Compartir:

Es importante que conozcas cinco valiosas razones por las que no debes conformarte cuando se trate de amor.

Hay tanto que se puede decir sobre el amor, todos lo experimentamos de distintas formas y con niveles de intensidad tan absurdos que, en ocasiones, se hace difícil encontrar las palabras. Lo único cierto es que todos deseamos ser amados, y el que diga lo contrario se engaña tontamente a sí mismo y es un mentiroso. Un mentiroso muy triste, porque en el fondo, muy en el fondo, nos cuesta aceptar que el amor lo mueve todo, absolutamente todo.

Hay muchas cosas que me hubiera gustado saber antes de equivocarme en las relaciones; ahora solo sé que todo hizo parte del aprendizaje. Porque en la vida o se gana o se aprende, pero no se pierde.

Por eso te escribo, para recordarte por qué no debes conformarte cuando se trata de amor. ¡Lo mereces todo!

 

 

Consejos para tener un buen noviazgo (amor saludable)

Te comparto 5 consejos que te ayudarán a la hora de contemplar un noviazgo saludable.

No te conformes con lo superficial

No te quedes en la sensación de «me hace sentir mariposas en el estómago». Esto lo sentimos todos al principio (y de mariposas no hay nada; lo que se siente son unas ganas de vomitar increíbles). Pero todas estas sensaciones pasan, como muchas otras cosas.

Aquí no me refiero a las primeras citas, a los primeros besos o a las primeras promesas. Me refiero a no quedarse en lo superficial, en lo momentáneo, porque con el tiempo, las cosas cambian.

Cuando la relación avanza, las flores, los chocolates, los mensajitos y las salidas al cine o a bailar siguen siendo importantes, pero no sostienen un noviazgo. No pueden ser el puente, el centro o lo único que los mantenga unidos.

Estas preguntas pueden servirte para reflexionar en lo que avanza un noviazgo: «¿qué es lo que más admiras de tu pareja?», «¿qué has aprendido en el tiempo que llevan juntos?», «¿qué es lo que más atesoras de la relación?», «¿qué queda entre ambos cuando se deja de lado todo lo material y lo físico?».

 

 

No te conformes con un amor mediocre

¿Y qué es un amor mediocre? El que ofrece una persona que un día quiere, pero al otro no. Un día te dice «te amo» y al otro te falla, un día te promete que no volverá a engañarte, a lastimarte, a humillarte o a golpearte… y vuelve a hacerlo.

O, para no ir muy lejos, uno que se conforma con lo que sea. Le da igual si te ve, si no te ve, si discuten, si callan o si ocultan cosas. Una persona que ofrece un amor a medias es la que no tiene ni idea de qué es lo que quiere en una relación y tampoco le interesa descubrirlo.

Hay muchas parejas que están porque sí, porque «no hay nada mejor», porque «estar con ella es mejor que estar solo». Si tienes claro lo que quieres en una relación, ¡no pierdas el tiempo!

No te quedes esperando a que el otro cambie por arte de magia o a que se convenza de tus ideas. Habla, expresa lo que sientes, lo que quieres y lo que estás dispuesto a dar.

Preguntas que pueden servirte para tener una buena (e incómoda) conversación: «¿qué buscas con esta relación?», «¿cómo te gustaría que fuera?», «¿qué es el amor para ti?», «¿qué idea tienes de un noviazgo?», «¿crees en el matrimonio?», «¿defiendes un “para siempre”?», «¿estás dispuesto a esforzarte?».

 

 

No te conformes con una persona que está contigo para no estar sola

Error, fatal error. Qué triste estar con alguien y mantener una relación porque eres incapaz de estar solo. Si la gente supiera que es completamente necesario aprender a estar solo para saber amar, las cosas funcionarían distinto. Hay que enamorarse de uno mismo primero, aprender a manejar las emociones, a sobrellevar el dolor, a caer y a levantarse, a sanar y a perdonar, antes de siquiera pensar en tener una relación con otra persona.

Si no te amas a ti primero, si no tienes ni idea de cómo gestionar tus debilidades, ¿qué te lleva a pensar que estás listo para iniciar una relación? Antes de comenzar un noviazgo, hay que limpiar el corazón, lijarlo, pintarlo y dejarlo preparado para poder entregarlo entero, sin recelos, sin remordimientos y sin miedos.

Preguntas que pueden ayudarte: cuando busco una relación, «¿por qué lo hago?», «¿qué me impulsa a querer compartir mi vida con otra persona? ¿El amor, la soledad, el anhelo, el desespero?», «¿me amo a mí mismo tal y como soy?», «¿qué estaría dispuesto a dar por otra persona?», «¿tengo heridas sin sanar?», «¿no he aprendido a perdonarme o me hace falta pedirle perdón a alguien?».

 

 

No te conformes con una persona que no cree en el «para siempre»

A veces hablar del «para siempre» despierta burlas y miradas de incredulidad. Porque lastimosamente todo lo que nos rodea en este preciso instante es desechable, incluido el amor. Ya no me gustas, aquí lo dejamos. Ya no eres divertido, me busco a otro. Ya no tienes el mismo aspecto de hace unos años, adiós. Ojalá nos esforzáramos con la misma rapidez con la que nos aburrimos del otro.

Se comete el error de asumir, ¡y vaya error más común! «Yo supongo que él querrá casarse», «yo asumo que ella siente lo mismo que yo», «yo creo que ambos nos hacemos felices», «yo estoy casi seguro de que ella también sabe que vamos en serio».

Cuánto tiempo nos ahorraríamos si tuviéramos conversaciones serias desde el principio. Las conversaciones incómodas son las que más tememos y, al mismo tiempo, las que más nos revelan del otro.

Preguntas que pueden hacerse ambos: «¿crees en el amor para siempre?», «¿te ves conmigo en el futuro?», «¿cómo es ese futuro que te imaginas a mi lado?», «¿contemplas el divorcio como una salida a los problemas?».

Aquí de pronto nos podemos llevar más de una sorpresa. Resulta que ella no cree en el «para siempre» o él no quiere hijos. Ella no quiere casarse por la iglesia o él no se imagina de abuelito a tu lado.

No te conformes con una persona que no comparte tu «pack de básicos»

El pack de básicos es ese grupo o esa lista de aspectos indispensables para ti, aquellos que no son negociables. Hacer el ejercicio es muy sencillo. Piensa en esas cosas que simplemente no contemplas negociar. Si no te has detenido a pensar en ellas, tómate unos minutos.

No tengas prisa en pensar «todo se puede negociar», porque no es cierto, aunque te cueste aceptarlo, hay cosas (distintas para cada quien) que no estamos dispuestos a hacer o a permitir.

Por ejemplo: «yo no quiero vivir en unión libre, quiero casarme», ¿es negociable? No. «Yo quiero tener hijos, tú ni de broma quieres convertirte en madre o en padre», ¿es negociable? La verdad no. «Yo quiero una relación abierta, tú no te lo planteas ni en sueños», ¿es negociable? No.

Haz tu lista, es un ejercicio increíble y una manera sencilla y eficaz (a veces dolorosa) de descubrir qué es lo que realmente busca cada uno. Y recuerda, no eres «demasiado exigente», simplemente eres consciente de lo que vales, de lo que quieres y de lo que estás dispuesto a ofrecer. Mereces un amor enorme, un amor sano y un amor de esos que ya no se ven.

 

 

Escrito por: Nory Camargo, vía Catholic-Link.

 

Compartir: