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Ante la oleada de hechos violentos en el país y en especial en las cárceles, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana pide: ¡Que cese la violencia!

¡CESE LA VIOLENCIA!

A todos los hombres y mujeres de buena voluntad:

“Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen”. (Jer 31, 15; Mt 2,18).

Como el profeta Jeremías, Guayaquil y Ecuador lloran la muerte de sus hijos porque ya no existen. No se sabe aún qué puede haber conducido a esta masacre; sin embargo, somos testigos de que mientras unos lloran amargamente la pérdida de sus seres queridos o la impotencia de no tener noticias de muchos de ellos, otros aprueban o celebran lo sucedido, sin tomar conciencia que la “injusticia en cualquier situación es una amenaza para la justicia”, M. Luther King.

Mientras las autoridades investigan las causas y las consecuencias y buscan las soluciones, nosotros, como creyentes en el Dios de la Vida, queremos alzar nuestra voz para decir, como dijera San Oscar Arnulfo Romero: “Cesen las muertes, callen las armas, deténgase este aparato de muerte que nos acosa”.

 

 

Valorar la vida humana

Como Pastores de la Iglesia en Ecuador, deseamos hacer un llamado a los hombres y mujeres de buena voluntad a valorar la vida humana, a tomar conciencia de que el ser humano no es un objeto desechable o descartable, algo que se puede usar y botar. Si somos conscientes de la dignidad de la naturaleza humana, tendremos la certeza de que el corazón de las personas e instituciones no puede corromperse. Este llamado se extiende también a las autoridades que tienen la responsabilidad de buscar la paz social como base para el progreso económico.

El alto número de fallecidos es un precio muy grande para mantener un negocio de muerte y dejar impasible a una sociedad que se siente temerosa, acongojada e impotente; que corre el peligro de exigir más muertes pensando con ello en su seguridad individual.

Cada existencia destruida es un campanazo a nuestras conciencias para reflexionar sobre qué mundo estamos construyendo, qué sociedad queremos: la de unos enfrentándonos a los otros o de la unidad en la búsqueda de un bien para todos, sin dejar a nadie en el camino.

Pedido de cese a la violencia en las cárceles

De un modo particular, pedimos a quienes han participado en esta masacre que cesen la violencia y el mercado de la muerte; y que conviertan sus armas en arados y las balas en semillas de vida.

Nuestra cercanía y solidaridad con los familiares de las víctimas, como también la decisión de acompañarles moral y espiritualmente para que vivan estos momentos de duelo con fe y paz y puedan perdonar a quienes acabaron con sus existencias.

Como un compromiso concreto e impostergable, proponemos a toda la comunidad católica, cristiana y de buena voluntad que, durante el mes de octubre y, de una manera especial, el día de los difuntos, el próximo 2 de noviembre, realicemos jornadas de oración y reflexión sobre el valor de la vida humana en todas sus expresiones.

Queridos hermanos, les invitamos a construir una cultura de paz, basada en la justicia, el amor, la equidad y la solidaridad. “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados Hijos de Dios”. (Mt 5, 9).

 

CESE A LA VIOLENCIA 3

 

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