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Una vida extra larga en la tierra no se puede comparar con lo que nos espera en el Cielo junto a nuestro Creador.

Muchos en el mundo de la tecnología están buscando curas para la vejez. Quieren vivir para siempre en la tierra, prolongando su vida más allá de los 100 años.

Se pone en evidencia la resistencia que el hombre opone a la muerte. En alguna parte —han pensado repetidamente los hombres— deberá haber una hierba medicinal contra la muerte.

Antes o después, se deberá poder encontrar una medicina, no sólo contra esta o aquella enfermedad, sino contra la verdadera fatalidad, contra la muerte. En suma, debería existir la medicina de la inmortalidad.

También hoy los hombres están buscando una sustancia curativa de este tipo. También la ciencia médica actual está tratando, si no de evitar propiamente la muerte, sí de eliminar el mayor número posible de sus causas, de posponerla cada vez más, de ofrecer una vida cada vez mejor y más longeva.

Pero, reflexionemos un momento: ¿qué ocurriría realmente si se lograra, tal vez no evitar la muerte, pero sí retrasarla indefinidamente y alcanzar una edad de varios cientos de años? ¿Sería bueno esto?

 

 

También lo malo duraría siempre

Luego continúa explicando por qué vivir en la tierra durante mucho tiempo es una mala idea.

La humanidad envejecería de manera extraordinaria, y ya no habría espacio para la juventud. Se apagaría la capacidad de innovación y una vida interminable, en vez de un paraíso, sería más bien una condena.

La verdadera hierba medicinal contra la muerte debería ser diversa. No debería llevar sólo a prolongar indefinidamente esta vida actual.

Vivir para siempre en esta tierra esencialmente prolongaría todas las cosas malas del ser humano, como el sufrimiento, la guerra, la violencia y la ansiedad.

La gente se arraigaría aún más en sus puntos de vista y las guerras continuarían durante siglos con los mismos líderes. Los totalitarios reinarían sobre sus países durante generaciones y generaciones.

 

 

La respuesta: Jesucristo

En cambio, la solución, como explica el papa Benedicto, es una vida “nueva”.

Debería más bien transformar nuestra vida desde dentro. Crear en nosotros una vida nueva, verdaderamente capaz de eternidad, transformarnos de tal manera que no se acabara con la muerte, sino que comenzara en plenitud sólo con ella. Lo nuevo y emocionante del mensaje cristiano, del Evangelio de Jesucristo era, y lo es aún, esto que se nos dice: sí, esta hierba medicinal contra la muerte, este fármaco de inmortalidad existe. Se ha encontrado. Es accesible.

Esta medicina se nos da en el Bautismo. Una vida nueva comienza en nosotros, una vida nueva que madura en la fe y que no es truncada con la muerte de la antigua vida, sino que sólo entonces sale plenamente a la luz… Sí, la hierba medicinal contra la muerte existe. Cristo es el árbol de la vida hecho de nuevo accesible. Si nos atenemos a Él, entonces estamos en la vida.

Si queremos “vivir para siempre”, necesitamos ir al verdadero “árbol de la vida”, Jesucristo, quien nos abre un reino de eternidad que da vida.

La vida en el cielo no se parecerá en nada a la vida en la tierra. Será un lugar sin lágrimas, guerras, violencia o ansiedad.

Es un lugar de paz eterna, no simplemente una prolongación de nuestra tierra herida.

 

LA TIERRA Y EL CIELO 3

 

Escrito por: Philip Kosloski, vía Aleteia.

 

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