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El durísimo golpe de haber sido diagnosticada con cáncer, tumbó a Manena, pero se puso de pie y sigue luchando con fe.

Soy María Elena Uzcátegui García, “Manena”, como me conocen mis familiares y amigos. Tengo 35 años de edad. Fui diagnosticada con cáncer de mama Her2 positivo en la axila izquierda, me derrumbé, pero con el apoyo de mis familiares, amigos y la fe
en Dios estoy aquí, de pie y luchando.

Hoy quiero compartirles mi historia, para que sepan que, aunque el cáncer es sinónimo de muerte, sigo adelante batallando y tratando de ayudar a otras mujeres que padecen también esta terrible enfermedad. Empezaré contándoles una historia un poco larga, pero trataré de resumirla.

En el 2020 antes de la pandemia me percaté de un pequeño bulto en mi axila izquierda, pero no fue hasta el 2021 cuando busqué me hagan un chequeo, el cual fue muy rápido, pero aparentemente no era nada malo. No tuve síntomas hasta enero de este año 2022.

Estaba de viaje, me había vacunado hace 15 a 20 días y tuve un proceso de inflamación en el mi seno izquierdo, es verdad que había tenido una pequeña molestia en noviembre del 2021… pero dejé pasar el tiempo, pero teniendo en cuenta que debían revisarme. Volví del viaje y fui al médico donde quedó evidenciado que el bulto había crecido y fue ahí… donde me diagnosticaron cáncer de seno, coincidió que mi cita fue un 4 de febrero, fecha en la que se conmemora el Día Mundial del Cáncer.

 

 

Un golpe durísimo

El Dr. Jaime Plaza fue quien me revisó y aunque aún no teníamos los resultados de la biopsia, él fue certero en decirme… “es cáncer”. Lloré, el doctor lloró, llegué a mi casa llorando, no sabía qué pensar, qué hacer, qué decir, solo sabía que el cáncer es relacionado con muerte, de hecho, yo también lo pensaba así, porque una tía muy querida y uno de mis amigos más cercanos murieron a causa de esta terrible enfermedad.

Con lo ocurrido a mi tía y amigo, mis pensamientos fueron muy negativos, no quería levantarme de la cama, no quería saber nada ni tampoco hablar con nadie, pensar que mis “días estaban contados” fue algo que me estrelló contra el suelo… porque había visto lo que este mal causa en la etapa terminal: caída del cabello, pérdida de peso y más… pero también había otras preocupaciones en mi cabeza.

 

 

Un gran problema y un inmenso apoyo

Uno de los grandes problemas que tenía por delante era decirle a mi madre (ella es hipertensa) y amigos sobre el cáncer de mama. El Her2 positivo que me diagnosticaron, es uno de los más agresivos que existen. Entonces me pregunté: ¿Cómo le comunico a mi familia y al mundo por lo que estoy pasando? Para contarle a mi mamá recurrí a una amiga de ella, el rostro de mi mamá se desencajó (sí como en las películas) al enterarse, pero ella desde ese momento se volvió un gran pilar en todo lo que me venía por delante.

En el caso de mis amigos (con varios de ellos nos conocemos desde la época de la escuela) quise tener una llamada grupal por WhatsApp con ellos, pero al ver que estaban pregunta y pregunta, se los lancé directamente, les dije: “tengo cáncer de mama”… no podían salir del asombro, de la impotencia y el dolor que les provocó, pero ellos son mi familia y no me dejarían sola ante este mal, de hecho gracias a su gran corazón me ayudaron con rifas, bingos y más para ayudarme a costear exámenes y las primeras quimioterapias.

 

 

Asimilar, ponerse de pie y seguir luchando

No sé en qué momento pasaron 9 meses desde me diagnosticaron, pero desde el día uno hasta la fecha he contado con el apoyo de los doctores Plaza, Unda y de mis otros médicos de medicina convencional, funcional y nutricionista, quienes a pesar de que yo sufro de ansiedad y ataques de pánico, me han brindado valiosas palabras que las he hecho mías en mi día a día.

En el caso del Dr. Luis Unda, quien es un cirujano muy positivo, me informó que: “eres una paciente de alto riesgo, no me dijo “vas a caminar sobre las nubes”, pero sí que había que empezar inmediatamente. Gracias a que detectaron el cáncer a tiempo, aún no se ha regado a ningún otro órgano de mi cuerpo.

Pero, a pesar de todas esas palabras positivas, seguía con mucho temor, miedo de morirme en mi primera quimioterapia, tal como le pasó a un amigo. No obstante, pese al ataque de pánico que sufrí un día antes de mi primera quimio, los médicos me indicaron que este sería un proceso similar al de un viaje o el conocer a alguien, donde a día a día aprendería a lidiar con todo lo que vendría. Nunca me habían operado, jamás me rompí nada, pero aquí estaba, ya de pie, con deseos de luchar, ganar y vivir.

 

 

Pink Punch

Una forma para ayudar a otras mujeres con cáncer y también a mí misma es el Pink Punch, una novedosa iniciativa que se le ocurrió a una amiga, quien junto a mi entrenador de Cross Box (lo practicaba en Quito como también Muay Thai), dijeron ¿qué pasaría si lanzamos un campeonato de striking femenino (varias modalidades: box, kick boxing y MMA) en beneficio de las pacientes con cáncer de mama?, luego un amigo publicista plasmó la idea.

En lo que va del año hemos realizado dos eventos en el país, donde el concepto es mostrar la sinergia que hay entre la fuerza que necesitas para combatir contra la enfermedad y contra tu oponente en el torneo.

La fuerza física y mental es la mismo, tú coges, te paras en un ring, tomas una quimioterapia, te puede golpear la quimioterapia y el contrincante también puede hacerlo… y al mismo tiempo estás pensando en que te tienes que volver a parar y seguir… Y, eso es lo que hacemos, luchar para continuar viviendo con la enfermedad y con fe en Dios poder superarla.

Te invitamos a ver y escuchar la entrevista completa con «Manena», dando clic en el enlace: https://bit.ly/manena2022

 

 

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