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¡No caigamos en el materialismo! Es el título del nuevo comentario al al Evangelio, que nos comparte el Padre Juan José Paniagua.

Sabemos por las investigaciones que el materialismo se asocia con tratar a las personas de una manera competitiva, manipuladora, egoísta y menos empática. Tales comportamientos generalmente no son apreciados por las personas, a pesar de que es alentado por algunos aspectos de nuestro sistema económico capitalista.

La investigación muestra dos conjuntos de factores que llevan a la gente a tener valores materialistas. En primer lugar, las personas son más materialista cuando están expuestas a los mensajes que sugieren que esas actividades son importantes, ya sea a través de sus padres y amigos, la sociedad o los medios de comunicación. En segundo lugar, y algo menos obvio, es que la gente es más materialista cuando se sienten inseguros o amenazados, ya sea debido al rechazo, miedos económicos o pensamientos acerca de su propia muerte.

 

MATERIALISMO 1

 

¿Qué dice la Biblia sobre el materialismo?

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,13-21):

En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús:
«Maestro, dije a mi hermano que reparta conmigo la herencia».
Él le dijo:
«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».
Y les dijo:
«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».
Y les propuso una parábola:
«Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose:
“¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo:
“Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.
Pero Dios le dijo:
“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.
Así es el que atesora para SÍ y no es rico ante Dios».

¡Palabra del Señor!

 

Escrito por: P. Juan José Paniagua, vía Catholic-Link.

 

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