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Para alcanzar los objetivos que nos planteamos necesitamos de talento y motivación, pero cuál es la más relevante de las dos.

Todos nacemos con talentos, habilidades, dotes personales o como queramos llamarlos. Quizás algunos son más evidentes que otros, pero lo cierto es que todos los tenemos y de lo que se trata es de poder descubrirlos a lo largo de nuestra vida.

Tener un talento no quiere decir que debemos dar por sentado que «ya hemos llegado a la cima» y no necesitamos esforzarnos. Todo lo contrario, debemos cultivarlo y desarrollarlo una vez que los hemos identificado. ¿Cuáles son nuestras habilidades?, ¿hasta dónde queremos llegar con nuestro talento?

 

 

«La motivación es un amplificador del talento»

Xesco Espar, entrenador de balonmano y profesor, comparte en el siguiente video para Aprendamos BBVA su visión sobre el rendimiento y cómo el talento está compuesto de tres factores: las habilidades propias, la capacidad de usarlas cuando las condiciones son difíciles y la disposición para llevar la iniciativa.

Querer es poder

Cuando se me han presentado retos en la vida siempre viene a mi memoria una conocida frase: «querer es poder». Y esto es totalmente cierto. Cuando uno quiere lograr algo, una meta por ejemplo, pone todo su empeño y energía en lograrlo. Con el simple hecho de ya quererlo existe la posibilidad de poder lograrlo (siempre y cuando hablemos de cosas realistas y posibles).

Para ello, la motivación juega un papel importante. Daniel Goleman (1996) nos dirá:

«La automotivación es la capacidad de cada trabajador para encaminarse a sus objetivos marcados, aprovechando el impulso que sus motivaciones personales le ofrecen. Proporciona fuerza para tomar iniciativas, y permite ser más eficaces y perseverantes frente a las dificultades y frustraciones que se presenten»

La motivación es un motor, un amplificador del talento que nos impulsa. Cuanto más motivados, más se verá impulsado nuestro talento.

 

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¿Y qué pasa cuando la motivación está ausente?

Así como «querer es poder» es común también que ese «querer» muchas veces se vea enfrentado a situaciones de desánimo y desmotivación. ¡Somos humanos! No siempre tenemos que estar bien y no hay nada de malo en eso.

Muchas veces, cuando la motivación baja nuestro rendimiento también y por ende nuestro talento puede verse disminuido ya que no lo estamos alimentando. Sin embargo, es importante tener en cuenta que también es talento el ser capaces de utilizar nuestro talento cuando las situaciones son difíciles y poner nuestra energía en esforzarnos para salir adelante.

Xesco Espar nos dirá que «el talento se revela cuando las situaciones son difíciles».

Siempre tenemos la capacidad y libertad de elegir. Las situaciones externas no están en nuestro control, pero sí podemos decidir con qué actitud nos enfrentaremos a éstas.

 

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Llevar la iniciativa y desarrollar nuestro ingenio

Vivimos en el mundo de la inmediatez donde queremos, en numerosas ocasiones, las cosas fáciles y al instante. Esforzarnos nos cuesta porque nos implica salir de nuestra zona de confort y exigirnos. ¿Cuánta es realmente nuestra capacidad de aguante cuando las cosas son difíciles?

Para que nuestro talento brille es importante cultivarlo constantemente. Primero lo descubrimos, lo entendemos y luego lo ponemos en práctica en medio de un contexto para aprender a utilizarlo y finalmente dominarlo.

Si no cultivamos nuestro talento, si no lo usamos y ponemos en práctica, este decrece. Está dormido.

En cambio, cuanto más lo usemos y empujemos al límite de cada situación, lo estaremos desarrollando y haremos que crezca. Por ello, tener talento es importante pero utilizarlo es igual o más importante.

El talento viene a ser como una semilla que se nos ha dado. De nosotros depende cultivarlo, cuidarlo y hacer que pueda dar fruto. En este sentido, la formación del carácter, entrenar nuestra mente, ser perseverantes y tener confianza en nosotros son factores que juegan un papel importante.

Compartir nuestro talento con los demás

Dado que nuestros talentos son un don, un regalo de Dios, tenemos también la responsabilidad de cultivarlos para compartirlos con los demás. Cada uno de nosotros es único e irrepetible. Imagino eso: no existe nada igual a ti en este mundo. Por tanto, tu talento también es único y de ti depende hacerlo brillar.

Jesús nos llama a ser luz del mundo y para serlo es importante usar nuestros talentos siendo un instrumento para el bien de la humanidad.

 

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Escrito por: Francesca Giannoni, vía Catholic-Link.

 

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