Compartir:

«Perdona mis ofensas de la misma manera en que yo perdono a mis ofensores». Es una petición y una guía para alcanzar la gracia de Dios.

El perdón es el centro de la vida cristiana. Se trata de un misterio muy hondo y muy alto que contradice la natural tendencia humana de resarcirse de las ofensas, buscar venganza, tratar de equilibrar la balanza de la justicia a our favor.

La petición es un eco de la parábola del siervo sin entrañas, esa vieja historia sobre la desproporción entre lo que debemos y lo que se nos debe que resquebraja cualquier intento de escondernos a nosotros mismos la maldad que habita en el propio corazón. Y sobre todo, esa manía diabólica de esconderla mirando las culpas del hermano.

Se emparenta también con la advertencia de no ver la paja en el ojo ajeno sino reconocer la viga en el propio. Y, sobre todo, es una de las recomendaciones más importantes del mismo Cristo: a la pregunta de Pedro, responde que debemos perdonar setenta veces siete.

 

PERDONA NUESTRAS OFENSAS 1

 

Pedir perdón a Dios es el punto de partida

Implica reconocer que lo necesitamos, que sin Él nada tiene sentido y que por eso volvemos a Él con confianza. Implica también el rechazo de toda negación del amor, y es el fruto de las invocaciones y las cuatro peticiones anteriores: porque es nuestro Padre que está en los cielos, porque queremos santificar su Nombre, porque queremos que venga su Reino, que se haga su Voluntad, porque queremos recibir de Sus manos el Pan que Él mismo es, pedimos perdón por todo lo que nos aleja de Él.

Y, la única garantía de la verdad y sinceridad de esta petición de perdón es la voluntad de perdonar a nuestro prójimo, es decir, repetir en nuestro corazón las actitudes de Cristo mismo. Si no amo a mi prójimo a quien veo, es imposible amar a Dios a quien no veo nos enseña San Juan. Y completa la enseñanza diciendo que el que ama ha visto a Dios, porque Dios es amor. También afirma que no hay acto de amor más completo que el perdón. No lo hay más perfecto, por eso Nuestro Señor nos pidió que perdonando como Él, nos hagamos perfectos como el Padre en el Espíritu. La perfección es el amor.

¡Amado Padre perdona nuestras ofensas!

 

PERDONA NUESTRAS OFENSAS 2

 

Escrito por: Roncuaz.

 

Compartir: