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Se necesita una alimentación saludable para así evitar llegar a la tercera edad con problemas como la diabetes.

La diabetes mellitus tipo 2 es una enfermedad crónica y metabólica que se caracteriza por presentar niveles elevados de glucosa en sangre. Ocurre en la mayoría de casos durante la adultez, pero actualmente ya la padecen niños y jóvenes. Este trastorno hace que el cuerpo resista los efectos de la insulina (hormona que regula los niveles de glucosa en sangre) o bien que no produzca suficiente para mantener un nivel normal de glucosa.

Incidencia en Ecuador

Según el Instituto de Estadísticas y Censos (INEC), en Ecuador la diabetes es la segunda causa de muerte después de enfermedades cardíacas. De acuerdo a la última actualización de datos de este instituto (2017), 2.628 mujeres y 2.278 hombres murieron por causa de la diabetes en el año 2016. Además, se menciona que el porcentaje de fallecidos se elevó en un 51% en 10 años: de 3.292 personas que murieron en el 2007, la cifra aumentó a 4.906 para el año 2016.

Según una encuesta de ENSANUT, la prevalencia de diabetes en la población de 10 a 59 años es del 1.7%. Ese porcentaje sube a partir de los 30 años de edad y a los 50, 1 de cada 10 ecuatorianos ya tiene diabetes. Por este motivo la prevención es importante. Planteémonos como meta mantener una buena salud siempre, aunque no estemos enfermos. De esta forma podremos prevenir que en nuestra vida adulta suframos este tipo de enfermedades crónicas.

Factores de riesgo 

Ante esto existen factores de riesgo no modificables y modificables. Dentro de los primeros están la genética o antecedentes familiares, el biotipo (distribución de la grasa corporal), la raza y la edad, es decir, todo lo que no podemos cambiar.

Sin embargo, existen otros factores que sí son modificables como la composición corporal, la alimentación y la actividad física. Esto implica que podemos prevenir esta enfermedad con una correcta educación para mantener una vida saludable, ya que esta ocurre principalmente por malos hábitos.

Una buena educación alimentaria, realizar actividad física (por lo menos 30 minutosa al día), descansar al menos ocho horas diarias y mantener una buena composición corporal (peso, grasa corporal, grasa visceral y masa muscular) puede ayudarnos a mantener una vida más saludable.

El tipo de alimentación que se debe manejar para prevenirla es:

  • Consumir alimentos ricos en fibra como vegetales y frutas.
  • Consumir proteínas vegetales y animales de buena calidad.
  • Consumir carbohidratos complejos (frejol, lenteja, camote, avena, quinoa, arroz integral, mote, garbanzo y plátano verde, entre otros), disminuyendo o evitando los refinados o simples (arroz blanco, pan blanco, azúcar blanca, fideo con harina refinada).
  • Consumir grasas saludables y evitar alimentos fritos y apanados.
  • Evitar gaseosas y jugos de fruta.
  • Evitar el consumo excesivo de alimentos procesados (azúcar, grasa y sodio).
  • Beber suficiente agua (la cantidad depende del peso, actividad diaria y tipo de ejercicio).

Es mejor prevenir…

Si no hay un control adecuado de los hábitos y se cumplen ambos tipos de factores de riesgo en el paciente, es muy probable su desarrollo en la adultez o incluso antes si no se hacen cambios en el estilo de vida.

Esta es una enfermedad que en gran parte se puede prevenir manteniendo buenos hábitos y empezando desde temprana edad. Cada célula de nuestro cuerpo tiene memoria de nuestros hábitos, no solo sobre nuestra alimentación, sino también de nuestras emociones, pensamientos, horas de descanso, estrés, nivel de hidratación e inflamación interna… estos en conjunto aceleran o enlentecen la aparición de esta y otras enfermedades crónicas no transmisibles.

Por Lcda. Melissa Coto Alvarado
Nutricionista y Dietista

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