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Cuatro puntos que debes tener en cuenta al dialogar sobre la película «Barbie». Recuerda no es una producción para niños.

Últimamente, hemos escuchado muchas de las críticas a la película «Barbie». Al ver que tanta gente estaba hablando de ella, me di cuenta de que no podía guiarme por las críticas que estaba oyendo. Ni por lo que me decían o contestaban las personas a las que les preguntaba sobre la película. Una vez más aprendí que, para hablar de las cosas, debes ir a la fuente. Si voy a hablar de la película, tenía que verla y tener mi propio criterio de ella.

Empiezo por decirte que la película me sorprendió. Hay muchas formas de verla y nos podemos quedar con lo superficial. Estéticamente, es maravillosa: la fotografía, la iluminación, el set y el vestuario son increíbles, eso no se puede negar. La música, aunque no es mi estilo, estuvo bien elegida y las letras de las canciones acordes con las situaciones que vivieron Barbie y Ken.

Te advierto que en este artículo, aunque no me gusta hacerlo, voy a hacer spoiler. Si la quieres ir a ver, puedes leer el artículo después y me dejas tu opinión en los comentarios.

 

 

Las referencias a la maternidad en la película «Barbie»

La película empieza con una fuerte escena en la que muchas niñas están rompiendo sus muñecos bebés. La frase que dice Barbie es: «Jugar a ser mamá es divertido, pero al poco tiempo cansa». Sigue con la afirmación de que las mujeres pueden ser lo que quieran ser y elegir lo que deseen hacer. Esto podemos verlo desde dos perspectivas.

Nos podemos quedar en lo superficial y creer que la película está diciendo que ser mamá es obsoleto —algo que dice el director de Mattel cuando se encuentra con la Barbie mamá y afirma: «¿Esta no la habíamos discontinuado?»— o podríamos encontrar una verdad realmente valiosa.

Al ver las críticas a la película, esta es una de las constantes: la imagen de la maternidad que presentan es como si estuviera pasada de moda o fuera obsoleta. Pues para mi sorpresa, la imagen de la maternidad con la que me quedo es con la de la mamá y la hija protagonistas de la película.

Es por la tristeza de la madre que se siente rechazada por su hija por la que empieza toda la trama de la película. A lo largo de la historia, vemos cómo la relación entre madre e hija se va fortaleciendo y cómo pueden comunicarse que se quieren, que se admiran.

Hay un cambio en una relación fragmentada por la típica adolescencia de una niña que no sabe lo mucho que quiere a su madre y una madre que no sabe cómo comunicar lo mucho que quiere a su hija.

 

 

En una «película feminista», ¿podríamos encontrar una crítica al feminismo?

Hay un momento en la película en el que esta madre habla de las grandes incoherencias que hay en la comprensión de lo que es la mujer. Al final de la película afirma que: «Una mujer puede ser madre y presidenta o solamente madre o no ser madre y sigue siendo mujer».

Esta frase me llamó mucho la atención porque no es un rechazo a la maternidad, sino a la idea de que una mujer que decide ser madre ya debe dejar de perseguir sus sueños. O que una mujer que decide ser madre y quedarse con sus hijos es una fracasada.

La relación entre la masculinidad y la femineidad en la película «Barbie»

Otra de las grandes críticas que se le hace a la película es que parece ser una oda al feminismo. Hace ver a los hombres como unos inútiles y exalta lo que hoy en día llaman «la masculinidad tóxica».

A lo largo de la película vemos a un Ken que busca la atención de una Barbie distante. Hay muchos momentos en los que Ken dice que no es nadie sin Barbie. Si somos sinceros, la muñeca como tal siempre ha sido la protagonista. Es decir, que si vemos la realidad, sin querer hacer que la película diga algo, Ken sí es un muñeco de segunda clase.

En cuanto a la relación de Barbie y Ken, veo una historia de un hombre enamorado de una mujer que no le presta atención. Pero, al final de la película, me asombró ver cómo ella le ayuda a ver que él no la necesita a ella, sino que lo que necesita es encontrarse a sí mismo. Conocerse y saber quién es él y para qué fue creado.

Lo que sí me alertó fue la llegada de Barbie al «mundo real» y la exageración de las actitudes de algunos hombres. Los que hacían que Barbie se sintiera incómoda, los que le hacían comentarios o la miraban de manera lasciva. Esto no lo podemos negar, vivimos en un mundo hipersexualizado. Si somos sinceros, las mujeres muchas veces hemos potenciado, y que es incómodo y que hiere a las mujeres que no reflejamos unos estándares de belleza, muchas veces inalcanzables.

Las actitudes de los hombres son reales y sí son reprochables. Es algo que vale la pena cambiar, trabajando juntos y sanando los corazones de esa comprensión de la sexualidad y del otro como un objeto para usar y del cual obtener satisfacción.

«¿Para qué fui creado?»

Si te soy sincera, viendo la película con ojos críticos, comprendí que lo que nos quiere dejar ver es que las ideas que rodean tanto a la masculinidad como la feminidad en el mundo hoy están muy quebradas. Las mujeres no somos ni como las Barbies, ni los hombres como los Ken.

Estamos en un mundo en el que las relaciones entre hombres y mujeres se han convertido en una lucha. En todas las batallas hay un ganador y un perdedor. ¡Eso no es lo que quiere Dios! Él no nos ha creado para pelear o para demostrar quién es más fuerte, más inteligente, sino para que trabajemos juntos. Para que hagamos fructificar los dones que Él nos ha dado.

Creo que es necesario que todos hagamos el ejercicio que hizo Barbie. Al final de la película conversó con su creadora. Así, tengamos una conversación con Dios. Preguntémosle, de la misma manera que hizo Barbie: «¿Quién soy y para qué he sido creado?». Este es un tema que ya lo había desarrollado en profundidad san Juan Pablo II, cuando nos invitaba a reflexionar sobre el origen de nuestra identidad y relación con Dios.

Es fundamental que nos queramos conocer delante de los ojos amorosos de un Dios que quiere nuestro bien, que nos ama con locura y que sufre con todo este descontrol de incomprensión, de separación y de división que viene del enemigo.

Una vez más me quedo con lo bueno que vi y lo que aprendí es que no debemos seguir en guerra los unos contra los otros. Dios no nos ha llamado a pelear, sino a amar, y amar hasta que duela, amar a los que están alejados, amar a los que son diferentes. Esto no significa aceptar todo, pero recuerda: Dios ama al pecador, no a su pecado.

 

 

Escrito por: María Claudia Arboleda, Teóloga, licenciada en teología moral y espiritualidad, vía Catholic-Link.

 

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