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La plenitud no está alejada o desligada de la edad adulta… Teniendo en cuenta esto te invitamos a leer el artículo y compartirlo.

Crecí mirando y oyendo mujeres “grandes” que luego desaparecieron, mi mamá cantaba sus canciones, ellas hablaban del dolor del amor y el desengaño, al llegar a mis quince, ya había descubierto otras representantes algo más contemporáneas a mí con las que me identifiqué y olvidé preguntar por las “señoras”, para mis veinte, ellas ni hablaban ni cantaban, solo habían desaparecido, para mis treinta con el corazón habiendo vivido algunos desamores retorné a buscar a estas mujeres cantantes y despechadas de mis 8 o 9 años cuando mi mamá las cantaba, fui descubriendo que alguna había muerto, otra “ya no tenía éxitos” o peor aún había envejecido y se había retirado del escarnio público, por cierto Don Francisco envejeció frente a la cámara y me acompañó hasta más allá de mis veinte.

Hago este previo porque también la llegada a la edad adulta mayor es en desigualdad para las mujeres, resulta que para nosotras no están permitidas las canas ni las arrugas, se nos ve “maltratadas”, “descuidadas” mientras que para los hombres las canas y las arrugas son señal de seguridad y sabiduría, la mujer deberá también envejecer perfecta y joven, acá solo una de las contradicciones del mundo de la imagen y los tabloides que también impacta en la desigualdad.

 

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Edad adulta digna

Vale reconocer que últimamente en el mundo del entretenimiento hay algunas propuestas interesantes en donde vemos a una impecable Meryl Streep en papeles relevantes e incluso a Sara Jessica Parker mostrando una forma digna de llegar a la edad adulta, también hay mayor énfasis a los papeles que llegan a la tercera edad, The Father con el maravilloso Anthony Hopkins, es una pieza interesante para revisar lo que los hijos pueden vivir frente a este momento de sus padres.

Grace and Frankie y El método Kominsky en Netflix, presentan algo más aterrizado a lo que me gusta llamar la época de la plenitud, para los 50, 60 habremos vivido lo que nos permitimos e incluso lo que no quisimos o imaginamos, habremos cuidado de nosotros lo necesario, habremos aportado al mundo más de lo que nos íbamos a imaginar a los 15, al menos si tuvimos la suerte de darnos el tiempo de pensar nuestra vida, ¿usted piensa su vida, se está preparando para mañana?

 

 

Época de la plenitud

La época de la plenitud es un periodo que contrario a lo que se nos ha vendido sobre “acabar la edad productiva” tiene que ver con empezar un tiempo enriquecedor, con seguir aprendiendo, somos de las primeras generaciones que no tiene a la abuelita o el abuelito de 60 impedido de bajar las escaleras o inutilizado por problemas mentales, esto cada vez en menor grado. ¿Cómo acompañar al actual abuelito que no se preparó para la adultez mayor? Eso es tema para otro artículo.

Hoy las mujeres como los hombres de 50 o 60 tienen menos conflictos para aceptar su edad y disfrutarla, están más preparados, tienen más recursos incluso tecnológicos para entrar a la época de la plenitud, incluso hay aplicaciones que permiten hacer juegos mentales para mantener la agilidad en los procesos cognitivos.

Tengo dos pacientes de más de 70 años que asisten a mi consulta por libre voluntad, y cito: “para hablar con alguien sin que me critique” y es maravillosos oírlos reflexionar de su vida para tomar de ella aún mayor provecho, sus temas de trabajo son ¿cómo hacer que mi familia entienda que no estoy muerto en vida o que no soy un bebé otra vez? ¿cómo hacer para mantenerme en contacto con mis amigos, cómo conseguir nuevos amigos? Esta última pregunta siempre es dolorosa.

 

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Vivir plenos

Una de las características de la edad de la plenitud es que hay muchas pérdidas y el continuo ejercicio que representa tomar lo bueno de lo que ya no está los vuelve expertos en vivir el aquí y ahora.

Creo que esa es una de las mayores ventajas de edad de la plenitud y justamente por esta se me ocurrió su nombre, la edad de la adultez mayor, por la vida que hemos caminado para llegar a ella, nos hace conscientes, nos ayuda a estar presente en el aquí y ahora y ese mis queridos lectores es el mayor truco para vivir plenos. ¿Nos puede doler? Sí, porque nos conecta con los afectos. ¿Nos puede enlentecer? Sí, porque requiere de tiempo ver hacia adentro, pero nos enriquece, nos hace sabios, nos convierte en nuestra mejor versión, así que sin miedo, de lleno, a la época de la plenitud.

 

 

Escrito por: María del Carmen Rodrigo, sicóloga clínica.

 

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