso fue un antes y un después. Hablé con el padre Enrique y él me dio una cátedra, más como amigo que como sacerdote. Hablé con otro cura y me dijo lo poderoso que es el Rosario. La primera vez que fui al Santísimo empecé a llorar, luego sentí una alegría muy grande.

Juan: Al principio yo era muy resistente, pero fue la paciencia de Priscila la que fue, de a poquito, dando sus resultados. Fui a la reunión con el padre Enrique, siempre estaba a la defensiva. Luego de eso, seguíamos hablando e iba con más frecuencia a la casa. Decidí desistir con el tema del divorcio y lo rompimos juntos.

Priscila: Es un milagro que estemos juntos. Fue en esos tiempos que empecé a involucrarme mucho en el tema pro-vida y me invitaron a formar parte de la fundación Familia y Futuro.

 

 

Vivir el matrimonio como una guerra

Juan: Con el ejemplo. Si bien, nuestra relación en el matrimonio es muy buena, tenemos errores y defectos. Es mejor que sea así:

“Yo vivo el matrimonio como si fuera una guerra, pero es una guerra en la que da gusto luchar, es una guerra donde se puede luchar y llegar a conseguir armonía, paz y complementariedad”.

Siempre estamos juntos tratando de resolver problemas. Los principios como la honestidad, la honradez, la solidaridad, el respeto, los hemos inculcado a nuestros hijos a través del ejemplo que les damos todos los días.

Priscila: Ambos tienen una idea de defender la vida desde la concepción, hasta la muerte natural. Eso para nosotros es algo que se lo estamos dejando a ellos.

 

¿Qué consejos les darían a las parejas de hoy?

Priscila: Siempre hablen de un plan en el que Dios esté en su vida. Es un matrimonio muy bendecido cuando lo invitamos a ser parte de él.

Juan: Solos no podemos, necesitamos de su divinidad, necesitamos de su amor siempre.

 

Los hijos hablan sobre sus padres

¿Qué es lo que más los inspira de ellos?

Juan Xavier: La integridad en todo lo que hacen. Que son personas firmes en su vocación y principios, que no son maleables, que trabajan muy duro y son perseverantes. Estas son las cosas que tratamos de imitar de ellos.

Samantha: Admiro de ellos su compromiso. Cuando se comprometen a algo y siempre lo logran.

 

¿Cuáles son los ingredientes para mantener a la familia unida?

Juan Xavier: Diría que la ayuda de Dios. La religión ha servido para que siempre permanezcamos juntos, en los buenos y malos momentos.

 

 

Escrito por: Angélica Lainez Rendón, Periodista.

 

 

 

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