Compartir:

Muchos dicen que vivimos en un mundo en crisis, que todo está mal, que no hay solución para los problemas. 

Yo digo que con Dios podemos superar las dificultades de la vida y eso lo avalan miles de santos que han hecho una experiencia real de esto. La crisis tarde o temprano toca la puerta de nuestra vida en una visita inesperada, ¿cómo la vas a recibir? Tienes que estar cimentado en roca firme para triunfar en nombre de Dios. Con su ayuda llegarás siempre más lejos de lo que podrías hacerlo por ti mismo. Así que pon ojo a estos siete consejos que de seguro te ayudarán a superar la crisis que estás pasando o te serán de gran utilidad en un futuro remoto.

1. Sé sincero contigo mismo: «¡Estoy mal!»

Es una frase que tenemos que decir, si es posible gritarla a todo pulmón. No tener miedo ni vergüenza de estar en esta situación. La crisis es muy positiva en todos los casos porque cuestiona muchas cosas que luego se van ordenando y quedan incluso mejor que antes. Pero primero hay que aceptarla. La crisis o se acepta o ella misma se encarga de pisotearnos. Sinceridad es mirarme al espejo y decirme: «Es cierto, estoy mal. Estoy en…(x situación), lo acepto y necesito ayuda».

Sinceridad ante todo, esta es la clave para retomar las riendas de tu vida.La sinceridad es un acto de humildad muy grande. Santa Teresa de Jesús decía: «La humildad es la verdad» y «solo la verdad os hará libres» (Juan 8:31). «Por el contrario, viviendo la verdad con caridad, crezcamos en todo hacia aquel que es la cabeza, Cristo, de quien todo el cuerpo va consiguiendo su crecimiento para su edificación en la caridad» Efesios 4:15-16.

2. Pide ayuda urgente

Luego que reconocemos nuestro estado actual, lo siguiente es pedir ayuda. Esto cuesta dependiendo de la personalidad de cada uno. Para quien es más sociable cuesta un poco, a quien es más introspectivo le costará más. Lo importante en este punto, luego de reconocer la crisis, es salir de nuestro «valle de lágrimas» y pedir auxilio. Si tu casa estuviera en llamas, seguro llamarías a los bomberos para que te ayuden, lo mismo sucede en la vida espiritual, si estás en crisis pide ayuda a quienes están más capacitados para ayudarte.

3. ¡No desesperes ante la oscuridad!

La crisis parece llevarse el sol de nuestro paisaje interior. La oscuridad suele ser la reina en estas ocasiones. No vemos nada más que nuestros problemas y esto puede llevarnos muy fácil a un desánimo o desesperanza. No sé si te has fijado, pero en la oscuridad es donde mejor se ve la luz. Así es, cuando todo es negro es cuando se puede visualizar de mejor forma y con mayor nitidez cualquier haz de luz. Esa luz ciertamente es Dios que te busca y quiere que le recibas, una luz de esperanza que vence a las tinieblas y te lleva hacia la visión auténtica y real.

4. Sé consciente de que no eres el único

En el mundo hay cerca de siete mil millones de personas, ¿cuántas crees que están pasando por un momento parecido al tuyo? Muchísimas. La crisis es algo humano que solo nosotros, los humanos, podemos experimentar. Nos ayuda a centrarnos, a volver al «amor primero», a fijar nuestra mirada en lo importante. Es como cuando pasamos de largo en el camino y el GPS debe recalcular la ruta. La crisis recalcula nuestra vida, busca orientarla.

5. Recuerda que «el todo es superior a la parte»

Es un principio fundamental a la filosofía. El todo abarca todas las partes en sí mismo. El Papa Francisco en Evangelii Gaudium señala: «El todo es más que la parte, y también es más que la mera suma de ellas. Entonces, no hay que obsesionarse demasiado por cuestiones limitadas y particulares». La crisis es una parte de tu todo.
Tú no eres una crisis, eres un hijo amado de Dios.

6. Cambia de ambiente

Hacer otras actividades para evitar quedarte en la tristeza de una soledad sin esperanza. Ir a visitar a los amigos, a la familia, salir a comer fuera, ir al cine, etc. Son miles las posibilidades para cambiar de ambiente que te ayudarán a tranquilizarte más y ordenar tus pensamientos. Nada es mejor que acudir más frecuentemente a misa, la Eucaristía siempre será el mejor alimento que podamos recibir.

7. Ora y vigila

Lo puse en último lugar pero es el primero y el más importante de todos. Hay personas que intentan solucionarse la vida por ellos mismos, hacen mil cosas y jamás encuentran la solución. ¿Acaso nunca has pasado por esto? Yo sí. Esto sucede cuando nos encerramos en nosotros mismos y el «Yo» pasa a ser nuestro único objeto visible.

Orar a Dios siempre te hará bien. Orar es la comunicación del alma con su Creador, es un soplo sutil de vida que apenas se puede sentir. Es un conversación en silencio, un diálogo íntimo entre Padre e hijo. La oración siempre te sacará de la crisis, incluso de aquella que piensas que no tiene solución. Y luego, vigilar. Vigilar tus pensamientos, tus acciones, tus deseos, etc. Vigila para que el enemigo no se aproveche de la debilidad que trae la crisis e intente entrar a la fuerza en tu interior. Mantenlo fuera y si sientes que se acerca, reprímelo con fuerza siempre en un clima de oración con Dios.

¡La oración es vital para superar cualquier crisis! Si un hijo no pide ayuda a quien más le puede ayudar, es decir a Dios, está disparando dardos fuera del blanco. «Recibid también el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, mediante oraciones y súplicas, orando en todo tiempo movidos por el Espíritu, vigilando además con toda constancia y súplica por todos los santos» Efesios 6:17-18.

Vía Catholic Link

Compartir: