Compartir tiempo de calidad o rezar juntos pueden ser algunas de los propósitos que nos propongamos en familia.
El inicio del año es la mejor ocasión para marcarse nuevos propósitos. Pero no pensemos solo en dejar de fumar, ponernos a dieta o apuntarnos al gimnasio. Pensemos en la familia, ¿qué cosas podemos mejorar con los nuestros en este nuevo 2024? Es momento de construir nuevos propósitos de familia. Compartir tiempo de calidad o rezar juntos pueden ser algunas de las metas.
Reuniones para fijar objetivos
Trabajar para reforzar las relaciones familiares siempre es positivo. Por ello, fijar nuevos retos que mejoren nuestra alianza merece la pena. Establecer un diálogo en casa y exponer lo que necesitamos o queremos mejorar puede ser un primer paso para este 2024.
La forma de fijarlo puede ser a través de una reunión familiar. Sentarse padre, madre e hijos para marcar los nuevos propósitos que enriquezcan la relación. Cada uno expone lo que necesita o lo que quiere cambiar y se establecen como objetivos. Viendo lo que aporta cada uno, podemos valorar cómo está la relación familiar.
Más tiempo con los pequeños
Dedicar más tiempo a los niños debe ser un propósito primordial. En nuestro día a día y, con el ritmo de vida que llevamos, cuesta. Pero debemos organizarnos para dedicarles más tiempo diario. Parar nuestras obligaciones y retomarlas después. Aparcar nuestras miles de cosas para estar con ellos y demostrarles que ellos son más importantes que todas esas cosas.
Tiempo para jugar, leer o charlar… unos minutos al día para que ellos se conviertan en protagonistas y sientan que lo que les preocupa nos importa y ahí estamos para escucharlos. Se lo demostramos parando nuestras cosas para estar con ellos. Tiempo exclusivo, tiempo de calidad.
Leer juntos
Compartir un rato de lectura es también muy apropiado. Nunca es tarde para retomar hábitos que deberían ser imprescindibles por la cantidad de beneficios que nos aportan.
Buscar un lugar y un momento para leer con nuestra familia es una buena idea si queremos que todos recuperemos esta buena práctica. Incluso, si tenemos pequeños que están aprendiendo a leer, podemos ayudarles, ojear con ellos la cartilla o escucharles mientras leen en alto y practican la expresión oral.
Menos discusiones y gritos
Aparcar las discusiones y los gritos en casa debe ser un propósito habitual. Un buen clima en el hogar es vital para las relaciones familiares. Hacer un esfuerzo y luchar contra los gritos o las discusiones debe proponerse para cumplirse.
Lo mismo ocurre con las peleas entre hermanos. Ellos deben ponérselo como meta y, antes de empezar el enfrentamiento, pensar en ese propósito que plantearon en la reunión familiar de principios de año. Hablar más y discutir menos es la clave. No podemos olvidar que la buena comunicación es una de las bases para el buen funcionamiento del hogar.
Oración en familia
Vital es también el tiempo para rezar juntos. Puede convertirse en un hábito diario, al levantarse o antes de dormir. Unos minutos en familia para dar gracias a Dios por todo lo que tenemos o pedir por nuestras intenciones. Es bueno, en este caso, que los pequeños muestren sus peticiones. Que lo expliquen con sus palabras, que pidan por sus amigos o compañeros del cole. Que le cuenten a Jesús lo que para ellos es un mundo o las inquietudes que puedan tener.
Sentir que lo suyo es tan importante como lo de los mayores les estimulará a seguir haciéndolo. Buena es la fórmula de, al acabar el día, pedir perdón, dar gracias y pedir por alguien o algo para el día siguiente. Tres pequeños pasos con los que les enseñamos a diario a hacer un pequeño examen de conciencia.
Domingo especial
El domingo es el día del Señor. Un día en el que todo se hace nuevo. Poner una mesa bonita o hacer una comida especial pueden marcar la diferencia. Podemos establecer un brindis dominical con los asuntos importantes que vamos a emprender en la nueva semana y pedir juntos por ello. Un hábito que hará ese día importante.
Paso a paso
Para sacar adelante todos estos nuevos propósitos debemos ir poco a poco. Las metas no se alcanzan todas a la vez, sino que se van logrando a corto o medio plazo. Querer hacerlo todo a la vez puede provocar el efecto contrario, que fracasen. Todo lleva su tiempo. Por tanto, repetir esas reuniones familiares para ver cómo van las cosas o para incorporar nuevos objetivos siempre es bueno. Podemos ver si se van cumpliendo metas y premiarlas con un refuerzo, algo que estimula para seguir trabajando en las otras.
Escrito por: Violeta Tejera, vía Aleteia.
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