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Seguridades para los adolescentes (respuestas de una mamá). Te invitamos a leer hasta el final esta reflexión.

Siendo madre de adolescentes, me toca con frecuencia escuchar sobre la vida de los compañeros de mis hijos, sus elecciones, sus alegrías o sus penas.

Esto sucede desde muy pronto en la escuela, cuando las madres nos encontramos para compartir experiencias en la crianza de nuestros niños. De modo que se va dando cierta cercanía con las otras familias.

Llama la atención cómo en el tiempo, las experiencias van transformándose según la etapa en la que se encuentran esos mismos niños. Por momentos, una se siente madre de los amigos.

En esta etapa adolescente, es difícil escuchar cuántos niños se hallan perdidos.

 

 

La necesidad de una dirección

Hay temas que pueden comentarse con los padres en favor de los hijos, otros son temas más delicados que ya no pueden tratarse con facilidad.

Lo que es común en todos los casos preocupantes, es cierta o total ausencia de los padres, a veces involuntaria, en las cosas de los hijos.

Supongo que incluso la diferencia de personalidades dificulta la comunicación.

Por las razones que sean, lo realmente malo es que los jóvenes carezcan de dirección y queden vulnerables al sin fin de mensajes agresivos que reciben del mundo.

 

 

La importancia de la autoridad para los adolescentes

Hoy, en la manera en que se mueve el mundo, es fácil creer que la familia es un obstáculo para su libertad.

Se desprecia la autoridad de los padres, la idea de un compromiso con sus parejas o pensar en un futuro matrimonio, paternidad o estabilidad de cualquier tipo.

El mundo les sugiere tantas cosas y tan confusas que no saben qué objetivos han de conquistar o que virtudes perseguir.

Es como si pusieras a un niño en medio de un desierto, no tiene dirección, no sabe hacia dónde caminar.

Sobre todo, en las niñas, veo que quieren mostrarse en el mundo como la mujer que puede adoptar conductas y modas para agradar a los hombres, sin importar si en ello pierden su dignidad y el respeto. Con frecuencia, lo pierden todo.

Para ponerse en camino se necesita determinación, pero si no sabes en qué dirección caminar, ¿de qué te sirve la determinación?

Quizás en otras épocas las cosas eran más sencillas. Era natural esperar que los hijos siguieran las costumbres y los tiempos que nos marcaba la sociedad. Hoy el ser humano se ha rebelado a todo.

 

 

Algo que no cambie

Lo cierto es que debemos tener algo seguro a lo que aferrarnos. Algo que marque el rumbo de nuestras vidas, una columna vertebral que sea inamovible.

Algo que no mute, que permanezca, que no sea llevado por el viento y que nos deje confundidos o perdidos.

Es necesario un mensaje que sea repetido en casa, pero también allá a donde me lleve la vida, que el mensaje sea siempre el mismo y que me asegure siempre: la verdad.

La verdad que no cambia es la verdad de Dios. Dios se revela a los hombres a través de su Hijo Jesucristo que a su vez es Dios y donde no hay mentira, porque es luz, fidelidad y camino (Jn 14, 6).

«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto».

Jn 15, 9-11… Esa permanencia en el amor es lo que nos asegura el camino.

 

 

Amar es la respuesta para encontrar el camino

Debemos buscar que nuestros niños y adolescentes persigan esa permanencia, conozcan sobre nuestra fe, beban del ejemplo y testimonio de la familia cristiana, conozcan que solo hay una manera de vivir en los diversos caminos de la vida.

Es importante empezar desde temprano en sus vidas, desde que están en los brazos para que sepan que Jesús es parte de la familia y compañero de vida.

La seguridad que nos ofrece Dios es esta: «amar a Dios y al prójimo como a ti mismo», es el mandamiento que nos dejó su hijo (Mt 22, 37-39).

En el amor a Dios encontramos el camino, en el amor al prójimo la armonía y en el amor a mí mismo, la seguridad.

Procuremos dar siempre testimonio de nuestra fe, para que nuestras familias crezcan sobre suelo seguro, para que allá donde partan nuestros hijos reciban en la fe y en las Eucaristías celebradas alrededor del mundo, el mismo mensaje, que enaltece los valores y las virtudes aprendidas en el hogar.

Que nuestra Iglesia sea siempre el lugar de refugio que ellos necesitan, un lugar seguro.

 

 

Escrito por: Lorena Moscoso, vía Aleteia.

 

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