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Desde sus inicios el teatro ha servido como plataforma para educar al espectador en su forma de actuar frente a la vida. La tragedia guió a las personas a lidiar con la muerte, a asumir sus emociones; la comedia buscó divertir con humor burdo y entretener al público. El teatro preparó, o mejor dicho condicionó, al ser humano en la forma “correcta” de reaccionar en la vida a través de las diferentes situaciones presentadas sobre el escenario.

La obra teatral Nuestras Mujeres, guión de Éric Assous, adaptada por Fernando Masllorens y Federico González del Pino y dirigida por Santiago Sueiras, es la última producción del Teatro Sánchez Aguilar con la que cierran su quinta temporada. El elenco es conformado por Xavier Pimentel (Diego), Santiago Carpio (Max) y Fabo Doja (Paul), cuyas actuaciones estelares se destacan a la par de la astuta escenografía diseñada por Allan Jeffs, que nos muestra una casa acomodada en la ciudad de Guayaquil.

La historia comienza con la reunión semanal de los amigos Max, Paul y Diego, donde juegan a las cartas, beben y hablan de cosas de ‘hombres’. En ésta ocasión Diego llega 45 minutos más tarde de lo previsto y sorprende a Max y Paul con la noticia que acaba de asesinar a su mujer. Entre argumentos y desesperación éste pide ayuda a sus amigos para asegurar una coartada. ‘La relación de panas’ de estos tres personajes, se ve comprometida al presentarse esta situación inusual, en la que saldrá a la luz la hipocresía que ha sobrellevado su amistad a lo largo de los años.

Esta obra logra concientizar sobre problemas actuales de la sociedad en Guayaquil: la rigurosidad de las normas de amistad entre los hombres, los estragos del matrimonio, la situación crítica de las relaciones entre padres e hijos y la diferencia de oportunidades debido a la desigualdad social. Sin embargo, como mujer, mi atención recae sobre la ligereza en el trato al tema del femicidio.

Desde Argentina el eco “Ni una menos” suena hasta en Ecuador, siendo el caso de femicidio de dos chicas de este país uno de los crímenes más sonados del 2016. Una plataforma perfecta de socialización del femicidio fue desaprovechada con esta obra. Gana la comedia, la elección de chistes fáciles y la insistencia por entretener al público, y se pierde la oportunidad de un drama. En la obra, el femicidio entra a un segundo plano cuando ‘los panas’ se sinceran; al aligerarse la tensión entre ellos e intenta dar por resuelta la situación.

Recomendada para adolescentes con acompañamiento de sus padres y mayores de 16 años con criterio formado, Nuestras Mujeres se estrenó el jueves 12 de enero y estará en cartelera la Sala principal del Teatro Sánchez Aguilar todos los fines de semana hasta el domingo 5 de febrero.

Femicidio en el Ecuador

En una conversación con la Ab. Cristina Franco Cortázar ella nos da su opinión acerca de los cambios logrados a favor de la mujer en el área penal.
El 10 de Febrero de 2014 se publicó el Código Orgánico Integral Penal, mediante Registro Oficial Suplemento No. 180, el mismo que entre sus nuevas disposiciones incorpora la figura penal del delito de femicidio, configurándolo en su artículo 141 de la siguiente manera:
La persona que, como resultado de relaciones de poder manifestadas en cualquier tipo de violencia, dé muerte a una mujer por el hecho de serlo o por su condición de género, será sancionada con pena privativa de libertad de veintidós a veintiséis años”.
Primera Premisa: Como resultado de relaciones de poder
El femicidio nace de la ideología de género, puesto que dicha teoría intenta persuadir de que el hombre ha sido el único causante de la opresión de la mujer, por motivos sexuales.
Para ser objetivos homicidio viene del latín homos que se traduce como humano no como «hombre» o «varón exclusivamente». De ahí que hasta ahora para la actual generación consideraba que al referirnos al concepto de homicidio se podía interpretar que se había matado a una persona sin premeditación e independiente de su sexo. Tal lo reza el artículo 144 al definir al homicidio de la siguiente manera:
“La persona que mate a otra será sancionada con pena privativa de libertad de diez a trece años”.
Segunda Premisa: muerte a una mujer por el hecho de serlo o por su condición de género.
Esta categorización da un enfoque  negativo al delito de femicidio pues coloca en desventaja al hombre únicamente por el hecho de haber nacido hombre. Así, el COIP concluye que Toda mujer asesinada por un varón, es asesinada exclusivamente por ser mujer.
Conclusión: Por un lado se elimina de facto todo atenuante posible de homicidio, y luego por esto  la discriminación positiva, (esto es alegar que se trataba de una condición de género) lo que hace que se piden penas mayores para el «femicidio» que para el «homicidio».

 

Por: Daniela Arosemena C.

Lic. Estudios Críticos y Visuales de Arte

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