¿Qué garantías tengo de que mi matrimonio dure para toda la vida? Conoce la respuesta a esta interesante interrogante. ¡Comparte!
Para muchos el matrimonio es causa de ilusión, pero puede ser también causa de preocupación, incluso de cierto temor. Viendo en la actualidad tantas parejas que se casan y al poco tiempo se separan, uno podría preguntarse: ¿Qué garantías tengo de que esto no me ocurra también a mí? ¿Es posible realmente asumir un compromiso como el matrimonio, que es para toda la vida?
Frente a esto, sería un error pensar que, para que el matrimonio no se acabe rápido, el mutuo «sí» que la pareja se da en el momento de la celebración tiene que ser lo suficientemente potente e intenso para que sus efectos duren toda la vida. Sería un error, pues una pareja difícilmente permanecerá junta si busca sostener su matrimonio únicamente en atención a un compromiso hecho en el pasado.
Para aclarar esta idea, me gustaría plantear dos aspectos de lo que implica el compromiso de estar con la otra persona toda la vida.
Una decisión que se renueva todos los días
En el matrimonio, uno elige a la otra persona, asumiendo un compromiso definitivo con ella. Pero en realidad, cuando uno se compromete a estar con la otra persona hasta la muerte se está comprometiendo a renovar esa elección que hace el día de su matrimonio todos los días.
Es decir, el compromiso hecho para toda la vida no está llamado a vivirse como una pesada cadena que uno tiene que llevar agónicamente. Todo lo contrario, se trata de un compromiso que ayuda a ambos a vivir en el matrimonio con la tranquilidad de saber que, pase lo que pase, ambos se van a volver a elegir. Nótese como, en la medida que elegirse es algo que sí está en control de cada uno. Es un compromiso que realmente está en poder de ambos mantener.
Los esposos están llamados a elegirse todos los días renovando cada día el amor que los une. A eso se comprometen al prometerse un amor para toda la vida. Y este compromiso permite experimentar esa paz que viene del hecho de saber que «aquí es», que «mi lugar es aquí, junto a la otra persona», y eso los ayuda a ambos a vivir el matrimonio con una mayor libertad. Por el contrario, el matrimonio empieza a estar en peligro el día que cada uno se despierta y deja de elegir nuevamente a la otra persona.
Algo que está en nuestro control
En segundo lugar, es cierto que el matrimonio tiene una cuota de «salto al vacío». Es decir, uno se compromete a estar con la otra persona y a renovar esa elección todos los días; sin embargo, uno no sabe realmente en qué consiste la vida matrimonial hasta que la vive.
En el matrimonio se van a presentar una gran serie de situaciones que uno no va a poder controlar, e incluso algunas ni siquiera anticipar. Esto puede generar una cierta incertidumbre, y hasta un cierto temor. Pero es importante tener en cuenta que aquellas cosas que pueden poner en peligro el matrimonio son aquellas que sí están en el control de ambos.
En la salud y en la enfermedad
Puede que venga una enfermedad, un accidente, periodos en los que alguno no tenga trabajo, etcétera. Pero no son estas cosas en las que debilitan el matrimonio, sino la actitud que ambos deliberada y conscientemente asumen frente a ellas.
Por ejemplo, la enfermedad de un hijo es sin duda una prueba durísima para la pareja. Pero esta prueba puede ser afrontada juntos, lo cual fortalecerá la relación, o puede ser asumida un tanto en solitario más por alguno de los cónyuges, con lo cual seguramente llegue a ser motivo de conflicto en la pareja
Pero incluso en este caso el conflicto se genera no por esa enfermedad, la cual escapa al control de ambos, sino por la actitud que ambos, de manera deliberada, asumen frente a ella. Y esto es algo que si está en su control.
Nadie dice que el matrimonio sea una eterna luna de miel. De hecho, no lo es. Y por eso resulta muy inspirador el testimonio de jóvenes y adultos que asumen con valor el desafío de embarcarse en esta aventura, y trabajar todos los días como un equipo para sacar adelante su amor.
Escrito por: Daniel Torres Cox, vía Catholic-Link.
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