Paúl Palacios: Dios, su familia, la naturaleza y la solidaridad son los pilares de su vida… a ellos toda su fe, amor y entrega.
Siempre es bueno compartir historias que nos permitan reflexionar, aprender e incluso aplicar lo positivo de cada una de ellas, es por eso que en la edición 200 de Revista Vive!, les presentamos la historia de Paúl Palacios, un hombre firme en sus convicciones y que ama a Dios, su familia, la naturaleza y la solidaridad para con quienes más necesitan.
¿Quién es Paul Palacios?
Soy hijo de un médico cuencano y una mujer esmeraldeña. Mi padre, luego de llegar de Alemania donde realizó sus estudios de especialidad, se afincó en Portoviejo donde desarrolló su carrera profesional.
Somos seis hermanos y todos nacimos en Manabí. Al yo nacer, mi familia se mudó a Guayaquil. Esa decisión la tomaron mis padres, porque mis hermanos mayores estudiaban lejos del hogar, y deseaban a la familia junta. Por tanto, me siento guayaquileño casi de nacimiento.
Mis estudios primarios los realicé en el IPAC, mi secundaria en el Liceo Naval, mi universidad fue la U. Católica de Guayaquil, luego estudié inglés un semestre en Georgetown y mi maestría la realicé en el INCAE. Hubo un periodo de estudios y trabajo en Suecia antes de mi maestría. Trabajé por 11 años con Banco del Pacifico y luego por 22 años (hasta este momento) en la empresa que hoy dirijo.
¿Cómo formaste tu familia?
Luego de 5 años de enamorado, y casi 3 años viviendo fuera del país, me casé con Lori Romero, creando una familia que nos ha ofrecido dos hijos maravillosos. Daniel, economista de la universidad de Brown, quien hoy trabaja en nuestro grupo, y Ricardo, ingeniero mecánico de la universidad de Columbia, que trabaja en TIA. Con Lori nos conocimos en la universidad, cuando mutuos amigos nos presentaron.
Tu amor a la naturaleza y la solidaridad, ¿Cómo llegó a ti?
Siempre vi a mis padres y a mis hermanos volcados al servicio público. Mi padre fue un hombre muy cuidadoso con el dinero de la familia, pero era realmente un filántropo. En el caso de mi hermano Jorge, ha dedicado su vida por entero al servicio de gente vulnerable, y mi hermano Alfredo también tiene esa actitud de vida. Entonces, servir ha sido algo ineludible.
Ese sentimiento de compromiso, además del ambiente guayaquileño donde todo el mundo está ayudando en algo, sirviendo en alguna institución benéfica, hizo que me vincule a los 18 años a Fundación Natura, luego al Club Rotario y finalmente al Fondo Ambiental Nacional. Por cierto, no creo que hago nada extraordinario, sino simplemente hacer lo que todos ya hacen.
¿Qué te motivo a realizar el camino a Santiago y qué aprendizaje te has encontrado en él?
El Camino de Santiago es para mí una de las aventuras espirituales más lindas que he podido vivir. Tiempo atrás leí un poco sobre El Camino, y hace unos años mi buen amigo Jorge Calderón me contó su peregrinaje.
Hacer El Camino de Santiago es algo difícil de describir en palabras, tienes que vivirlo. Es como si le preguntaras a alguien la experiencia de ser padre o madre, y te pueden hablar por horas, pero solo vivir la experiencia te lo muestra en su dimensión. Es una combinación de desafío físico, experiencia espiritual, recogimiento íntimo y desde luego conocimiento cultural.
¿Cómo se da tu vinculación a Diakonia banco de alimentos?
Hace más de 10 años la Iglesia Católica y ciertos empresarios nos pidieron a José San Martín y a mí que viajemos a Bogotá con el ánimo de conocer el funcionamiento del Banco de Alimentos de esa ciudad, y de ser posible, replicar el concepto. Fuimos, aprendimos y regresamos. Pepe, con su gran talento administrativo y otras valiosas personas, instrumentaron la creación del Banco de Alimentos (Diakonía).
En el año 2016, para el terremoto, coordinamos ciertas cosas, y luego, al inicio de esta crisis, llamé a Pepe para que coordine una reunión con Monseñor Luis Gerardo Cabrera. En esta reunión le propuse llevar adelante una iniciativa (Juntos Alimentamos Más), la cual incorporaría a varias organizaciones, siendo la columna vertebral Diakonía. Monseñor aceptó y arrancamos.
¿Qué fue lo que más te impacto en esta crisis?
Nunca deja de impresionarme la inmensa bondad de la gente, la capacidad de plantear cosas creativas en momentos de adversidad y la disposición de trabajar en equipo. Creo que tenemos el capital humano suficiente para sacar al país adelante y convertirlo en una potencia. Cuando digo esto alguna gente me mira con cara de escepticismo, pero yo siempre repito: yo viví en Suecia, los respeto, los admiro, pero nosotros somos tan buenos como ellos, con el liderazgo apropiado.
¿Porqué es importante la familia?
Porque la familia es la esencia de la sociedad. Es el núcleo más puro, y el ambiente más propicio, en general, donde un ser humano puede aprender lo mejor y prepararse para las peores adversidades.
La familia permite los mejores sentimientos de un ser humano: la ternura del amor de pareja, la sabiduría de los padres con su experiencia, la inocencia de los hijos que no han sufrido los avatares de la vida, la fortaleza de la unión, la sensibilidad de afrontar en conjunto las adversidades.
¿Qué aprendizaje les ha dejado la pandemia como familia?
Las largas horas de diálogo con los hijos. Unos hijos que los dejamos salir del hogar a los 18 años, y que regresaron ya grandes luego de culminar sus estudios. Aprendimos la capacidad de delegarnos responsabilidades que antes no teníamos en el hogar. Aprendimos la sencillez de no necesitar otra cosa que estar vivos y sanos, juntos.
¿Cómo ves el futuro del Ecuador post pandemia y recomiendas a las familias en esta nueva era?
El futuro será próspero y decidimos que así sea. Hoy debemos trabajar en una agenda país y coordinar los esfuerzos para aprovechar recursos escasos. Como familias, entender que lo más importante es aquello que no compra el dinero: paz, honradez, unión, respeto. El resto se rompe y se vuelve a pegar o a reponer, las virtudes mencionadas no.
Dios, su familia, la naturaleza y la solidaridad son los pilares de su vida… a ellos toda su fe, amor y entrega.
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